Discernir las fake news
La difusión de fake news en línea se ha considerado una de las mayores amenazas para la democracia, con historias inventadas intencionalmente que acumulan regularmente cientos de miles de visualizaciones en redes sociales. Con López Obrador vivimos cotidianamente el abuso de las fake news y con Claudia Sheinbaum la narrativa a base de falsedades no ha cambiado. Ahora Estados Unidos también vive la perversidad de la información falsa con Trump.
Hay diferencias de educación y sicología social entre la población de México y Estados Unidos que condicionan la conducta que se registra frente a las fake news. Para México no se conoce ninguna investigación, pero para Estados Unidos una publicación reciente pone en entredicho muchas aparentes obviedades de la falsedad noticiosa. Prat y Angelucci, economistas de Columbia y el MIT respectivamente, publicando en el American Economic Review de abril de 2024, muestran que la gran mayoría de los estadounidenses puede discernir con fiabilidad las noticias verdaderas de las falsas. Evidentemente esa capacidad de discernimiento para México parecería no existir. Para los autores, una amenaza mayor para la democracia podría ser la falta de acceso a fuentes de noticias fiables. En una serie de experimentos de laboratorio con casi 15,000 participantes, esos dos economistas descubrieron que solo un pequeño porcentaje de adultos es engañado rutinariamente para creer que los artículos inventados son ciertos. Además, descubrieron que los republicanos y los demócratas son solo ligeramente más propensos a creer en las noticias falsas que difaman a la otra parte, un hallazgo que, según los autores, desmiente la idea, muy difundida, de que los estadounidenses ya no comparten una visión común de los hechos.
El debate sobre la actualidad política de la veracidad de noticias ha dado lugar a demandar reformas drásticas, como más limitaciones a la libertad de expresión en redes. Sin embargo, el trabajo concluye que la capacidad de una persona para detectar noticias falsas está significativamente influenciada por sus características demográficas. Por ejemplo, descubren que los estadounidenses adultos, con estudios universitarios y con altos ingresos tienen hasta un 18% más de probabilidades de detectar noticias falsas que las personas más jóvenes, con menor nivel educativo y de bajos recursos. Este hallazgo indica que son necesarios nuevos esfuerzos para mejorar la alfabetización mediática y la participación política en todos los segmentos de la población. Afirman los autores: «El mensaje clave es que existe una brutal desigualdad informativa en la sociedad estadounidense, algunas personas están informadas, otras no. Y esto no corresponde con la división ideológica del país. Más bien, refleja líneas socioeconómicas».
El trabajo concluye que «como sociedad, estamos dedicando enormes recursos a combatir la desinformación y las noticias falsas. También deberíamos dedicar recursos a garantizar que todos tengan acceso a noticias veraces». Cierto, pero cuando desde el gobierno no se tiene ese valor ético y se pretende censurar a los críticos (Sheinbaum qualis est), las fake news seguirán predominando como un instrumento perverso para desinformar intencionalmente y desmantelar a la democracia.