Día Mundial del Huevo 2025: Come sin culpa y no hagas caso a estos mitos

En México, donde cada persona consume en promedio casi 1 huevo diario, este alimento es parte central del desayuno nacional. Sin embargo, pese a su omnipresencia en la cocina, el huevo ha sido objeto de una larga lista de mitos que —como la clara frente al sartén caliente— ya comienzan a deshacerse.
Con motivo del Día Mundial del Huevo, expertos, instituciones de salud y organismos internacionales invitan a mirar el huevo sin culpa ni fantasía, desde sus verdaderos aportes nutricionales hasta su lugar en la cultura popular mexicana.
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¿Engorda, sube el colesterol, o solo se debe comer la clara?
Durante años se le culpó de elevar el colesterol, “engordar” o causar daño hepático. Pero la ciencia es clara: un huevo contiene cerca de 70 calorías, aporta proteína de alta calidad y, en personas sanas, no incrementa el riesgo cardiovascular. La idea de que su colesterol “daña el corazón” fue desmentida por investigaciones internacionales y autoridades como la UNAM, el IMSS y la OMS. El cuerpo regula su propio colesterol y el huevo, lejos de afectarlo, puede mejorar el perfil lipídico, especialmente por su contenido de grasas saludables.
Otro error común es desechar la yema. Grave desperdicio: en ella se concentra la mayoría de las vitaminas del huevo —A, D, E, B12—, además de colina, hierro y antioxidantes. Comer solo la clara equivale a dejar fuera el alma del huevo.
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Cuidados a la hora de manipular el huevo.
Y sí, tanto el huevo blanco como el de cáscara café tienen el mismo valor nutricional. La diferencia es estética, no alimentaria.
Más mito que medicina: el huevo como villano
En los años 50, el huevo fue colocado en la lista negra de los cardiólogos. Hoy, esa narrativa ha cambiado. Personas sanas pueden consumir hasta 1 huevo al día sin preocupaciones. Incluso mujeres embarazadas o adultos mayores pueden beneficiarse de sus nutrientes esenciales.
Solo algunos casos muy específicos —como hipercolesterolemia familiar o alergias— requieren moderación. Pero para el resto, el huevo es un aliado, no un enemigo.
Limpiar el alma… ¿con huevo?
En el imaginario mexicano, el huevo es también objeto de rituales. La “limpia” —pasar un huevo por el cuerpo para absorber energías negativas o curar el susto— es práctica común en pueblos y ciudades. Aunque respetable como expresión cultural, no tiene respaldo científico. La supuesta “lectura” de la clara rota en un vaso responde a reacciones físicas, no espirituales.
Tampoco es cierto que el huevo dañe heridas o cause infecciones en convalecientes. Al contrario: su proteína favorece la cicatrización. Rechazarlo tras una cirugía por temor a que “pudra la herida” es, simplemente, una mala receta popular.
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Higiene a la hora de manipular el huevo.
Crudo no es mejor
Hollywood instaló la imagen del atleta bebiendo huevos crudos como símbolo de fortaleza. La realidad es menos cinematográfica: el huevo crudo dificulta la digestión de proteínas, impide absorber biotina (vitamina B7) y puede estar contaminado con Salmonella. Cocinarlo hasta que yema y clara estén firmes, garantiza seguridad y mejor aprovechamiento nutricional.
¿Y lavarlos al llegar del súper? Otro mito. El huevo tiene una capa protectora natural. Lavar la cáscara antes de tiempo la elimina y abre la puerta a bacterias. Mejor limpiarlo justo antes de usarlo.
Comer con información
Romper los mitos en torno al huevo no implica restarle valor simbólico ni cultural. Pero sí permitirnos disfrutarlo desde la certeza, no desde el miedo ni la superstición. Hoy, el huevo se presenta como lo que es: uno de los alimentos más completos, económicos y accesibles del mundo. Celebrarlo implica también comerlo con conocimiento.
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