Antes de liderar a otros, lidérate a ti mismo, con propósito
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En un mundo cada vez más frágil, ansioso, no lineal e incomprensible —el ya conocido entorno BANI—, el liderazgo ejecutivo no puede apoyarse únicamente en experiencia técnica o visión estratégica. Hoy, liderar con impacto exige integrar tres dimensiones clave: liderarme a mí mismo, liderar a otros y liderar a través de la complejidad organizacional. Juntas, forman la base de un liderazgo consciente, capaz de inspirar, alinear y transformar desde adentro hacia afuera.
Liderarme a mí mismo: el primer paso
Esta capacidad no es innata. Se construye. Se cultiva. Y comienza por un principio esencial: liderarse a uno mismo. Recientemente, acompañé a una ejecutiva regional en un proceso de intervención crítica. Jennifer (seudónimo), acababa de asumir la Dirección General Regional. Tenía el perfil perfecto: MBA en una universidad reconocida, años de éxito como líder funcional, respeto dentro de su industria. Pero algo no encajaba. Aunque los resultados no eran malos, el ambiente se sentía desconectado. Las decisiones no fluían. Y el equipo, aunque respetuoso, no estaba comprometido. En una reunión clave, en medio de una discusión de estrategia que no terminaba de alinearse y un equipo cada vez más tenso, uno de sus directores rompió el silencio: — “Eres la líder, pero no sabemos en qué crees tú.” Fue un golpe directo. Y también un regalo. Ese comentario le reveló una verdad incómoda: ningún líder puede inspirar a otros si no tiene claridad sobre quién es, qué representa y desde dónde lidera . Su transformación no comenzó con un plan operativo, sino con una conversación profunda consigo misma. Aquí empezó su verdadero viaje. No hacia un nuevo plan, sino hacia una nueva forma de estar presente. Liderarme a mí mismo implica conocerse, gestionarse, autorregularse y actuar con propósito. Es dominar el “juego interno” del liderazgo antes de enfrentar el juego externo. En el caso de Jennifer, entendió que, aunque tenía un plan sólido, lo que realmente faltaba no era estrategia, sino presencia . Esa capacidad de sostener con el cuerpo, la voz y la energía una visión clara, incluso cuando todo a su alrededor es incierto. No se trataba de saber más, sino de ser más : más consciente, más auténtica, más centrada. Porque la verdadera presencia no surge desde la prisa ni desde el piloto automático, sino desde la conexión con uno mismo. Y esa conexión solo se logra cuando lideramos desde la claridad interna —desde el propósito y la autoconfianza—, y no desde la urgencia, la ansiedad o la reacción. A partir de ese punto, focalizamos en cuatro dimensiones clave: 1. Autoconciencia – Saber quién eres, qué te mueve y cómo impactas a otros. 2. Inteligencia emocional – Gestionar emociones propias, leer el entorno y responder con intención. 3. Presencia ejecutiva – Mostrar firmeza con empatía, transmitir confianza incluso en la incertidumbre. 4. Propósito y resiliencia – Liderar desde el “para qué”, y levantarse con fuerza ante la adversidad. Estas cualidades no son abstractas. Se ven. Se sienten. Se respiran en una sala cuando un líder centrado entra. En momentos de conflicto, estos líderes no polarizan: escuchan. En momentos de crisis, no se precipitan: reflexionan. Jennifer no cambió de un día a otro. Su evolución fue intencional. Se apoyó en coaching ejecutivo, retroalimentación 360 y otras herramientas científicas de medición. Pero más allá de los recursos, lo que marcó la diferencia fue el trabajo de propósito: descubrió que su misión era “construir culturas de alto impacto donde los colaboradores sean asertivos, empezando por mí”. Algunas prácticas efectivas para desarrollarse en esta dimensión: – Evaluaciones y feedback estructurado – Revelan lo que otros ven, pero que aún no eres consciente. – Coaching ejecutivo – Acompañamiento personalizado para crecer con foco y profundidad. – Claridad de propósito – Cuando sabes para qué lideras, tomas mejores decisiones. – Manejo del estrés y nivel de energía – Porque un líder con burnout no puede liderar efectivamente. – Rutinas de reflexión – Espacios para pausar, procesar y alinear.
En la actualidad, la influencia no se impone: se gana. Y se gana desde la autenticidad. Cuanto más alta es tu posición, más visible se vuelve tu estado interno. Si tienes claridad, la contagias. Si tienes caos, también . Para Jennifer, liderarse a sí misma cambió todo. Su equipo empezó a seguirla no por su título, sino por su presencia. Por su coherencia. Por su propósito. Y esa transformación está disponible para cualquier líder que esté dispuesto a hacer el trabajo interno. Porque al final… “Liderarte, con propósito, es el primer acto de liderazgo. No puedes dar, lo que no tienes. Ni sostener lo que no habita en ti”. En el próximo artículo, exploraremos la segunda dimensión fundamental de liderazgo: Liderar a otros. Veremos cómo la confianza, colaboración y trabajo en equipo y la equidad e inclusión, entre otros, son bases fundamentales de éxito en roles de liderazgo. Pero por ahora, te invito a la reflexión: ¿Desde dónde estás liderando hoy: desde la reacción o desde el propósito? ¿Qué impacto emocional dejas en las personas después de cada reunión? ¿Cómo se siente tu equipo cuando tú entras a una sala? ¿Y cuando sales? ¿Qué decisiones estás tomando que reflejan tu verdadero propósito como líder? ____ Nota sobre Autor: Milton Rosario es cofundador y Socio Director de The OD Consulting Group, experto en Cultura Organizacional, Estrategia y Desarrollo de Liderazgo Ejecutivo. Ha trabajado con líderes del C-Suite a nivel global y ha sido Presidente del Colegio Nacional de Consejeros Profesionales Independientes, A.C. (CNCPIE). Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión
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