Cómo hacer un helado de carlota de limón con galletas María

En la memoria colectiva mexicana, pocos postres evocan tanta nostalgia como la carlota de limón. Esa combinación sencilla de leche condensada, jugo de limón y galletas María ensamblada en capas frías es casi un rito familiar. Es el postre de las celebraciones caseras.

Pero la cocina está viva y evoluciona, y con ella evolucionan los postres. El helado de carlota de limón es un ejemplo perfecto de cómo reinterpretar una receta clásica para adaptarla a nuevos antojos y climas más cálidos. Es un puente entre el recuerdo y la innovación: mantiene la esencia del limón ácido y cremoso equilibrado con la dulzura sutil de las galletas María, pero ahora en forma de un helado cremoso, listo para sorprender en cada cucharada.

Ingredientes icónico

Hablar de carlota es hablar de la galleta María. Introducida en México en el siglo XX, esta galleta sencilla y económica se convirtió en un básico de la repostería popular. Su sabor ligeramente avainillado y su textura firme la hacen ideal para absorber cremas y jugos, creando capas deliciosas en postres fríos. En el helado, las galletas María se transforman en un crumble suave y mantequilloso que aporta textura y sabor clásico.

El jugo de limón es otro elemento esencial que no puede faltar. México es uno de los principales productores de limón en el mundo, y su sabor ácido y vibrante es un sello de identidad en la gastronomía nacional. En este helado, el limón fresco mantiene su papel central, aportando ese contraste refrescante y chispeante que equilibra la dulzura de la mezcla.

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