Después del postre, el Habano: cuando la comida se mezcla con el humo

Después del postre, el Habano: cuando la comida se mezcla con el humo

Hay un momento después del postre —cuando se apaga el bullicio, se sirve el último espresso y la sobremesa entra en su clímax— que cada vez más sibaritas mexicanos reservan para un ritual: encender un Habano. No se trata solo de fumar, sino de maridar la experiencia culinaria con uno de los símbolos más elegantes del buen vivir. En los últimos años, el puro cubano ha ganado terreno como epílogo perfecto para una gran comida, especialmente en cenas maridaje, restaurantes de alta gama y clubes privados.

En ciudades como Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, los Habanos aparecen en la carta junto a los digestivos, los oportos y los whiskys añejos, como parte de una oferta sensorial que prolonga el disfrute del comensal. Es una experiencia envolvente: sabores, aromas y texturas que evolucionan en el paladar después de platos complejos y bien ejecutados.

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Gastronomía, placer y sofisticación

Este cruce entre gastronomía y cultura del Habano no es casual. Ambos mundos comparten valores: el respeto por la materia prima, el arte de la elaboración, la paciencia en el tiempo y el culto a los sentidos. En este contexto, el Habano no es solo un producto de lujo, sino una extensión del momento culinario, una forma de detener el tiempo y cerrar la experiencia con elegancia.

Esta tendencia ha revalorizado el papel del puro dentro del universo gastronómico. Restaurantes en México en los últimos años han explorado formas discretas de incorporar el Habano a experiencias privadas o catas maridadas. Y paralelamente, el mercado no ha hecho más que crecer.

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Café y puroFreepik

México, un mercado de alto calibre

El país importó en el último año cerca de 900,000 unidades de habanos, consolidándose como uno de los destinos más relevantes fuera de Cuba. Pese a la competencia de tabacos premium no cubanos, el Habano se mantiene como el referente absoluto del segmento de lujo, especialmente entre consumidores exigentes y coleccionistas.

El perfil del consumidor se ha diversificado: desde conocedores nacionales que buscan ediciones especiales y vitolas de guarda, hasta turistas y residentes internacionales en destinos como Tulum, Los Cabos y Playa del Carmen. La edad promedio inicia en los 30 años, pero cada vez más jóvenes se suman a este ritual, especialmente en contextos gourmet.

Objeto de deseo (y de inversión)

El Habano combina lo mejor del arte, la tradición y el mercado de lujo. No solo ofrece complejidad sensorial, sino también potencial de revalorización: su precio puede crecer anualmente entre un 5% y un 10%, y en casos excepcionales —como el Cohiba Behike o los Trinidad Fundadores— superar el 300% si están bien conservados.

Las ediciones limitadas y regionales de Habanos S.A., con empaques de lujo y tirajes reducidos, se agotan con rapidez y generan listas de espera. Algunas se convierten en objetos de colección que terminan en subastas millonarias, como las celebradas en el Festival del Habano en La Habana, donde humidores especiales han alcanzado los 500,000 euros o más.

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puroFreepik

El auge del habano en México no sería posible sin el surgimiento de comunidades apasionadas que promueven su cultura. Una de las más influyentes es @asehrsmexico, que reúne a conocedores, coleccionistas y aficionados con el objetivo de compartir conocimiento, organizar catas y explorar la dimensión cultural y gastronómica del buen fumar.

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