Cómo entender el escándalo de Jeffrey Epstein y el riesgo que corre Trump
La votación en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, para demandar que el Departamento de Justicia en Washington, dé a conocer la investigación confidencial que tiene sobre las acusaciones de pederastia contra el multimillonario Jeffrey Epstein va directamente a los cimientos de la separación de poderes en Estados Unidos, las estrategias políticas actuales y la naturaleza de la burocracia federal estadounidense.
Aquí le explicamos el significado de esta acción, y le decimos también por qué el Presidente no ordena “por decreto” que la investigación se haga pública.
Le explicaré también cuál es el juego político que hay detrás.
El significado de que la Cámara de Representantes lo apruebe representa la “fuerza de las leyes” contra la “discreción judicial”.
El Departamento de Justicia y el FBI suelen mantener sus archivos de investigación en secreto para proteger a las víctimas, los testigos y los métodos de investigación de los fiscales.
En este caso sobre Epstein, cuando el Congreso entero aprueba una ley y la pasa para la firma del Presidente, el Departamento de Justicia pierde su “discreción”. Y los pormenores de la investigación dejan de ser opcionales. El voto de la gente manifestado a través de sus representantes en el congreso, se convierte en un mandato legal para que el gobierno entregue los documentos y los haga públicos.
Lo más dañino de esta acción es que es una manifestación de la “Desconfianza Institucional” porque significa que el Congreso no confía en que el Departamento de Justicia y sus órganos de investigación como el FBI, están siendo transparentes voluntariamente.
Esta es una manifestación por parte de los legisladores de que la agencia judicial del gobierno federal está protegiendo a personas poderosas o encubriendo los fallos que pueden surgir en una investigación tan complicada.
Las personas poderosas, son los “amigos” del multimillonario Jeffrey Epstein. Hombres adultos, que compartieron con él, la muy despreciable práctica de tener actividades sexuales con niñas menores de 15 años.
En la lista de poderosos aparecen muchos que fueron “amigos” de Epstein, y que siempre negaron ser parte de este abuso sexual de menores. Entre esos poderosos pudieron estar el expresidente Bill Clinton, su ex Secretario del Tesoro y ex Presidente de la Universidad de Harvard Larry Summers.
El acaba de anunciar que desaparecerá de la vida pública porque sabe que su nombre está comprometido en esta investigación judicial.
Está también el ex príncipe Andrew del Reino Unido, a quien su hermano el Rey Carlos, acaba de despojar de todos sus títulos reales e incluso de propiedades raíz que Andrew había heredado de la Corona. Finalmente, junto con otros poderosos, podría estar también el nombre de Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos.
Hay una diferencia entre los pormenores de la investigación y los llamados “Papeles de la Corte”:
“Ojo”, no hay que confundir los documentos de la investigación, con los documentos que se han liberado recientemente por orden de una jueza en Nueva York y que son en referencia del caso civil de una de las jóvenes víctimas de las actividades de Epstein, de nombre Virginia Giuffre.
Lo que la Cámara de Representantes demando con su voto hoy, es que sean liberados todos los archivos internos del FBI y del Departamento de Justicia; incluidas las entrevistas, notas de los agentes investigadores y vigilancia, que nunca llegaron a ser parte de un juicio público.
¿Por qué hacer el Teatro cuando el Presidente Trump podría ordenar que los documentos se hagan públicos sin necesidad de los votos en el Congreso?
La realidad, dicen los expertos legales, es que técnicamente, eso podría ser cierto. En la práctica, es algo que representaría dificultades legales para el propio presidente Trump.
Es cierto que el Departamento de Justicia es parte del Poder Ejecutivo y que el Presidente encabeza esa rama del poder público. Según la teoría del “Ejecutivo Unitario”, el Presidente podría ordenar la desclasificación y publicación de casi cualquier cosa.
Sin embargo, no lo hace por múltiples razones, legales, prácticas y políticas.
El principal obstáculo político es lo que forma las normas de independencia del Departamento de Justicia:
Desde el escándalo de Watergate, que acabó con la presidencia de Richard Nixon, existe una norma muy fuerte de que la Casa Blanca no debe interferir en las investigaciones criminales ni en el manejo de archivos del mismo Departamento de Justicia.
