Decepcionante estrategia de cambio climático

La Estrategia de Cambio Climático presentada por Semarnat esta semana es esencialmente un documento retórico y descriptivo, y, sobre todo, un interminable rosario de declaraciones aspiracionales, impregnadas de ideología y lenguaje “Woke”. Es revelador el apego sin pudor a la imagenología gráfica de Morena, ratificada con fotografías folclóricas y turísticas que poco o nada tienen que ver con la seriedad que las políticas climáticas exigen. Es sintomático que la presentación de esta Estrategia de Cambio Climático se haya dado sin la participación de ningún alto funcionario de Sener, de Economía, CFE, o Pemex, ni representantes industriales, ni de la Sader, ni de SHCP, ni de SRE (a pesar de que participaron el embajador de Dinamarca y un funcionario de la ONU); tampoco, de la Conagua ni Sedatu. Esto es muy grave, en la medida en que las estrategias de cambio climático son en realidad un sistema de políticas sectoriales de transición energética; transporte y movilidad; y política industrial, territorial, forestal, urbana, y, agropecuaria. Una estrategia de cambio climático respetable debe asumirse como cauce y brújula de desarrollo económico, y clave de sustentabilidad, viabilidad a largo plazo, y competitividad de la economía. También, como instrumento de política exterior. Las ausencias hablan por sí mismas, y tienen tal vez que ver con el simple desinterés del gobierno en su conjunto, o con un desaire deliberado, o bien, son un dato inequívoco de división, carencia de liderazgo y falta de coordinación en la administración pública. Las ausencias son injustificables, sencillamente, porque la Mitigación del cambio climático (reducción de emisiones), exige políticas sectoriales con base en el Inventario Nacional de Emisiones y con una trayectoria y metas inter-temporales objetivas de reducción de emisiones. Y esto, con imprescindibles referencias y análisis cuantitativos sectoriales a partir de Modelos de Equilibrio General de la economía. El Inventario de Emisiones es un esquema contable del origen sectorial de las emisiones (cuánto emite cada sector económico). En México, los sectores responsables de las más de 700 millones de toneladas de CO2e (Bióxido de Carbono Equivalente) que se expelen anualmente, son (en orden de importancia): transporte automotor; generación de electricidad; industria de petróleo y gas (o sea, Pemex); industrias básicas como siderurgia, cemento, petroquímica y química básica; deforestación por agricultura, ganadería e incendios forestales; sector agropecuario (fertilizantes y ganadería de reses); y emisiones de Metano en rellenos sanitarios y tiraderos de basura. Desde luego, todo lo anterior debe estructurarse analíticamente con el elenco de los Gases de Efecto Invernadero más significativos en cada sector, como el propio Bióxido de carbono (CO2), el Metano (CH4), el Óxido Nitroso (N2O), y gases Hidrofluorocarbonos (HFC) usados en refrigeración, aire acondicionado y otras aplicaciones. (Los Gases de Efecto Invernadero distintos al CO2 se emiten en volúmenes mucho menores, pero tienen un potencial de calentamiento global muy superior al Bióxido de Carbono).

La Estrategia Nacional de Cambio Climático presentada el martes pasado carece de integración y referencias programáticas a sectores críticos (transporte y movilidad, electricidad, petróleo y gas, industria, forestal, agricultura y ganadería, desarrollo y equipamiento urbano). Aparte del cansino rosario de declaraciones aspiracionales, no hay nada concreto en materia de oferta y demanda de energía, inversión privada y pública en nuevas centrales eléctricas de energías renovables y nuclear, expansión de la red de transmisión, centrales de almacenamiento con baterías, e instalaciones de generación distribuida, producción y uso de hidrógeno verde en la industria, o deforestación cero y restauración forestal a gran escala en los trópicos. No hay proyecciones creíbles de capacidad y generación eléctrica con energías limpias – no ayuda en nada la catastrófica contrarreforma energética. Tampoco se dice cómo reducir emisiones de Metano en Pemex. El documento ofrece un Inventario de Emisiones sin suficiente desagregación sectorial, contradictorio y vago, sin conexión metodológica al Registro Nacional de Emisiones (RENE). Carece de elementos concretos de aplicación de instrumentos de política climática reales y relevantes (los “cómos”), como el impuesto federal al CO2 e impuestos estatales, mercado eléctrico, sanciones a Pemex por emisiones escandalosas de Metano, reglas del despacho eléctrico, impuestos compensatorios de carbono en importaciones, incentivos fiscales a la descarbonización en la industria, NOM de eficiencia energética, Certificados de Energía Limpia, o Pagos por Servicios Ambientales y Climáticos para conservación y restauración de ecosistemas en sustitución del pernicioso programa clientelar “Sembrando Vida”. Así, es un acto de prestidigitación decir que se van a reducir las emisiones en “35% para el 2030”. Y, en materia de Adaptación al Cambio Climático, no hay ningún plan de infraestructura de protección costera, abastecimiento y tratamiento de agua, trasvase entre cuencas, protección contra inundaciones, o regulación y reordenamiento territorial y urbano. Tampoco sobre prevención de desastres naturales y restitución del Fonden. (Pero, eso sí, rebosa “perspectiva de género”, “interseccionalidad” e “interculturalidad”). Estrategia “woke” decepcionante.

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