Alejandro del Águila cambió los números por los sabores

Alejandro del Águila cambió los números por los sabores

Con tan solo 26 años, Alejandro del Águila ha logrado lo que para muchos emprendedores representa una cima lejana: fundar y operar cinco restaurantes en tres ciudades del país, desde Mazatlán hasta la Ciudad de México y Puerto Vallarta.

Proveniente de Sinaloa y con una formación inicial en Actuaría, Del Águila decidió dejar la estabilidad de los números por la incertidumbre del sector gastronómico, motivado más por el instinto y la pasión que por una fórmula académica.

Aunque no contaba con experiencia previa en el mundo restaurantero, Alejandro dio sus primeros pasos con una franquicia de cafetería en su ciudad natal.

Muy pronto, comprendió que más allá del romanticismo de servir buenos platillos, el negocio requería disciplina, temple y una curva de aprendizaje empinada. “Nadie te dice lo difícil que es manejar inventarios, lidiar con personal o levantarte a las 7:30 a barrer porque el equipo no llegó”, recuerda.

Uno de sus proyectos más destacados es Luzia, un restaurante en la zona de Polanco, CDMX, que nació casi por casualidad y que hoy es reflejo de su estilo de liderazgo: intuitivo, colaborativo y visionario. La historia comenzó con una amistad forjada en las mesas de un restaurante local en Mazatlán, continuó con carnes asadas y culminó en la apertura de un concepto propio junto al chef Jaime, su socio actual.

“Vimos un local en renta paseando con mi perro, marcamos sin tener un plan y así nació Luzia”

Además, Alejandro es franquiciatario de Sweet and Fit, un concepto originario de Guadalajara que promueve una alimentación saludable, alta en proteína, libre de azúcar y gluten.

La marca, que conoció como cliente, lo cautivó desde el primer bocado. Poco después, junto a su madre, inició el proceso para traerla a la capital del país. Hoy cuenta con dos sucursales en la CDMX y está en proceso de reubicar una para optimizar su operación.

La expansión no ha sido sencilla. De pronto, se vio al frente de un equipo de casi 50 personas, distribuyendo su tiempo entre distintas ciudades y aprendiendo a delegar.

“Ha sido un reto. Nadie te prepara para liderar equipos, pero creo que lo más importante es rodearte de gente con ganas, alinearlos con los valores de la empresa y confiar”.

Su visión de crecimiento no se detiene. Alejandro planea abrir más sucursales, lanzar nuevos conceptos gastronómicos y explorar la exportación de productos junto a su hermano, quien trabaja en la industria alimentaria. También contempla incursionar en el mercado estadounidense.

Con un estilo de liderazgo honesto y práctico, Alejandro no teme admitir que aún le queda mucho por aprender. Incluso ha contemplado trabajar medio tiempo como mesero en grandes grupos restauranteros para absorber conocimientos desde el piso. La humildad de su enfoque y la claridad de su propósito lo distinguen.

En un país donde muchos jóvenes dudan antes de emprender, especialmente fuera de su área de estudios, Alejandro ofrece un consejo directo: “No necesitas ser experto. Si algo te llama la atención y lo haces con fe en ti mismo, vale la pena intentarlo. Si no funciona, aprendiste”.

La historia de Alejandro del Águila es testimonio de cómo el emprendimiento, más que una ciencia exacta, es un acto de fe, intuición y trabajo constante. En su caso, también es una muestra de cómo se puede construir una carrera con ingredientes simples: pasión, disciplina y valentía.

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Alejandro del Águila, chef.Foto EE: Cortesía

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