Cuando el precio del éxito es la propia vida

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Alguna vez te has preguntado ¿qué estás pagando, realmente por aquello que llamas éxito? Y no me refiero al precio económico. Hablo de lo que te cuesta por dentro: el tiempo que no pasas con quienes amas, las madrugadas sin dormir, la mala alimentación, los pensamientos que no puedes apagar ni en vacaciones. Hablo de esa sensación extraña de vacío, justo cuando alcanzas lo que tanto soñaste. Tal vez sabes de lo que hablo. Tal vez te ha pasado.

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Estamos rodeados 24/7 de métricas, de comparaciones, de expectativas. Y sin darnos cuenta, caemos en una carrera que premia la productividad pero castiga la pausa; aplaude la ambición, pero calla frente al cansancio. Nos enseñaron a medir el éxito en logros, en ascensos, en propiedades, pero no nos enseñaron a preguntarnos: ¿a qué costo? Y esa es la verdadera pregunta que quiero invitarte a plantearte hoy. Porque en el mundo empresarial, corporativo y profesional, y hasta en nuestra vida social, nadie nos advierte que el precio del éxito mal-entendido puede ser nuestra salud mental y física, nuestra paz interior o incluso nuestra identidad. Nos volvemos expertos en gestionar empresas, pero a veces pésimos administradores de nuestra vida personal. He acompañado de cerca a directores generales que lloran al cerrar la puerta de su oficina. A fundadoras de empresas que no recuerdan la última vez que durmieron ocho horas. A ejecutivos que se sienten más cómodos en una junta que en una conversación con sus hijos. Y no, no se trata de falta de capacidad, sino todo lo contrario: se trata de personas brillantes, determinadas, exitosas, pero desconectadas de sí mismas. Nos han hecho creer que para tener éxito hay que pagar con sacrificio extremo. Que si no duele, no vale. Que el descanso es para los débiles, y que decir “no” es una falta de compromiso. Pero esa narrativa ya no sirve. De hecho, está quebrando a quienes más admiramos. ¡Tal vez ya lo lograste! Ya tienes el auto, la casa, el puesto, los viajes. Pero si te sientes insatisfecho, vacío, agotado o solo… ¿realmente lo conseguiste? Desde mi perspectiva, el verdadero éxito no es una acumulación de logros; es una experiencia de plenitud. Y esa plenitud no se alcanza corriendo más rápido, sino deteniéndote a evaluar si lo que persigues tiene sentido para ti. Porque si el precio que estás pagando es tu familia, tu salud, tus valores o tu bienestar emocional, entonces sugiero que es momento de replantear. 1. Redefine tu éxito desde el interior Pregúntate con honestidad: ¿qué me hace sentir realmente plena, pleno? Haz una lista. Si en ella NO aparece tu bienestar, tu familia, tu paz o tu tiempo libre, algo no está en equilibrio. El éxito real es aquel que se sostiene a largo plazo sin romperte por dentro. 2. Crea una agenda coherente con tus prioridades No pongas en tu calendario solo lo laboral. Agenda tiempo para ti, para cuidar tu cuerpo, para ver a tus hijos, para estar en silencio. Si no lo agendas, no existe. Y si no existe, se convierte en un pendiente más que te resta energía. 3. Pon límites sanos y aprende a decir NO El “no” es una herramienta de liderazgo. No estás aquí para cumplir con todo, ni para sostenerlo todo. Aprende a proteger tu energía, a priorizar lo que importa, a confiar en que delegar o frenar también es parte del crecimiento. El éxito con límites es sostenible. El éxito sin ellos, termina por quebrarte. No pierdas tu esencia en la persecución de un ideal que, tal vez, ni siquiera es tuyo. Antes que cualquier título, cargo o empresa, eres una persona; un ser humano que necesita respirar, sentir, amar, descansar. No te conviertas en un personaje corporativo que sobrevive, pero no vive. Vuelve a tu centro. Conecta con lo que te apasiona. Recuerda quién eras antes de las metas, antes de los Power Points, antes del reconocimiento externo.

Porque estar emocionalmente vacío, mentalmente agotado, espiritualmente perdido y físicamente exhausto no es éxito, ¡es una trampa! Y tú no estás aquí para caer en ella. Estás aquí para disfrutar la vida mientras la construyes. Para liderar con propósito. Para vivir con coherencia, y no solo con resultados. Y sobre todo, estás aquí para recordar que no hay victoria que valga, si en el proceso te pierdes. _____ Nota del editor: Ana Michelle Concepción Esterrich (Instagram @anamichellecoach) es una escritora, sepeaker,, coach de resultados, formadora de líderes, instructora de yoga, experta en holistic health y wellness. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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