Contra la tiranía

El sábado pasado, siete millones de personas en unas 2,700 localidades de Estados Unidos, en los 50 estados y varias ciudades extranjeras, salieron a las calles con pancartas, disfraces, energía y mucho valor para expresar su contundente rechazo a los afanes tiránicos del presidente Trump, quien, en opinión de analistas críticos, está sentando las bases para desmantelar al Estado democrático y convertirse en dictador. Lejos de amedrentarse ante la campaña de falsedades que pretendía pintar a los manifestantes como anarquistas, comunistas o partidarios del terrorismo, llenos de odio por su país, organizadores y manifestantes demostraron su capacidad de movilización y sus convicciones pacifistas.

Después de las primeras protestas “antimonárquicas” de junio en 2300 localidades, con unos cinco millones de asistentes, esta nueva oleada de acción ciudadana demuestra que el malestar, hartazgo – o sentido de realidad- se han extendido e intensificado en pocos meses por todo el país. Las protestas masivas en EE.UU. no son tan comunes como en México.

Caracterizaron la lucha por los derechos civiles y las protestas contra la guerra de Vietnam, pero no son una forma usual de acción ciudadana. Requieren además de trabajo organizativo eficaz constante a nivel local y regional para luego formar redes con impacto nacional. Por eso, para organizadores, observadores políticos y ciudadanía crítica es tan importante (e inspirador) constatar que el trabajo de organizaciones como “5051”, “Indivisible” y muchas otras está permeando en grupos y localidades muy diversos.

Si ya la dimensión y extensión de estas protestas contra el aspirante a Rey son significativas, también importan las modalidades del actuar ciudadano, en particular el uso del humor y de la sátira contra los abusos del poder. Además de pancartas alusivas al tema de las marchas “No Kings”, a la Constitución y las libertades, algunas con caricaturas del presidente coronado, algunas personas se vistieron de Estatua de la Libertad (símbolo de una democracia abierta a los migrantes), otras revistieron botargas de animales danzantes, como la Rana y el Pollo bailarines que popularizaron manifestantes de Portland y Chicago como formas pacíficas de resistencia contra los ataques de ICE y de la Guardia Nacional militarizada en semanas recientes.

Como sabía bien Valle-Inclán al satirizar a la monarquía española y a los dictadores latinoamericanos, en Tirano Banderas por ejemplo, la sátira fisura la fachada de solemnidad y grandeza de los poderosos. La especialista en dictaduras Ruth Ben-Ghiat, por su parte, ha señalado que el humor puede disminuir el miedo, denunciar con efectividad la corrupción y la injusticia o mostrar lo absurdo de la retórica y las acciones de los tiranos al sacarlas del contexto oficial (véanse sus columnas en Lucid de Substack). Por ello, explica, a medida que los autócratas “consolidan su poder, se vuelven más inseguros y menos tolerantes a la crítica, aunque ésta se haga como burla”.

Trump ya ha demostrado su nulo respeto por la libertad de expresión (de sus críticos) al atacar a comediantes y periodistas que se atreven a criticarlo, y al impulsar lo que puede considerarse una campaña de odio contra ciudadanos descontentos y “desobedientes”, sobre todo organizados, a quienes su gobierno ha estigmatizado como antifascistas ( como si serlo fuera destructivo) y proyectado como una organización cuasi terrorista, denominada Antifa, imagen descalificada como ente imaginario por politólogos y periodistas. No existen frentes antifascistas como en la Europa de los años 30, ni una coordinación nacional de ese tipo en E.E.U.U. Además, ser antifascista no es ser terrorista, ni violento siquiera. Este es un ejemplo de la manipulación de la realidad por inversión: los violentos acusan a sus críticos de serlo para demonizarlos y escalar la violencia contra ellos.

Probablemente hagan falta más y más masivas protestas para minar la arrogancia del autócrata y despertar al Congreso. Para muchas personas que se han sentido aisladas, temerosas o deprimidas por las amenazas de la tiranía, son ya una fuente de inspiración, energía y esperanza.

admin