Deuda pública: La herencia incómoda de AMLO
Uno de los legados de Andrés Manuel López Obrador a la presidenta Claudia Sheinbaum es un país altamente endeudado. A inicios de este sexenio, la deuda había alcanzado niveles tan elevados, que a la presidenta le resultó prácticamente imposible no comprometerse públicamente a bajarlos. Concretamente, en 2018, cuando el expresidente Obrador apenas comenzó su administración, los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), es decir, la diferencia entre los ingresos presupuestarios y los gastos del sector público de ese año (endeudamiento), eran de 2.1% del PIB, mismos que alcanzaron un 5.7% en 2024. De la misma forma, si consideramos el saldo acumulado de los RFSP tenemos que en 2018 se ubicaba en 43.6% del PIB, y para el final de su administración ya se había incrementado a 51.4% del PIB.
La comparación del saldo acumulado de la deuda con otros países nos podría hacer creer que la situación de México no es tan delicada. Por ejemplo, de acuerdo a información del Fondo Monetario Internacional, países como Japón, Francia, Estados Unidos o Reino Unido registraron saldos de deuda como porcentaje del PIB de 134.6%, 105%, 96.5% y 93.7%, respectivamente. Lo mismo sucede cuando comparamos con otros países de la región latinoamericana como Argentina (85.3%), Brasil (61.5%) y Colombia (53.2%).
A pesar de que las cifras son elevadas, el panorama cambia cuando se dimensiona la deuda conforme a la capacidad de pago que tiene cada país. Este indicador se encuentra íntimamente relacionado con su nivel de ingresos. Entonces, podemos observar que Japón y Estados Unidos, muestran una capacidad de pago baja, pues su deuda equivale a 3.6 y 3.2 veces sus ingresos anuales, respectivamente. En este sentido, ambos cuentan con ingresos totales moderados, en comparación a su nivel de deuda. Francia, que tiene un endeudamiento de 105% del PIB, cuenta con ingresos equivalentes al 51.4% del PIB, lo que hace que su deuda represente dos veces la totalidad de sus ingresos. Países de Latinoamérica, como Colombia y Brasil, presentan una relación deuda/ingresos más saludable de 1.9 y 1.6 respectivamente. Ello indica que sus obligaciones resultan menos costosas respecto a sus capacidades recaudatorias. Estos ejemplos muestran que no basta con observar el nivel de deuda en relación al PIB, pues la capacidad para saldar la deuda también depende de la fortaleza de los ingresos públicos.
En México, el saldo de la deuda duplica el tamaño de los ingresos presupuestarios. En promedio, durante los últimos 10 años, dicho saldo ha sido 2.2 veces mayor que los ingresos públicos anuales y para 2024 fue 2.3 veces mayor.
Considerando que el endeudamiento como proporción de los ingresos presupuestarios es cada vez más alto, la capacidad de pago se ha venido deteriorando en los últimos años. En 2018, el endeudamiento representó 10.1% de dichos ingresos y alcanzó su punto máximo en 2024, con 25.9 por ciento.
Para reducir los niveles de deuda y lograr que el gobierno cumpla con la meta de disminuir el endeudamiento de 5.7% a 3.9% del PIB para este año, se ha planteado una disminución del gasto (1.4 puntos porcentuales menos que en 2024) y un aumento de los ingresos en 0.2 puntos porcentuales por encima de los registrados en 2024. ¿Qué tan factible es que se cumpla este escenario? Por la vía de los ingresos, hay hechos que podrían afectar los pronósticos de recaudación. El crecimiento económico es uno de ellos. Resulta poco factible que para el 2025 se cumpla con la meta de crecimiento económico que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público fijó en un rango de 1.5% a 2.3%, sobre todo considerando que organismos internacionales como la OCDE han calculado un crecimiento negativo de la economía de 1.3% y el mismo Banco de México estima un débil crecimiento para este año de tan sólo 0.1%.
Por la vía del gasto, conforme ha ido avanzando el 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum se ha comprometido al otorgamiento de recursos que no estaban presupuestados, entre los que se encuentra un posible reembolso de 1% a las remesas de los mexicanos en Estados Unidos o los aumentos salariales a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Este tipo de gastos imprevistos que se van acumulando al paso de los meses, así como la cantidad de necesidades básicas de la población que no han sido cubiertas, tienen un impacto negativo en la reducción del gasto y, por ende, en el endeudamiento.
El compromiso de reducir el endeudamiento en este año no debe equipararse a una buena intención, tiene que abordarse como una necesidad estructural de la que depende la estabilidad financiera del país. El margen de maniobra es cada vez menor y el gobierno debe enfrentar el dilema de mantener la inercia o asumir el costo político y sanear las finanzas del país.