Acuerdo entre EU y Japón mete presión a la industria automotriz mexicana

<![CDATA[

Donald Trump volvió a usar la palabra “histórico” para referirse a un acuerdo comercial, esta vez con Japón . El presidente de Estados Unidos anunció un tratado bilateral que incluye una inversión nipona de 550,000 millones de dólares en territorio estadounidense y una reducción arancelaria recíproca que, según sus palabras, representa “posiblemente el acuerdo comercial más grande de la historia” entre ambos países. El anuncio no solo agitó los mercados, sino también la diplomacia económica regional. La medida más contundente fue la rebaja arancelaria para los autos japoneses que ingresan a Estados Unidos , que pasará de 27.5% al 15%. A cambio, Japón se comprometió a ampliar el acceso de exportaciones estadounidenses, especialmente agrícolas y automotrices, a su propio mercado. Las repercusiones se hicieron sentir de inmediato. Las acciones de Toyota, Honda y Subaru registraron repuntes en los mercados bursátiles, impulsadas por la expectativa de un mayor margen operativo y un entorno regulatorio más estable para sus operaciones estadounidenses. Para los gigantes automotrices japoneses, el anuncio alivió meses de presión financiera por las tensiones comerciales y las condiciones inciertas que enfrentaban en Norteamérica.

¿Cómo afecta a México? Pero mientras la relación entre Washington y Tokio se estrecha,
México queda al margen de este nuevo entendimiento. En la práctica, los productos fabricados en México —incluidos los vehículos ensamblados por marcas japonesas en estados como Guanajuato, Aguascalientes o Morelos— seguirán pagando un arancel de 25% al entrar al mercado estadounidense. Algo similar ocurrirá con las autopartes y con el acero y aluminio, lo que
los deja en desventaja frente a los autos exportados directamente desde Japón . Actualmente, Japón es el segundo mayor inversionista asiático en la industria automotriz mexicana, solo detrás de China. Firmas como Toyota, Honda, Nissan y Mazda tienen plantas que abastecen principalmente al mercado estadounidense, con un modelo de producción altamente optimizado por décadas. Sin embargo, esa eficiencia podría verse erosionada si persiste el diferencial arancelario. El nuevo acuerdo genera incertidumbre sobre si las empresas japonesas reconsiderarán su estrategia regional. Aunque los costos operativos en México siguen siendo competitivos, el acceso preferencial al mercado estadounidense es un factor clave. Y si la balanza regulatoria se inclina a favor de Japón, podría haber un redireccionamiento de inversiones en los próximos años. Los efectos podrían sentirse también en la cadena de proveeduría. Muchas de las autopartes que se fabrican en México para las armadoras japonesas tienen como destino final el mercado estadounidense. Cualquier ajuste en la logística de producción o en los planes de expansión puede repercutir en cientos de proveedores locales. “México compite con la Unión Europea y con Japón por mandar vehículos, porque tenemos plantas europeas y japonesas aquí, entonces claro que competimos, y el acuerdo que logremos va a ser clave para mantener la competitividad”, dijo Rogelio Garza, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), en entrevista con Expansión . Garza confirmó que sí hay conversaciones entre el gobierno mexicano y el estadounidense, pero también advirtió que el peor escenario sería quedar sujetos a un arancel superior al 15%. “Impactaría de manera directa a la industria doméstica”, señaló. Para México, el anuncio llega en un momento en que la economía busca consolidar su papel en el nearshoring y en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Sin embargo, el movimiento de Trump introduce una variable que rompe con la lógica trilateral que había definido la integración norteamericana desde los años noventa. Aún con la incertidumbre, las decisiones de inversión dependerán de factores económicos. “Todo lógicamente es evaluación. Son empresas, ellos ven su footprint, su ganancia. Toman un Excel, suman, restan, multiplican y listo… Si el Excel dice que en México seguimos siendo competitivos, porque continuamos siendo más baratos que otros al momento de exportar a Estados Unidos, seguirán aquí”, explicó Garza.
Un impacto a los semiconductores Más allá del tema automotriz, el acuerdo entre Japón y Estados Unidos representa una alianza estratégica de largo plazo. Incluye facilidades regulatorias —como la eliminación de pruebas de seguridad exclusivas para los autos estadounidenses en Japón— y compromisos de inversión en sectores de alto valor como farmacéutica y semiconductores. Esto último preocupa a los proveedores automotrices mexicanos, pues los semiconductores son clave para los vehículos eléctricos. La instalación de plantas de chips en Estados Unidos, financiadas por capital japonés, podría restar atractivo a México como destino de futuras inversiones en este rubro. “Al existir estas plantas en Estados Unidos ya no sería negocio poner otra planta igual en México, ya que el mercado es muy bajo para una inversión tan grande. Hubiera sido negocio si se ponían estas plantas en México y no en Estados Unidos, pero esto ya pasó”, advirtió Alberto Bustamante, director general de la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz (Anapsa). Aún así, dentro del sector hay escepticismo sobre la ejecución real de los anuncios. “Todavía no está nada escrito. Si vemos la legislación americana, un acuerdo lo tiene que hacer el poder legislativo en Estados Unidos. Entonces, realmente ahorita hay una serie de anuncios donde se anuncian billones en inversión. No veo cómo se pueden dar esos billones. Se habló también de comprar 100 Boeings. ¿Es posible? En qué tiempo y plazo no está especificado”, añade Francisco González, presidente de la Industria Nacional de Autopartes en entrevista con Expansión . El anuncio puede ser visto como una victoria diplomática y comercial para Japón, pero también como una advertencia para México: en la era de los acuerdos bilaterales impulsados por Trump, ya no basta con estar cerca geográficamente. La certidumbre legal, los incentivos económicos y el acceso preferencial están redefiniendo el mapa de la manufactura global. Y por ahora, el tablero parece moverse más hacia el Pacífico que hacia el sur del Río Bravo.

]]>

admin