Del tabú a la interfaz: la menopausia encuentra espacio en la tecnología.
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La menopausia es tratada como un tema incómodo, relegado a la conversación privada o al silencio pese a ser un ciclo natural que atraviesan las mujeres. Los vacíos de información, falta acompañamiento médico y poca o nula contención emocional parecen ser la norma. “En el servicio de salud te dejan en segundo término, y una normaliza el malestar. Piensas que sufrirlo es parte de la vida, pero no debería ser así”, dice Laura Gómez, una ama de casa de 58 años que atravesó la menopausia hace más de una década, cuando ni la medicina ni la tecnología ofrecían alternativas de acompañamiento. Soy ELLA , una clínica 100% virtual especializada en premenopausia y menopausia surgió con la idea de combatir este vacío desde el terreno tecnológico con una propuesta que combina telemedicina, inteligencia artificial y acompañamiento humano.
La tecnología contra la brecha de la salud femenina
“Nos dimos cuenta que después de la etapa reproductiva de la mujer hay un vacío enorme en el cuidado de la salud femenina en México”, explicó en entrevista Camila Caso, cofundadora de Soy ELLA. En la Ciudad de México, cerca del 18% de las mujeres están actualmente en alguna fase del climaterio, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo). Para ellas esto significa transformaciones físicas y hormonales que impactan su salud y bienestar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado completo de bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de enfermedad. Sin embargo, para millones de mujeres, la transición hacia la menopausia está lejos de esta definición. De acuerdo con una encuesta nacional realizada por Soy ELLA a más de 900 mujeres entre 39 y 60 años, el 96.7% ha experimentado al menos un síntoma relacionado con la menopausia, pero el 77% no tomó acciones preventivas por falta de información, y el 53% dijo no haberse sentido acompañada durante esta etapa. Los tratamientos existen, pero desde la visión de Caso lo que hace falta es acceso confiable y acompañamiento cercano que traduzca la evidencia médica en soluciones reales. “En los años 2000, después de un estudio mal interpretado en Estados Unidos, se dejó de enseñar menopausia en las universidades y se demonizó el uso de hormonas”, detalla Caso. “Eso dejó a una generación entera sin médicos especializados, y muchas mujeres crecieron creyendo que los tratamientos eran peligrosos”. El estudio al que Caso se refiere es el Women’s Health Invite (WHI), el cual reportó preliminarmente una posible correlación entre la terapia hormonal sustitutiva de estrógeno y progesterona y un mayor riesgo de cáncer de mama. Aunque los resultados eran estadísticamente débiles pues el grupo analizado no representaba a la población general -eran mujeres mayores de 60 años, con condiciones de salud preexistentes-, los titulares alarmistas dieron la vuelta al mundo y difusión médica amplificó el miedo, lo que llevó a mayor hermetismo en la enseñanza sobre la menopausia.
Años después, múltiples revisiones del WHI y nuevos estudios aclararon que los riesgos se habían sobreestimado. Las investigaciones posteriores mostraron que, iniciada a tiempo y bajo supervisión médica, la terapia hormonal no solo es segura para la mayoría de las mujeres, sino que puede proteger contra enfermedades cardiovasculares, osteoporosis y deterioro cognitivo. El propio equipo del WHI corrigió sus conclusiones originales, reconociendo que el riesgo absoluto era bajo y que la edad y el momento de inicio eran factores determinantes. La propuesta de Soy ELLA parte de una premisa sencilla: el diagnóstico y tratamiento de la menopausia puede hacerse de forma totalmente digital. A partir de un historial clínico completo y análisis de laboratorio, los médicos pueden diseñar planes personalizados que incluyen terapia hormonal, suplementos o ajustes al estilo de vida. El modelo de Soy ELLA incluye consultorías en línea con médicas certificadas, entrega de tratamientos a domicilio y seguimiento constante a través de “Ella”, un chatbot dotado de IA que funciona en WhatsApp, el cual recuerda tratamientos, resuelve dudas y canaliza consultas con especialistas de ser necesario. “Lo que hicimos fue aprovechar la tecnología para crear cercanía, no distancia” afirmó María Altschuler, cofundadora de la compañía. “Nuestro médicos están entrenados para escuchar y acompañar. La paciente habla siempre con el mismo doctor y puede acceder a su consulta desde cualquier parte del país”. La plataforma opera bajo una suscripción mensual de 1,200 pesos que da acceso a consultas con una especialista en salud hormonal, una nutrióloga y sesiones de apoyo emocional en el Espacio ELLA, un entorno virtual donde las mujeres comparten experiencias y reciben orientación psicológica o educativa. La transición por este proceso natural puede llevar de 7 a 10 años, pero la permanencia en Soy ELLA depende de cada mujer.
Una transición con impacto emocional y laboral
El impacto emocional es tangible. Una contadora que participó en los programas piloto relató que los olvidos y la neblina mental le habían hecho pensar que tenía principios de Alzheimer. “Me olvidaba de los números, de las presentaciones, pensaba que ya no servía para mi trabajo”, contó. Tras recibir diagnóstico y tratamiento hormonal, recuperó la claridad y la confianza. “Volví a ser yo”, dijo. Más allá del bienestar físico, la menopausia tiene efectos directos en la productividad y la permanencia laboral de las mujeres. La encuesta de Soy ELLA reveló que más del 50% de las participantes afirmó que sus síntomas afectaron su desempeño en el trabajo, y el 18% dijo haber reducido su jornada o considerado hacerlo. Incluso un 2% abandonó su empleo. “Las empresas todavía no reconocen la menopausia como un tema de salud laboral”, advierte Altschuler. “Pero deberían, porque están perdiendo talento clave. Las mujeres de entre 45 y 55 años suelen estar en posiciones de liderazgo, y acompañarlas en este proceso es una inversión en productividad y equidad”. El llamado coincide con las recomendaciones de la Secretaría de las Mujeres, que señala la urgencia de diseñar políticas públicas con enfoque integral: atención médica, apoyo psicológico, redes sociales y comunitarias, y medidas que resignifiquen la vejez y la no reproducción dentro de una sociedad aún marcada por el androcentrismo y la lógica de la productividad. “El reto no es solo médico, sino cultural”, apunta Caso. “Durante mucho tiempo se asoció la menopausia con el fin de la vitalidad, cuando en realidad puede ser el inicio de una nueva etapa de bienestar”. Como concluye Altschuler: “La menopausia no debería vivirse en silencio. Si el sistema no nos escucha, la tecnología puede abrir el micrófono”.
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