Si Trump, o el expresidente Biden, en su momento, hubiesen ordenado liberar archivos específicos, se les podría haber acusado de politizar la justicia para atacar a sus enemigos o proteger a sus amigos. Las consecuencias legales de esa acción le costaron la presidencia a Nixon.
Riesgos Legales y de Privacidad:
En este caso, el Presidente se expondría a demandas masivas. El gobierno tiene la obligación de proteger la privacidad de personas que fueron investigadas pero No acusadas. Si el Presidente ordena liberar todo “a la fuerza” y arruina la reputación de alguien inocente, eso sería un desastre legal.
Y después está el muy complicado concepto de la Protección Política conocida como ‘Culpabilidad compartida’.
Si el Presidente ordena que los archivos se hagan públicos, estaría emitiendo esa orden solo. Por lo tanto se convertiría en el único responsable de las consecuencias negativas de esa acción. Por ejemplo; si se filtrara el nombre de una víctima por error.
En cambio, si es una ley aprobada por el Congreso, la responsabilidad es compartida por todo el gobierno.
Eso nos lleva a las preguntas:
¿Cuál es el trasfondo político? ¿A qué están jugando?
Aquí es donde entra la estrategia real del “juego político”:
El arma de doble filo es el riesgo mutuo:
Los Republicanos presionan por la liberación de estos materiales esperando encontrar información que dañe a los Demócratas, específicamente buscando más vínculos que prueben la culpabilidad de Bill Clinton.
Sin embargo, eso es un juego peligroso porque Donald Trump también no ha sido exonerado de tener múltiples vínculos con Epstein. Además esos vínculos son y han sido por años muy conocidos. Los dos, Epstein y Trump, eran contemporáneos y los dos compartían el gusto por las mujeres y tenían millones de dólares para ser usados en sus “diversiones”.
Lo que hay que aclarar aquí es que Trump no ha sido señalado ni acusado directamente y hasta hoy no hay ninguna evidencia que haya sido presentada, que lo ligara a alguna actividad de pederastia. El mismo presidente siempre se ha dicho inocente.
Un punto más: Al forzar la votación, los republicanos obligan a los demócratas a cruzar una navaja de dos filos. El votar “sí” puede llevarlos a dar la impresión de que están encubriendo a pederastas. El voto de “no” los hace susceptibles a ser atacados por ocultar la verdad.
Por último está el populismo contra la transparencia:
El caso Epstein es uno de los pocos temas donde la opinión pública es casi unánime: la gente cree que las élites (políticos, empresarios, realeza) están protegidos por el sistema. Aprobar esto permite a los congresistas volver a sus distritos y decir… “Yo luché contra la élite y exigí la verdad”. Lo cual en Estados Unidos, en este momento es muy rentable electoralmente.
El riesgo con todo esto es “deslegitimar al FBI y a la Fiscalía General del país representada por el Departamento de Justicia:
Para el sector más conservador (MAGA),(Make America Great Again), el partido creado informalmente por Trump con las cenizas de lo que alguna vez fue el Partido Republicano, esto es parte de una guerra más amplia contra el “Estado Profundo” (Deep State).
Al exponer los archivos, esperan demostrar que el FBI fue incompetente o corrupto al permitir que Epstein operara tanto tiempo, lo que debilita la credibilidad de estas agencias ante el público.
Como punto final: El Presidente no ordena que los archivos se hagan públicos porque eso rompería las normas de independencia judicial y asumiría demasiado riesgo político para el presidente Trump. El Congreso vota para forzar la mano de la burocracia, y con eso ganar puntos políticos con el electorado y, potencialmente, encontrar “trapos sucios” de sus rivales políticos. Aunque como usted acaba de leer el riesgo que corren al actuar como lo están haciendo es el mismo que siempre hay en Washington… cuando se ataca con lodo, existe el riesgo de salpicarse a sí mismos.
Ahora esto va al senado en donde deberá ser aprobado muy pronto.
