Adiós a Ozzy Osbourne, celebrando al Príncipe de las Tinieblas

Adiós a Ozzy Osbourne, celebrando al Príncipe de las Tinieblas

El príncipe de las tinieblas Ozzy Osbourne dejó el escenario para siempre.

Hace unas semanas Ozzy subió por última vez al estadio del Aston Vila en su natal Birmingham, para despedir una carrera de más de medio siglo. El concierto Back to the Beginning fue una despedida para Ozzy de los escenarios y una última oportunidad para ver a la alineación original de Black Sabbath. Este martes el príncipe de las Tinieblas murió a los 76 años.

John Osbourne nació en Aston en 1948 en medio de la devastación y las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial. En Aston el único futuro que el joven Ozzy vislumbraba era una vida en la fábrica o en el crimen. Tuvo una serie de trabajos serviles en un matadero y como afinador de cláxones y tras una breve carrera criminal que lo llevó a la cárcel por 3 meses decidió que su única salida era la música. Con ayuda de su padre, compró un sistema de amplificación y colocó un aviso en el periódico: “Ozzy Zig necesita una gira”. A la llamada respondió Geezer Butler quien lo invitó a reemplazar a su cantante en la banda Rare Breed.

Ozzy fue de aquellos jóvenes cuya vida cambió para siempre cuando escuchó por primera vez a The Beatles. El álbum With The Beatles transportaban al joven Ozzy a un mundo fantástico fuera de la deprimente realidad de Aston, algo que después transformó con la música de Black Sabbath para llevar a los escuchas a un mundo apocalíptico y tenebroso.

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Black Sabbath creó un universo musical lleno de imágenes sombrías, inspiradas por la destrucción de la guerra y el cine de terror. Su sonido era un contraste al optimismo hippie de finales de la década y los riffs de Sabbath transformaron las ilusiones de las flores en el cabello por los ominosos sonidos de las alarmas de guerra en “War Pigs”. El nombre de Black Sabbath lo tomaron de una película de Mario Bava con el célebre Boris Karloff. Tony Iommi, Geezer Butler, Bill Ward y Ozzy Osbourne ayudaron a escribir las reglas de lo que hoy conocemos como heavy metal.

Tras su salida de Sabbath, Ozzy construyó en los años ochenta exitosa una carrera en solitario con ayuda de su futura esposa Sharon Arden quien lo acompañó en sus proyectos posteriores como el festival Ozzfest y también en la serie de realidad The Osbournes. The Osbournes nos presentaron a un Ozzy caricaturesco que rompía con las preconcepciones que había sobre el rockstar, que habíamos visto sumergido en los excesos en su mansión con una bata en el documental The Decline of Western Civilization, como si fuera un personaje de This Is Spinal Tap.

Las anécdotas de los excesos de Ozzy Osbourne terminaron muchas veces opacando sus contribuciones musicales. En su larga historia de excesos y la vida de un rockstar incluyeron acusaciones de satanismo, problemas con la ley y un célebre murciélago mordisqueado.

Como lo escribí hace unas semanas las letras de Black Sabbath tenían una métrica poco convencional y sin coros repetitivos, pero que sin embargo siguen siendo coreadas en bares y garajes de todo el mundo por chicos y grandes.

El mundo del heavy metal perdió hoy a uno de sus mayores íconos, pero la música de Ozzy Osbourne seguirán vivas cada que suene “Paranoid”, “War Pigs”, “Iron Man” “Children of the Grave”, “Planet Caravan”, “Changes” con Sabbath; “Crazy Train”, “ Goodbye to Romance”, acompañado de Randy Rhoads, o la épica balada “Mama, I’m Coming Home”. En la música quedan los primeros seis álbumes con Black Sabbath y sus trabajos en solitario como Blizzard of Ozz y Diary of a Madman que le abrieron la puerta a una nueva generación de fanáticos.

En su autobiografía del 2009 Ozzy imaginó que quería ser enterrado en un jardín debajo de un manzano silvestre para que sus hijos pudieran hacer vino de él y emborracharse. En cuanto a su lápida sabía que diría: Ozzy Osbourne, nació en 1948. Murió, cuando sea. Mordió la cabeza de un murciélago.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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