China implementa el “etiquetado frontal” a contenidos hechos con IA
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Desde el 1 de septiembre de 2025, China se convirtió en el primer país en hacer obligatoria la identificación clara de todos los contenidos generados con inteligencia artificial. La nueva normativa, impulsada por la Administración del Ciberespacio de China (CAC) y otros ministerios, establece que cualquier texto, imagen, audio, video o entorno virtual producido por algoritmos debe llevar un etiquetado que advierta a los usuarios de su origen artificial. Este “etiquetado frontal” puede tomar varias formas desde un aviso textual que indique “generado por IA”, hasta iconos visibles, marcas gráficas en las imágenes, o incluso mensajes de audio que acompañen un clip. Junto a esta señal perceptible, la ley también exige una segunda capa de identificación oculta para el usuario, incrustada en los metadatos de los archivos, con claves estandarizadas o marcas de agua digitales.
Los proveedores de servicios de generación de IA deben aplicar estas marcas desde el origen, mientras que las plataformas de redes sociales y distribución tienen la obligación de verificar los contenidos y añadir etiquetas si detectan que no las tienen. Incluso los usuarios que publiquen materiales creados con IA deben declararlos en el proceso de carga. De no hacerlo, se enfrentan a sanciones por manipulación o falsificación de etiquetas. Hasta las tiendas de aplicaciones tienen un papel que cumplir, pues solo se comercializarán apps que demuestren mecanismos para cumplir con las normas.
Alcances e implicaciones El alcance de la regulación es amplio y posiciona a China como pionera en un terreno que hasta ahora se autoregulaba. Al exigir transparencia desde la creación hasta la distribución, el gobierno contendrá fenómenos como la desinformación, el fraude digital y el uso malicioso de deepfakes. Al mismo tiempo, eleva los estándares de trazabilidad y responsabilidad, obligando a las plataformas y empresas tecnológicas a invertir en sistemas capaces de verificar y advertir en tiempo real sobre la naturaleza del contenido que circula en internet. La medida también abre interrogantes sobre su impacto en la innovación. Al aumentar la carga regulatoria para compañías que desarrollan herramientas de IA, se podría ralentizar el despliegue de nuevos productos o motivar un enfoque más cauteloso en su uso comercial. Sin embargo, la administración china justifica este costo al subrayar la necesidad de garantizar seguridad social y estabilidad política en un contexto donde la manipulación mediática con algoritmos se percibe como una amenaza. Este enfoque contrasta con el de otras regiones. La Unión Europea tiene prevista la entrada en vigor de la Ley de IA en 2026, la cual contempla obligaciones de transparencia, aunque con un marco menos inmediato y exhaustivo. Estados Unidos, por su parte, avanza con iniciativas parciales y acuerdos entre empresas privadas, sin un marco federal que imponga obligaciones obligatorias de etiquetado.
¿Para quiénes aplica? Los proveedores de servicios de IA, desde startups hasta gigantes tecnológicos, etiquetarán desde el momento de la generación. Las plataformas de redes sociales, como WeChat, Douyin, Weibo o Xiaohongshu, deben asegurarse de que los contenidos que circulen en sus espacios estén correctamente identificados, añadiendo marcas si detectan irregularidades. A nivel internacional, compañías como Google, Meta, Microsoft y OpenAI muestran interés en avanzar hacia la transparencia, pero sus esfuerzos se mantienen en el terreno de lo voluntario. Estas empresas participan en consorcios como el C2PA, que promueve el uso de metadatos estandarizados para marcar el origen de imágenes y videos, aunque la adopción es aún desigual y depende de la voluntad de cada actor. En este sentido, la regulación china coloca la vara más alta, al hacer obligatorio lo que en otras regiones sigue siendo una aspiración.
¿Por qué es relevante este tipo de etiquetado? Para los usuarios, garantiza un mínimo de transparencia que les permite distinguir entre lo creado por personas y lo producido por máquinas. Para los gobiernos, representa un mecanismo de control frente a la propagación de noticias falsas, campañas de desinformación o fraudes digitales. Para las empresas, abre la posibilidad de construir confianza en un entorno donde la credibilidad del contenido es cada vez más frágil. Al implementar esta normativa, China no solo regula su propio ecosistema tecnológico, también envía un mensaje al resto del mundo sobre la dureza en ciertas reglas de jugadores locales y externos.
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