Aranceles e IA ponen a prueba a México
Desde que Donald Trump impuso sus primeros nuevos aranceles el 12 de febrero, los efectos se sienten. No sólo en gobiernos que intentan contener el impacto, sino en empresas que ajustan gastos, frenan inversiones, rediseñan cadenas de suministro y reevalúan su presencia global. A esto se suma otro fenómeno de alcance aún mayor: la expansión acelerada de la inteligencia artificial (IA), que ya está modificando modelos de negocio, decisiones estratégicas y estructuras laborales. Aranceles y algoritmos no sólo están reconfigurando el empleo: están transformando el funcionamiento mismo de la economía global.
Las cifras hablan solas. Stellantis reportó pérdidas por 2,300 millones de euros y calcula que los aranceles le costarán otros 1,000 a 1,500 millones este año. Volkswagen y GM también sufren: esta última perdió 1,100 millones de dólares en el trimestre y prevé hasta 5,000 millones anuales. Ante esta presión doble —arancelaria y tecnológica—, muchas armadoras aceleran la automatización de sus plantas. El impacto no es solo financiero, también laboral: menos trabajadores, más robots.
El golpe alcanza a otros sectores. Stanley Black & Decker anticipa pérdidas por 800 millones de dólares. Dow Chemical, Pfizer y Johnson & Johnson reportan impactos de cientos de millones. Whirlpool ajustó dividendos y cayó 13% en bolsa. Muchas de estas empresas recurren a la IA para reducir costos, eliminar tareas repetitivas y sustituir personal administrativo. A medida que los aranceles encarecen la operación internacional, la IA reemplaza a personas.
En el comercio digital, la sacudida es doble. Por los aranceles, Shein subió precios hasta en 123% y perdió ventas en EU por 23 por ciento. Temu vio evaporarse a la mitad de sus usuarios. Amazon reorganizó su cadena de suministro, automatiza bodegas y ha despedido a decenas de miles de empleados para acelerar la transición digital. Cada plataforma adopta la IA para mantenerse competitiva en un entorno de aranceles crecientes y consumidores inestables.
En México, los aranceles al acero, aluminio, vehículos y tomate ya han costado 38,000 empleos formales, y podrían ser entre 150,000 y 300,000 este año. La presidenta Claudia Sheinbaum promete reindustrialización y capacitación técnica. Pero no basta con saber soldar: hoy se necesita entender procesos automatizados y operar sistemas inteligentes. Sin obreros capacitados tecnológicamente, las nuevas fábricas traerán robots, no empleos.
El contexto no ayuda. De acuerdo con la mayoría de los pronósticos, incluidos los del FMI y el Banco Mundial, el PIB mostrará estancamiento o contracción en 2025. Sin motores internos de crecimiento, muchas empresas recurren a la automatización para sobrevivir. Sustituir trabajadores por IA parece más viable que exportar entre guerras comerciales.
Todo lo anterior ocurre con un sistema educativo mal preparado. Se impulsó una reforma, vino una contrarreforma y México sigue rezagado: según la OCDE, ocupa el puesto 34 de 38 en habilidades digitales y el 36 en habilidades técnicas entre jóvenes de 15 a 29 años. El mundo no esperará a que nuestro país se ponga al día.
Los aranceles y la IA están transformando simultáneamente la realidad económica. Adaptarse no es opcional, es la única forma de seguir en la competencia.
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