Colectores con 50 años de antigüedad, foco rojo para Guadalajara

Guadalajara, Jal. Colectores que datan de hace 50 años y la falta de un monitoreo a los mismos por parte del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), así como el aumento en la presión de esa infraestructura debido al crecimiento poblacional en la ciudad, son algunas de las causas que han ocasionado los megasocavones que se han registrado en la zona metropolitana de Guadalajara, comentó a El Economista, el investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Arturo Gleason Espíndola.
“En este caso, es muy probable que la concentración de todos estos escurrimientos con el tiempo, hayan ido presionando las tuberías hasta el grado de provocar fugas y estas fugas empiezan a fluir hacia la barranca llevándose lo que le llamamos los finos dejando oquedades u hoyos que se van haciendo de manera silenciosa, hasta que sucede que un camión o un vehículo de un peso muy grande presiona, y como no hay nada que detenga el suelo porque el agua ya se llevó el suelo, pues colapsa y se provocan estos accidentes nefastos”, explicó el doctor en Urbanismo.
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Detalló que la vida útil de un colector es de 25 a 35 años siempre y cuando se les dé mantenimiento y sean monitoreados; no obstante, indicó, hay algunos como el del Río San Juan de Dios que fue el primer colector de Guadalajara que data de hace más de 100 años.
“Desde avenida Revolución hacia el parque Morelos por la Calzada (Independencia), está el colector más viejo, tiene más de 100 años, y los que están aledaños, los que se conectan de la parte poniente hacia la Calzada están bien viejitos también”, expresó el investigador.
Gleason Espíndola lamentó que el monitoreo de colectores no haya sido prioridad en el sistema operador del agua y alcantarillado, ni de los gobernantes.
“¿Qué se puede ver con el monitoreo?, pues si ya están a punto de colapsar, si hay socavones, si tienen fugas, hasta el nivel de explosividad se puede medir dado que hay una concentración de gases. Todo esto, si fuera prioridad, estaría en el presupuesto anual del SIAPA pero lamentablemente, no es así”, enfatizó.
Advierte foco rojo
El investigador de la UdeG advirtió, por tanto, que los socavones como el registrado el pasado viernes 4 de julio en la avenida Malecón, con 30 metros de longitud, siete de diámetro y cinco de profundidad, pueden repetirse.
“Estos son los más mediáticos, son los más grotescos lamentablemente, pero continuamente el SIAPA ha estado atendiendo socavones, cuando menos que yo sepa, en los últimos diez años. Lo que ha pasado es que se están haciendo más grandes y en puntos estratégicos del tránsito y es mucho más vistoso en ciertas áreas de nuestra ciudad que se vean estos socavones”, puntualizó.
“Y si uno conoce que estos colectores en una gran mayoría tienen más de 50 años, y al que tiene más de 100 años no se le da mantenimiento, ahí hay un foco rojo que ojalá pueda atender la autoridad”, subrayó Gleason Espíndola.
“Que la autoridad pueda revisar al menos ese colector y todos los colectores antiguos, sobre todo aquellos que descargan a la barranca que es el caso del San Gaspar en Tonalá, el Osorio que fue el que tronó ahora, el San Andrés, el de Atemajac y San Juan de Dios porque estas descargas son como embudos, durante muchos años están recibiendo gran cantidad de agua y es probable que haya socavones en las partes bajas y en el colector San Juan de Dios en la Calzada y Juárez”, precisó.
Afecta crecimiento vertical
De acuerdo con el especialista, otra variable que ha influido tanto en un mayor número de puntos de inundación como la presión de los colectores, es el “boom” de desarrollos verticales.
“Están bloqueando los escurrimientos subterráneos; o sea, al tener sus estacionamientos subterráneos, el agua que normalmente fluía por debajo de esas casas que ahora son edificios, pues están buscando salir por otros lados y haciendo socavones. Entonces, también estas nuevas construcciones, hablo del caso de, por ejemplo Providencia que ha estado el boom de los edificios altos, habría que revisar también si no se están provocando socavones en arroyos subterráneos”.
Arturo Gleason reconoció que las soluciones “no son fáciles”, toda vez que los colectores con medio siglo de antigüedad se encuentran en toda la cuenca del Valle de Atemajac; es decir, el valle que circunda el Cerro del 4 al Sur, el cerro Santa María al Oriente, el cerro del Colli al Poniente y la barranca al Norte.
“Estamos hablando, al menos de este valle donde está el municipio de Guadalajara, estamos hablando de 35,000 hectáreas entonces, hay que meter equipos, hay que hacer escaneos, ir detectando los puntos donde haya mayor riesgo”, abundó el académico.