Alusiones personales
Prorrogado tres semanas por la mayoría oficialista, el debate sobre las presuntas responsabilidades jurídicas y políticas del exgobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández solo sirvió para mostrar las miserias de los parlamentarios. Y materializa el peor de los escenarios: es imposible que esta legislatura federal construya una reforma electoral por consenso.
La escuela implantada por Xóchitl Gálvez permeó entre los panistas. Ahora, Ricardo Anaya no quiso usar la tribuna, sino que blandió la sirena de un megáfono para presionar sobre lo que ya había acordado con el resto de los integrantes de la Junta de Coordinación Política: la discusión del punto de acuerdo con el que se emplazaría al coordinador de la bancada morenista en la Cámara Alta a separarse de su cargo y comparecer ante las autoridades judiciales para deslindarse de Hernán Bermúdez y “La Barredora”.
Lilly Téllez fue la encargada de justificar la proposición. A partir de allí comenzó una sesión deplorable, caracterizada por un criterio fijado por el presidente de la mesa de debates, Gerardo Fernández Noroña: si alguien aludía a uno de los presentes, podría darse respuesta inmediatamente.
El exgobernador de Tabasco finalmente encaró a sus críticos. “Yo no necesito del fuero… Toda su tiznadera me tiene sin mayor cuidado”. Entre los oradores, otros dos ex gobernadores. Uno, de Michoacán, el experredista Leonel Godoy, primero fustigó la “actitud porril” de Ricardo Anaya y llamó a sus colegas a evitar un show mediático.
Sin formar parte de la Comisión Permanente, el exgobernador de Campeche y dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, pudo intervenir en el debate para reiterar que no cejará sus denuncias contra la 4T. “No nos van a amedrentar, ni nos van a intimidar”.
Godoy reviró al líder tricolor, seguido por Alfonso Ramírez Cuéllar, Fernández Noroña y López Hernández, quien —sin usar sus tarjetas de apoyo— lanzó frases lapidarias. “Efectivamente, somos completamente distintos”, le dijo en primera instancia. “Lo suyo es el lodazal, el estiercolero; lo mío es seguir construyendo el segundo piso de la Cuarta Transformación”.
Ramírez Cuéllar de plano se pronunció por el desafuero de Alito, quien fajado en el estoicismo aseguró que los morenistas han hostigado a sus más cercanos, incluida hasta su madre. “Nos van a tener que matar. Yo ya tomé mi decisión y aguardo mi destino. Yo los aguanto y los enfrento, no nos amedrentan.
El cuarto turno —“alusión por alusión”— del líder morenista lo pinta tal cual. “Usted nunca ha sido un político brillante”, reviró a Alito, “Lo sí ha sabido es besarle el anillo, besarle la mano a quien le convenía, aunque después fuese a mordérsela. Como dicen en mi pueblo: ‘vulgar en privado, teatral en lo público y vacío en la política’. No, no se equivoque, no somos iguales: mi trayectoria no empezó siendo porro universitario”.
Fernández Noroña reclamó a la oposición estas tres semanas de golpeteo mediático contra López Hernández. “No somos iguales”, insistió, “nunca estaremos en el lodazal de la corrupción. Aquí no hay pactos de complicidad con nadie. No somos iguales, no nos llegan ni a la suela de los zapatos. Pandilla de rufianes”.
Panistas y emecistas fueron meros espectadores durante ese atrabiliario debate, hasta que Fernández Noroña hizo notar que las bancadas del blanquiazul emplazaron a una discusión sobre “la inseguridad en México” que derivó en este zipizape.
Federico Döring caracterizó a los senadores izquierdistas. A Noroña lo calificó como “un bufón legislativo, el arlequín de Palacio Nacional” y al exgobernador de Tabasco, como “el notario que lavó el dinero de López Obrador y sus hijos. Guardián de los secretos del expresidente”.
En su última intervención, Alito arremetió contra el presidente de la mesa. “Cuando hable del PRI, lávese la boca”, recomendó a Fernández Noroña para cerrar con el anuncio de otra gira internacional para denunciar las alcaldadas del lopezobradorismo.
“Como decía ese gran político, Hugo Chávez: águila no caza moscas”, reviró.