Bosch palomea revisión anticipada del T-MEC ante restricciones comerciales de EU

<![CDATA[

Desde hace semanas, los tambores del proteccionismo suenan cada vez más fuerte en Estados Unidos. Los nuevos aranceles impulsados desde Washington han sacudido el tablero del comercio regional y han puesto a muchas empresas en alerta. Para Bosch México, fabricante global de componentes electrónicos y sistemas automotrices, el nuevo entorno es “turbulento” y, ante ese escenario, la revisión anticipada del T-MEC aparece como una señal de relativa estabilidad. “Es positivo, porque cumplimos con el T-MEC. Entonces, para nosotros, nuestra mejor alternativa es seguir con el T-MEC”, afirma Aleander Firsching, presidente de Bosch México, en entrevista con Expansión. Desde su óptica, el tratado comercial es una especie de refugio frente a la creciente incertidumbre comercial.

Bosch cuenta con una presencia industrial robusta en el país: 16 sitios en total, de los cuales 11 están enfocados en manufactura, principalmente para el sector automotriz. Siete de estas instalaciones están dedicadas a la producción de componentes para vehículos, un negocio que depende altamente del mercado estadounidense. “Alrededor del 80% de nuestra producción en México va hacia Estados Unidos”, subraya Firsching. De ese porcentaje, casi toda cumple con el Valor de Contenido Regional del 75% que exige el T-MEC. Sin embargo, hay excepciones: los componentes electrónicos como baterías, sensores y ciertos módulos de software aún presentan desafíos para alcanzar ese umbral. El directivo explica que aún hay sectores en los que México tiene una participación limitada como proveedor. “Hay algunas áreas de producto que no son bien representadas aquí, como aluminio, acero… En la industria automotriz necesitas volúmenes altos, calidad estricta y entregas inmediatas, y en muchos casos los proveedores mexicanos tienen problemas con eso”. El año pasado, en un entorno global todavía marcado por la relocalización, Firsching declaró que Bosch buscaría atraer proveedores asiáticos a México, principalmente de China. La idea era fortalecer la cadena de suministro local ante la posible llegada de armadoras chinas al país. Pero ese panorama cambió rápidamente. Marcas como BYD, Chirey y Geely, que tenían intenciones de instalar plantas en México, han pausado sus planes. La nueva política comercial de Estados Unidos ha tenido un efecto inmediato: enfriar la llegada de inversión china a la región. Ante ese viraje, Bosch ha replanteado su estrategia y ahora pone el foco en el desarrollo de proveedores nacionales. “Estamos colaborando con el Gobierno Federal a través de iniciativas como el Plan México y también con la Industria Nacional de Autopartes como una de las empresas ancla”, detalla Firsching. La iniciativa busca aumentar la capacidad local de producir piezas que hoy deben importarse. Y no es menor: lograrlo puede marcar la diferencia entre mantenerse competitivo o quedar fuera del mercado estadounidense bajo las nuevas reglas. Bosch está celebrando este año siete décadas de presencia en México. Durante ese tiempo ha construido una red industrial que hoy posiciona al país como su principal motor de manufactura para América del Norte. El año pasado, la firma reportó ventas por 76,469 millones de pesos, con crecimientos a doble dígito en sus divisiones de equipo original automotriz, posventa, software y tecnología industrial. Bajo el lema “Local for local”, la compañía ha realizado inversiones estratégicas, como la ampliación de su planta en Aguascalientes con una inyección de 4,400 millones de pesos. El objetivo es instalar nuevas líneas de producción para sistemas de asistencia de frenado, uno de los productos clave en la transición hacia una movilidad más segura y automatizada. A pesar de la volatilidad, Bosch no contempla mover su producción fuera del país. Firsching afirma que sería inviable en el corto plazo y que cualquier cambio requeriría una planificación de largo aliento. “No cambias la producción de México en tres semanas. Necesitas tres años o más”, señala. La empresa se mantiene cautelosa, esperando claridad en las reglas del juego antes de hacer ajustes en su cadena de valor. “Cada empresa está checando escenarios, pero para tomar una decisión primero necesitas una base estable y después un plan. Sin una base estable no se puede decir nada”. La revisión anticipada del T-MEC, impulsada por el gobierno mexicano con respaldo de Canadá, busca justamente generar esa base. En un entorno donde los aranceles se han convertido en una herramienta recurrente de política industrial, mantener las reglas del tratado se vuelve una prioridad para muchos jugadores del sector. “Estamos muy convencidos de la competencia global y de que los mercados abiertos son la solución óptima”, apunta Firsching. “Los aranceles son una situación subóptima que pueden funcionar en el corto plazo, pero en el largo plazo hacen daño a todos”.

]]>

admin