60% del café en México es soluble… pero, ¿por qué lo premium quiere destronarlo?

En México, el café no solo es la bebida que abre el día: es un sector económico que genera miles de millones de dólares, sostiene a cientos de miles de familias productoras y que, en los últimos años, ha empezado a transformarse a gran velocidad. Aunque el 60% del consumo nacional sigue siendo café soluble, el mercado se está diversificando hacia lo premium, las cápsulas, el cold brew y los métodos artesanales.
Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA FAS), el consumo per cápita se mantiene estable entre 1.3 y 1.7 kilos por persona al año, apenas la mitad del promedio latinoamericano, lo que deja un amplio margen para crecer.
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Un mercado millonario en expansión
De acuerdo con Grand View Research, el negocio del café en México facturó 4,580 millones de dólares en 2024 y alcanzará 6,397 millones de dólares en 2030, con un crecimiento anual compuesto del 5.5%.
Segmentos clave:
Café tostado: el de mayor facturación, asociado a consumo en cafeterías, restauración y venta en grano/molido.
Café soluble: aunque percibido como más económico, crece a un ritmo notable: de 247 millones de dólares en 2024 podría llegar a 368 millones de dólares en 2030, según Grand View Research.
Nuevos formatos: cápsulas y RTD (ready to drink) se consolidan como producto de conveniencia y alto margen, especialmente entre consumidores jóvenes urbanos.
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Café
Producción nacional: el corazón en Chiapas
Según USDA FAS, México ocupa el lugar 9 en producción mundial de café, con 3.89 millones de sacos de 60 kilos para el ciclo 2024/2025. El 90% de la producción es arábica, de mejor calidad y mayor precio en el mercado internacional.
Principales estados productores:
Chiapas: 41–44% del total nacional.
Veracruz: 24%.
Oaxaca: 8 %.
Puebla: 6%.
Más del 70% de los caficultores son pequeños productores con menos de 5 hectáreas, según cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER). El café representa 0.66 % del PIB agrícola y 1.34 % del valor agroindustrial del país.
La producción enfrenta amenazas que van más allá de la economía:
Cambio climático: la FAO advierte que sequías prolongadas, calor extremo y lluvias irregulares afectan la floración y el rendimiento.
Plagas y enfermedades: la roya del café sigue siendo un problema en regiones húmedas y cálidas.
Volatilidad internacional: los precios del café en la bolsa de Nueva York han mostrado picos importantes por afectaciones en Brasil y Centroamérica, lo que impacta la rentabilidad y la planeación de productores mexicanos.
Estudios especializados señalan que algunas zonas hoy productivas podrían volverse inviables hacia finales de la década si no se invierte en variedades resistentes y en sistemas agroforestales.
Del soluble al latte de especialidad
El café soluble ha sido históricamente la puerta de entrada al consumo masivo, principalmente por su bajo costo, facilidad de preparación y mayor durabilidad. Sin embargo, las ciudades mexicanas están viviendo un boom de cafés de especialidad:
Métodos artesanales: prensa francesa, Chemex, V60, Aeropress.
Café de origen único: con trazabilidad y notas sensoriales específicas.
Cold brew y nitro coffee: asociados a un consumo joven y a temporadas cálidas.
Mezclas con leches vegetales: avena, almendra y soya, que responden a tendencias de salud y sostenibilidad.
El fenómeno está siendo capitalizado por cadenas globales, cafeterías independientes y hasta tiendas de conveniencia como OXXO, que han creado barras gourmet y formatos “to go” con volúmenes de 437ml o más.
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Café
El café en la era del delivery
De acuerdo con estimaciones de la industria, marcas de café gourmet reportan que entre el 8 y el 10% de sus ventas ya provienen de plataformas como Uber Eats, Rappi y Didi Food. Esto no solo amplía el alcance, sino que modifica el ticket promedio: el consumidor está dispuesto a pagar más por comodidad, pero la marca debe ajustar precios para cubrir comisiones de hasta 30%.
Oportunidad de crecimiento
México tiene espacio para crecer en consumo interno y consolidarse como productor sostenible.
Tres ejes definen la oportunidad:
- Aumentar el consumo per cápita con campañas que acerquen el café de calidad a nuevos públicos.
- Invertir en resiliencia agrícola para mantener la producción frente a retos climáticos.
- Agregar valor en origen con tostado, empaquetado y venta directa desde comunidades productoras.
El reto será equilibrar el acceso a precios asequibles para el consumidor masivo con la rentabilidad para los productores, en un contexto donde lo premium gana terreno, pero el café soluble sigue siendo el rey de la mesa.
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