Camino al paraíso de la otra esquina: Descanse en paz Mario Vargas Llosa

“La literatura nace del paso entre lo que el hombre es y lo que quiera ser”, Mario Vargas Llosa

Se dice que el arte es profecía y los artistas intérpretes de los espejismos que se reflejan en la superficie. Esto pasa porque el arte los aleja del miedo y suaviza la caída cuando el camino se cierra convirtiéndolos en presas de la censura, las amenazas o un exilio que no acaba con la esperanza, el hambre de cambio y la libertad de expresión.

Con la muerte de Mario Vargas Llosa se va un observador clarividente, un entendido de la naturaleza humana, pero más que nada, un escritor iluminado capaz de sacar a sus lectores de sí mismos para llevarlos a los más coloridos escenarios, los dilemas vitales de hombres y mujeres de carne y hueso y la expresión franca e irónica del alma latinoamericana, esa que se desborda en un cúmulo de enojo y resentimiento, pero también en la mística, la risa, mucha música y el peso de las creencias y la religión.

Quizá por eso la muerte de Vargas Llosa nos afecta más que otras. Duele por que sabemos que con la partida se acaba su capacidad de seguir creando maravillas como El paraíso de la otra esquina, Pantaleón y las visitadoras o La fiesta del chivo. Ya no podremos recibir nuevas lecturas e identificarnos con los universos anímicos de sus personajes, las detalladas descripciones de las cuidades que hacía suyas, lo intrigante de sus historias o el deleite y la sorpresa de sus desenlaces.

Empecé a leer a este genial peruano, luego español y dominicano, desde que tengo uso de razón y lo maravilloso es que con cada libro la experiencia cambia, se expande y se agradece. Sus líneas hablan de gozo, pero se cuidan en reflejar la cosmovisión del autor, explícito y valiente en el momento de reconocer “al otro” como un ente tan valioso como el que lo mira -cuando el tema no era lo que es hoy-, hasta la síntesis de las ideas de Torres García, donde el debilitado y retrasado sur, con todas sus peculiaridades, se convierte en el poderoso norte, reivindicando así sus derechos y su llamado a la igualdad.

Lo curioso es que cuando abraza la vuelta al mapa, Vargas Llosa pone por delante su intuición en el momento de reconocer que, a pesar de que no había más camino que el de la propia revaloración, Latinoamérica estaría irremediablemente marcada por la inestabilidad política, económica y social y si en verdad se construía como el norte, sería uno artificial, repleto de las carencias y dolencias propias de la región, entre ellas, la dictadura perfecta que Vargas Llosa identificó en el México de la segunda mitad del siglo pasado.

Muy afin al autoritarismo con el que Lorenzo Meyer explicaba el régimen de un sólo partido en los ochenta, después de las aportaciones de publicaciones como “La democracia en México” (Pablo González Casanova, 1965) “El estilo personal de gobernar de (Daniel Cosío Villegas, 1974), “El Presidencialismo mexicano” (Jorge Carpizo, 1978), el debate que articuló Vargas Llosa junto con Enrique Krauze y el respetado Octavio Paz, que acabó muy sorprendido por los dichos del peruano, implicó una provocación.

La reiteración de que, a pesar de la llegada del neoliberalismo, las cosas en México irían para mal, con un régimen que se atrevía a sobornar a los intelectuales con puestos de poder que, a la larga, favorecieran al partido único en una “dictadura camuflada” y la permanencia no de una sóla persona, sino de una fuerza política hegemónica e inamovible.

Lo curioso es que tan solo 10 años despues de la declaración de la Dictadura perfecta, México accedio a una verdera democracia, aunque todo indique que durará poco y el partido único y todopoderos volverá del pasado para reconfigurarse, quizá todavía con más fuerza. Algo que también auguró y lamentó Vargas Llosa fue el auge del populismo y que, en 2018, los mexicanos pensáramos en votar por Andrés Manuel López Obrador después de atestiguar lo que estaba sucediendo en Venezuela ¡Qué cosas!

Amante de la vida y partidario de la imposibilidad de la separación de lo personal y lo político, Vargas Llosa fue un hombre universal. Lástima que no fue tan inmortal y eterno como su producción literaria.

Debe ser fascinante dejar un vacío tan profundo después de una vida tan rica en todos sentidos. Descanse en paz.

admin