Arquitectura que genera valor: Estudio BAO impulsa la plusvalía inmobiliaria con diseño sustentable

- Desde La Saladita, Guerrero, Estudio Bao está transformando la arquitectura mexicana con un enfoque que combina sustentabilidad, diseño con identidad local y rentabilidad.
En la costa de Guerrero, La Saladita se ha convertido en un punto de innovación arquitectónica y desarrollo sostenible gracias a Estudio Bao, fundado hace poco más de tres años por Diego Huerdo y Jaime García de Vinuesa. En este pequeño poblado cercano a Ixtapa, ambos fundadores han encontrado la oportunidad de impulsar un turismo de bajo impacto que une naturaleza, lujo y confort.
“Vimos un potencial enorme en Saladita, porque aún es una playa con costos accesibles pero con gran valor de crecimiento. Aquí llegan personas que buscan una vida más lenta, más conectada con lo natural, y eso se refleja también en la arquitectura que hacemos”, explicó Diego Huerdo en entrevista con El Economista.
Esa visión ha permitido que Bao se posicione como un referente en diseño arquitectónico con impacto económico, al desarrollar proyectos residenciales y de hospitalidad que incrementan el valor del suelo y, al mismo tiempo, respetan el entorno y fortalecen las economías locales.

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Sustentabilidad que genera valor financiero
Más allá de una tendencia, la sustentabilidad se ha convertido en el eje central del modelo de negocio de Estudio Bao. Para sus fundadores, la arquitectura puede y debe ser una herramienta económica de largo plazo.
“El lujo hoy se ve y se siente diferente. No se trata solo de materiales caros o espacios amplios, sino de un diseño que cuide el lugar, que respire con él. Un proyecto sustentable no solo protege el entorno, también aumenta la plusvalía de la propiedad”, afirmó Jaime García de Vinuesa.
Su enfoque combina tres elementos clave: materiales locales, mano de obra de la comunidad y decisiones de diseño bioclimático. En lugar de depender de tecnologías costosas, como paneles solares o sistemas inteligentes, Bao apuesta por la sustentabilidad en el diseño. “Usar la orientación solar, aprovechar los vientos o construir con tierra son decisiones simples que reducen el consumo energético y los costos operativos”, detalló Huerdo.
Además de su eficiencia térmica y acústica, la arquitectura con tierra y maderas locales permite que las viviendas se integren al paisaje y que su huella ecológica sea mínima. Al finalizar su ciclo de vida, los materiales pueden reincorporarse al entorno natural.
Pero el impacto va más allá de lo ambiental: la decisión de contratar mano de obra local ha fortalecido el tejido económico de la región. “Hemos visto cómo los equipos de construcción locales han crecido y se han profesionalizado. Hay más dinero circulando en la zona, más oportunidades y un cambio en la percepción del valor de la arquitectura tradicional”, comentó García de Vinuesa.

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Bao, pionero en destinos emergentes
En un contexto en el que los destinos costeros consolidados enfrentan saturación e inflación inmobiliaria, La Saladita emerge como una alternativa para el turismo consciente o “slow tourism”, una tendencia global que privilegia la conexión cultural y ambiental sobre el consumo masivo.
Estudio Bao se ha posicionado como pionero en este tipo de desarrollos en la zona, creando un nuevo lenguaje arquitectónico que combina tradición mexicana y diseño contemporáneo. “Muchos de nuestros clientes, especialmente los extranjeros, valoran vivir en una casa que refleje el lugar en el que están, con tejas, portales y materiales que evoquen la historia y el clima local”, apuntó García de Vinuesa.
Esta apuesta por la autenticidad y el sentido de lugar ha convertido al estudio en un proyecto potencial para inversionistas que buscan apostar por la identidad y valor a largo plazo. “Creemos que un proyecto pequeño puede tener un gran retorno si está bien diseñado, si respeta el entorno y se integra a la comunidad”, añadió Huerdo.

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Un lujo más consciente
Para Estudio Bao, el futuro de la arquitectura no está en construir más, sino en construir mejor. El resultado es una arquitectura que no solo transforma el paisaje físico, sino también el social y económico.
“Lo más valioso ha sido cambiar la mentalidad de construir con elementos de la naturaleza. Hoy esta misma técnica representa lujo, confort y respeto por el entorno”, concluyó García de Vinuesa.
Con esta visión Estudio Bao demuestra que la arquitectura puede ser un vehículo de transformación económica y cultural, capaz de generar bienestar sin comprometer el futuro de los lugares que habita.