Cómo repensar el desarrollo económico dentro de los límites del planeta
Durante décadas, el Producto Interno Bruto (PIB) se convirtió en la métrica universal para definir si un país “va bien” o “va mal”. Sin embargo, para Federico Llamas, fundador de la Universidad del Medio Ambiente (UMA) en Valle de Bravo, este indicador dejó de ser suficiente para explicar el verdadero progreso de una sociedad.
El PIB solo mide cuánto se mueve la economía, sin distinguir si ese movimiento mejora la vida de las personas o daña el entorno. “Si hay un derrame petrolero y se gastan millones en limpiarlo, el PIB crece; pero si una madre cuida a sus hijos o una comunidad protege sus bosques, eso no aparece en ninguna estadística económica”, señala.
Llamas, en entrevista para El Economista, recuerda que el propio creador del PIB, Simon Kuznets, advirtió al Congreso de Estados Unidos que no debía usarse para medir el bienestar. Aun así, el mundo lo adoptó como brújula económica.
Hoy, sostiene, el deterioro ambiental, la desigualdad y las crisis globales muestran que la economía no puede seguir creciendo desconectada de la realidad ecológica y social.
La Economía de la Dona: prosperar sin rebasar los límites del planeta
Ante ese agotamiento del modelo, surge la Economía de la Dona, propuesta por la economista británica Kate Raworth. Este enfoque plantea que el desarrollo debe garantizar un mínimo de bienestar social (salud, educación, vivienda, igualdad) sin sobrepasar los límites ecológicos que permiten la vida en el planeta.
El círculo interior de la “dona” representa los derechos humanos básicos; el exterior, las fronteras planetarias como el clima, el agua, la biodiversidad, los suelos o los ciclos del nitrógeno. Entre ambos se encuentra la zona segura y justa para la humanidad.
Para Llamas, lo valioso de este modelo es que combina ciencia ambiental con justicia social. No se trata solo de “crecer de forma verde”, sino de diseñar economías regenerativas, capaces de restaurar ecosistemas y garantizar vidas dignas. “Nuestro bienestar depende de la salud planetaria. No es una cuestión de salvar al planeta, es una cuestión de salvarnos a nosotros”, afirma.
Qué papel juegan las empresas en esta transición
Aunque el discurso sobre sostenibilidad suele enfocarse en gobiernos y ciudadanos, Llamas sostiene que las empresas también deben asumir un rol central. Muchas ya aplican estándares como ESG (ambiental, social y gobernanza), ISO o los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero considera que eso es solo un primer paso.
La Economía de la Dona, dice, permite ir más allá: ayuda a que las empresas evalúen cómo su actividad impacta los límites planetarios y si contribuyen o no al bienestar social.
En lugar de centrarse únicamente en emisiones de CO2, este modelo permite analizar qué recursos naturales toca cada industria, cuánta agua usa, cuánto suelo modifica, qué efectos tiene en la salud de las comunidades o en los empleos que genera. “Es un marco más completo y científico, que obliga a tomar decisiones con una visión de largo plazo. No para frenar la innovación, sino para reorientarla”, explica.
México rumbo a 2030 y la COP30: del discurso al diseño de políticas
A pocos días de que inicie la COP30 y a cinco años del cierre de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, la pregunta para México, plantea Llamas, no es si debe cambiar, sino cómo. Para cumplir con sus compromisos climáticos y sociales, el país necesita algo más que voluntad política, es decir, requiere métricas, ciencia y capacidad institucional.
Entre las transformaciones urgentes menciona retomar la transición hacia energías renovables, fortalecer a los institutos de investigación ambiental, garantizar el cumplimiento de leyes ecológicas y proteger a las personas defensoras del territorio.
También propone que el bienestar social no se mida solo en términos de transferencias económicas o crecimiento del PIB, sino considerando factores como salud, acceso al agua, biodiversidad, participación comunitaria y cohesión social. “México ha hablado de bienestar en su discurso político; ahora necesita construir los instrumentos para medirlo y sostenerlo en el tiempo”, advierte.
Liderazgos que ya lo están intentando
Desde la UMA han surgido proyectos que buscan materializar esta nueva economía. Según datos de la institución, el 92% de sus egresados trabaja en temas socioambientales y más de la mitad fundó sus propios emprendimientos.
Algunos ejemplos son el desarrollo de fertilizantes orgánicos premiados internacionalmente, la creación de leyes de economía circular o el aprovechamiento de residuos industriales para la construcción.
Otros trabajan desde dentro de grandes empresas como Bimbo, IKEA o PepsiCo, impulsando cambios desde la gestión corporativa. Para Llamas, estos casos demuestran que la sostenibilidad no es solo activismo: también es innovación, modelo de negocio y política pública.
Una nueva brújula económica es posible
Federico Llamas no propone eliminar el PIB, sino dejar de depender únicamente de él. Plantea que el futuro requiere múltiples métricas: ambientales, sociales y económicas, capaces de reflejar la complejidad de la vida humana. “Ni el crecimiento económico ni el CO2 por sí solos nos dicen si estamos mejor. Necesitamos medir bienestar y salud planetaria al mismo tiempo”, resume.
Repensar el desarrollo dentro de los límites del planeta implica un cambio de narrativa y de prioridades. Ya no se trata de crecer a cualquier costo, sino de preguntarnos qué tipo de crecimiento vale la pena sostener. O, como Federico Llamas lo resume, “no necesitamos una economía más grande, sino una economía más justa y más viva”.
UMAFest 2025
Durante la conversación, Federico Llamas adelantó que este 8 y 9 de noviembre la Universidad del Medio Ambiente abrirá sus puertas para el UMAFest, un encuentro anual donde se exploran ideas y soluciones que buscan replantear la forma en que vivimos, producimos y nos relacionamos con la naturaleza
No es solo un evento académico, sino un espacio para co-crear alternativas reales: desde economías del buen vivir y agricultura regenerativa, hasta inversión sistémica, ciudades esponja y modelos de economía circular.
En esta edición participarán organizaciones nacionales e internacionales como BCorp, CoSystemic, SVX, New Ventures, ECOCE, ARARE, Tierra de Monte, Synergy, Wellbeing Alliance y La Vaca Independiente, que trabajan activamente en transformar el sistema económico y empresarial desde una lógica regenerativa.
Además de los paneles y talleres, el encuentro incluye caminatas por el bosque, música, comida local y espacios de convivencia, como una forma de vivir en la práctica lo que se discute en teoría: comunidades que habitan el territorio sin romper sus límites.



