Banco de México: una anécdota de defensa de su autonomía

A pesar de la autonomía del Banco de México, ocasionalmente se han presentado embates y presiones para que la Junta de Gobierno se incline por una determinada decisión de política monetaria. Esos momentos ponen a prueba la autonomía y el compromiso de la Junta de Gobierno con su mandato. Cuando la presión viene del presidente de la República, la defensa se vuelve por demás tensa.

Precisamente en junio de 2008, Banxico y el entonces gobernador Guillermo Ortiz enfrentaron fuertes presiones por parte del presidente y el secretario de SHCP, quienes buscaban influir en la decisión de política monetaria.

El contexto era que la dinámica de la inflación se venía acelerando, principalmente porque se acentuaron las presiones externas y el Banco de México declaraba que tuvo que revisar al alza sus proyecciones sobre la inflación. El 15 de febrero fijó su tasa en 7.50% y en las decisiones subsecuentes de marzo, abril y mayo no la modificó. La siguiente decisión era el 20 de junio.

La visión del gobierno era que sí había espacio para bajar la tasa, ya que consideraba que el diferencial en relación con la Reserva Federal era muy amplio y la actividad económica nacional se beneficiaría de esa baja. Comenzaron intensas presiones sobre el Banco. El presidente en turno señaló el 10 de junio: “Ojalá el Banco de México tenga la consideración de bajar las tasas de interés, puesto que ya están casi al doble de las que tiene Estados Unidos, a pesar de que la inflación en ese país es prácticamente igual a la de México”. Y ahondó que “hay que hacer lo mismo que Estados Unidos, que para impulsar a sus empresas ha bajado continuamente sus tasas de interés”.

El secretario de Hacienda también pidió públicamente que el Banco “meditara la posibilidad de bajar las tasas de interés, lo que sería posible por la coyuntura en Estados Unidos”.

Sin embargo, ante estas presiones del presidente y del secretario, el gobernador de Banxico declaró enfáticamente que “en periodos en que la inflación va al alza, difícilmente el banco central puede responder bajando las tasas; relajar la política monetaria podría resultar contraproducente”.

En los días previos a la decisión, el gobierno anticipaba que, ante la presión ejercida, la Junta de Gobierno cuando menos dejaría la tasa interbancaria sin modificación. Pero para su sorpresa, la decisión que dio a conocer el Banco fue: “la tasa objetivo se incrementa en 25 puntos base a 7.75%”. O sea, no sólo no la movió, ¡sino que la incrementó! La decisión de la Junta, además del sustento técnico, fue una respuesta contundente para hacer valer la autonomía. Ni el presidente ni Hacienda hicieron alguna declaración, y a futuro ya nunca más intentaron volver a presionar al Banco y a su gobernador. Para rematar la firmeza, en las dos decisiones de política monetaria subsecuentes de julio y agosto, la tasa se incrementó en 25 puntos base en cada ocasión para alcanzar 8.25%. En las siguientes tres decisiones la tasa permaneció en ese nivel. Este episodio muestra que un banco central independiente comprometido con su mandato hará todo lo posible para defender su autonomía. (Citas de Proceso, 10/06/2008).

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