Aranceles al jitomate mexicano: comercio justo o protección disfrazada

En 1996 el Departamento de Comercio de Estados Unidos inició una investigación por dumping en la que se analizaba si los productores de jitomate mexicano estaban exportando su producto a Estados Unidos por debajo de “un valor justo”. Este procedimiento se puso en pausa mediante un “Acuerdo de Suspensión”, que fue renovado en diversas ocasiones en los últimos treinta años, lo que hasta ahora había permitido a los productores mexicanos continuar con la exportación sin arancel.

Sin embargo, el acuerdo recientemente se terminó y se les estableció un arancel de 17.09%. Con ello los productores de jitomate mexicanos perderán y también los trabajadores de esas empresas. También pierden las empresas estadounidenses que han invertido en la cadena de producción de empresas mexicanas y que se dedican a distribuir el jitomate mexicano en Estados Unidos. ¿Quién gana? Los productores americanos que tendrán menos competencia del exterior.

Los consumidores americanos también pierden porque se encarece el precio del producto, entre un seis y un diecisiete por ciento, según diferentes estimaciones. También se dificulta su acceso a una variedad de jitomate que al parecer preferían, puesto que siete de cada diez jitomates que se compraban hasta ahora eran provenientes de México, en especial de Sinaloa. De hecho, se estima que la producción nacional de jitomate de Estados Unidos no es capaz de satisfacer la demanda por sí sola, por lo que los consumidores seguirán comprando el jitomate, aunque más caro.

Si está tan claro que los consumidores estadounidenses pierden, ¿por qué se impone el arancel? Probablemente, porque los consumidores encuentran mucho más difícil organizarse para ejercer presión en las autoridades. En cambio, las empresas jitomateras estadounidenses pueden fácilmente organizarse para exigir que se imponga el arancel. Si tanto los consumidores como los productores pudieran tener representados sus derechos de forma igual, lo más probable es que el arancel no se habría puesto.

Si bien este no es un caso de competencia económica, sino uno de comercio internacional, los principios de competencia económica pueden ayudar a entenderlo de mejor forma. Por ejemplo, el concepto de emparejar el piso competitivo. Pero esto que se dice fácil, no es sencillo de implementar en la práctica. Por ejemplo, surgen las siguientes dudas: ¿hay en efecto un valor justo por debajo del cuál no se deberían vender los jitomates? ¿Si lo hay, cómo se calcula? ¿Qué variables económicas se deben considerar en el análisis?

Es un problema parecido al que surge cuando se analiza la práctica conocida como “depredación de precios” en competencia económica, es decir la venta por debajo de costo injustificada, y que se hace con la finalidad de desplazar a un competir. Si bien es similar, el concepto “dumping” se suele usar para el comercio internacional y el análisis se basa en las diferencias entre precios internos y precios en el país exportador. No se suele usar una referencia de costos como sí sucede al analizar la depredación de precios.

Los aranceles y las políticas proteccionistas en general restringen el comercio internacional que suele beneficiar a los consumidores. No siempre están injustificados porque no es lo mismo el comercio libre que el comercio justo. Sin embargo, en un caso como el actual podrían perjudicar a los consumidores de nuestro principal socio comercial y a productores y trabajadores mexicanos.

Es bastante justificado que un gobierno desee promover la producción de las empresas de su país para que haya más puestos de trabajo, pero hay mejores vías. Por ejemplo, se pueden explorar políticas públicas que fortalezcan la innovación tecnológica en la producción y la capacitación de trabajadores.

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