¿Bomba nuclear o genocidio?
Los ataques aéreos asestados por Estados Unidos a Irán ocurren en dos planos.
El primer de ellos tiene que ver con la bomba nuclear. Con solo mencionarla, el corazón se hace pequeño.
El primer ministro Benjamin Netanyahu lleva 20 años alertando del peligro que representaría Irán si lograra obtenerla. Trump, por su parte, despreció el acuerdo negociado por Barack Obama con Irán, junto a otras potencias.
El único “árbitro” sobre el tema es el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas. Lamentablemente, las palabras de los líderes políticos de Estados Unidos, Israel e Irán no son confiables.
Diez días atrás el OIEA avisó al mundo que Irán ha ido incrementando el enriquecimiento de uranio hasta un 60% a través de sus centrifugadoras. La cifra roja es 90%; suficiente para producir el arma atómica.
Netanyahu, un político que se ha cansado en mostrar su desprecio por la ONU, aprovechó la oportunidad de atacar a Irán en el momento en que el OIEA publicó su informe.
En las últimas horas, el Secretario General de la OIEA, Rafael Grossi, ha sido amenazado por Irán.
Resulta curioso, el “árbitro” siempre quedará mal con una de las partes.
Un comportamiento similar ocurre con Trump. Cuando el acuerdo fue negociado por Obama, resulta que se trató del “peor acuerdo” negociado por un presidente de Estados Unidos (también se podría extender al TLCAN, por esa razón el presidente pidió negociar uno nuevo, el T-MEC).
También es curioso que las ojivas nucleares en manos de Kim Jong-un no le preocupen a Washington ni a Tel Aviv. El dictador norcoreano ya cuenta con misiles de largo alcance que podrían llegar a las playas de San Francisco. No se ve a un Trump animando a Corea del Sur y a Japón para atacar las oficinas de Kim Jong-un.
Para Benjamín Netanyahu, el reporte del OIEA equivale a algo similar a un renacimiento: le permitió que el mundo dejara atrás el genocidio en la Franja de Gaza. Por ejemplo, el canciller alemán declaró la semana pasada que Israel está haciendo “el trabajo sucio” que los europeos no se atreven a hacer.
Las palabras, cuando no son respaldadas por la realidad, se convierten en propaganda.
El gobierno de Estados Unidos asegura que “el mundo es más seguro hoy” luego de su ataque a Irán. La obsesión por la actuación del optimismo desdibuja de credibilidad a Estados Unidos y a Israel.
No es cierto. Los ciudadanos estadounidenses e israelíes son más vulnerables alrededor del mundo.
No se requiere ser un agente de la CIA o del Mossad para saber que hoy es más probable un ataque terrorista que la detonación de la bomba nuclear iraní.