Cuando tu reloj sabe más que tu médico

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París, Francia. Durante años, los relojes y trackers deportivos contaban pasos, calculaban cuántas calorías quemaban los usuarios y estimaban el tiempo de recuperación tras una actividad física. Hoy, esos dispositivos son mucho más que entrenadores personales de bolsillo. Apple, Huawei, Samsung y hasta Meta con sus nuevas gafas deportivas en alianza con Oakley, transforman el mercado de los wearables en un campo que se asemeja cada vez más a la biovigilancia. La última generación de relojes ya no solo mide la frecuencia cardiaca, sino también la salud pulmonar, los niveles de oxigenación en la sangre, el nivel de estrés y la variabilidad de la frecuencia cardiaca, un indicador clave para predecir riesgos de arritmia.

“La investigación detrás de definir el estado de ánimo de los usuarios es un factor a medir que han pedido los usuarios, quienes son más conscientes de la relación que existe entre dormir bien, tener menos estrés y hacer ejercicio como sinónimo de estar más sano”, apuntó en entrevista Iván Martínez, gerente senior de producto en Huawei Technologies México. Algunos modelos incluso emiten alertas si detectan caídas o cambios bruscos en el pulso, funciones que, hasta hace poco, se encontraban en dispositivos médicos profesionales. Por ejemplo, el Huawei WATCH GT 6 tiene una alerta en caso de caída y emite un sonido para verificar que el usuario está bien, además de monitorear los niveles de estrés de los usuarios. Y de acuerdo con datos de la marca ya tienen 24 millones de usuarios en Huawei Health. Según IDC, los envíos globales de wearables crecieron 8% en el último año, impulsados por consumidores que ya no buscan únicamente mejorar su rendimiento deportivo, sino monitorear su salud de manera cotidiana. En países con sistemas de salud saturados, la posibilidad de llevar en la muñeca un dispositivo que anticipe problemas es un atractivo adicional. La narrativa de las tecnológicas también cambió y aunque son enfáticos en que no son dispositivos médicos, las compañías hablan de los beneficios en salud. Apple insiste en que su reloj “salva vidas”, mientras Huawei presume sensores que buscan certificar ante organismos regulatorios. Detrás de este cambio hay un negocio mucho más grande que la venta de relojes. Los datos biométricos que generan los wearables son un insumo valioso para aseguradoras, hospitales privados y empresas que buscan reducir costos de salud en sus plantillas laborales. El riesgo, claro, es la privacidad. La información que recopilan estos dispositivos no es un simple historial de pasos ya incluye patrones de sueño, estados emocionales y posibles indicios de enfermedades crónicas. La competencia también refleja la batalla geopolítica de la tecnología. Mientras Apple avanza con cautela, buscando certificaciones médicas y reforzando su imagen de marca premium, Huawei apuesta por la diversidad de sensores, precios más accesibles y un despliegue rápido en mercados emergentes. Aunque la exactitud de los sensores es relativa y depende de factores como el tono de piel, el movimiento o incluso la temperatura ambiental, la confianza del consumidor crece. Y cada vez son más los testimonios de usuarios que llegaron al hospital porque su reloj emitió una alerta inesperada. Autoridades sanitarias reconocen ese potencial, pero llaman a la cautela. El Parlamento del Reino Unido, en un informe sobre dispositivos de consumo y prevención de enfermedades, señaló que “los wearables podrían apoyar el Plan Nacional de Salud a 10 años al prevenir, detectar y mitigar enfermedades”, aunque también advirtió sobre retos en equidad, regulación y ciberseguridad. En la Unión Europea, el Joint Research Centre (JRC) enfatizó que “los relojes inteligentes y pulseras de fitness recogen una enorme cantidad de datos, que podrían transformar los resultados de salud pública”, aunque recordó que “hoy esos datos no van más allá de las plataformas de los fabricantes por motivos de privacidad. Pero la nueva legislación podría cambiar eso”. Por ahora, lo único seguro es que el reloj en tu muñeca ya no solo mide cuánto corres, sino qué tan sano o estresado podrías estar.

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