25N:“No trabajes, yo te mantengo”, no es amor, es violencia económica

25N:“No trabajes, yo te mantengo”, no es amor, es violencia económica

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se conmemora este 25 de noviembre, es importante hablar sobre la frase “No trabajes, yo te mantengo” que ha sido normalizada durante generaciones en México, pero especialistas advierten que detrás de este mensaje, aparentemente afectuoso, se esconde una de las formas más sutiles de violencia económica contra las mujeres. 

De acuerdo con autoridades y expertas, este tipo de control financiero vulnera la autonomía y los derechos femeninos, y es responsable de que más de 70% de las víctimas permanezcan con sus agresores por motivos económicos.

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El trasfondo de una frase cotidiana

Para Verónica Hernández Guadarrama, directora ejecutiva de IDEIB Consulting, esta frase aparentemente amorosa y protectora en realidad encierra una carga de violencia económica, ya que restringe los derechos y libertades de elección, desarrollo y autonomía financiera de las mujeres. Además, contribuye a crear una dependencia económica hacia la pareja, que suele dificultarles la posibilidad de salir de relaciones abusivas y con violencia familiar.

De acuerdo con información del Instituto Nacional de las Mujeres (ahora Secretaría de las Mujeres) y la organización Women’s Law, más del 70% de las víctimas de violencia siguen con sus agresores por motivos económicos, lo que muestra el peso decisivo de la dependencia financiera en la permanencia dentro de contextos violentos.

La mayoría de los hombres ejercen un poder económico con impactos en el bienestar psicoemocional, físico y hasta sexual de las mujeres, señala Hernández Guadarrama. Además, resalta que la violencia económica es de las menos visibilizadas, y por ello muchas de sus manifestaciones son sutiles y normalizadas socialmente, vinculadas al rol tradicional masculino de administrador de los recursos familiares.

Fátima Masse, especialista en inclusión laboral y cofundadora de la consultoría Noubi Advisors, señala que si una mujer decide voluntariamente dedicarse al cuidado familiar, esto podría no considerarse violencia económica per se. Sin embargo, advierte que, en la mayoría de los casos, la decisión se toma con base en roles y expectativas culturales, no siempre desde la igualdad de condiciones, lo que perpetúa una discriminación estructural.

Principales formas de violencia económica hacia la mujer

Verónica Hernández Guadarrama explica que, de acuerdo con el artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, algunas manifestaciones de violencia económica son:

  • Control del ingreso de las percepciones económicas.
  • Dar un salario menor por igual trabajo.

No obstante, en el ámbito familiar y laboral existen otras formas frecuentes de violencia económica, por ejemplo:

En el ámbito familiar:

  • Excluir a las mujeres de las decisiones sobre el manejo del dinero familiar.
  • Prohibirles tener un trabajo remunerado.
  • Incumplir o condicionar las obligaciones alimentarias de hijas e hijos.
  • Exigir comprobantes de cada gasto realizado.
  • Restringir o negar a las mujeres dinero suficiente para cubrir necesidades básicas.
  • Impedir el uso de tarjetas de crédito o la apertura de cuentas bancarias.
  • Exigir que las cuentas bancarias estén a nombre del hombre.
  • Obligar a entregar todo el sueldo para que lo administre la pareja.
  • Hacer que las mujeres asuman solas el cuidado y la manutención de hijas e hijos.

En el ámbito laboral:

  • Dar un salario menor por el mismo trabajo.
  • Limitar o impedir prestaciones, bonos o cualquier otra remuneración adicional al salario.
  • Excluir de proyectos o trabajos que podrían mejorar la situación económica de la persona.
  • Impedir el crecimiento o desarrollo laboral.
  • Explotar laboralmente en condiciones precarias.

Fátima Masse añade que en ocasiones la violencia económica se manifiesta cuando la mujer genera ingresos, pero el hombre decide sobre el destino de esos recursos. Una modalidad poco visible ocurre cuando las mujeres, creyendo en los proyectos de sus parejas, acceden a deudas que finalmente ellas asumen solas, sin que existan mecanismos de protección institucional que las respalden.

¿Es posible generar ingresos pese a la carga de cuidados?

Para Verónica Hernández Guadarrama, las mujeres pueden generar ingresos aun cuando realicen labores de cuidado, pero si persiste la violencia económica, esos recursos difícilmente se aprovechan en su beneficio. Muchas optan por el emprendimiento en actividades que ofrecen flexibilidad, como clases particulares, ventas por catálogo, servicios a domicilio, arreglos de ropa o asesorías en línea, pero enfrentan barreras de tiempo, capacitación y falta de acceso a financiamiento formal.

En otros casos, terminan en empleos informales que no garantizan prestaciones ni seguridad social, tales como vendedoras ambulantes, trabajos de temporada, trabajo doméstico o agricultura de subsistencia.

Un camino largo hacia la igualdad sustantiva

Fátima Masse considera imprescindible abrir la discusión pública sobre este tipo de violencia estructural, para que deje de percibirse como una lucha de sexos y se reconozca su impacto social y económico. En su opinión, la igualdad real solo será alcanzable cuando las familias, instituciones y gobiernos adopten medidas para facilitar que más mujeres puedan generar y administrar sus propios ingresos, con autonomía y libertad de decisión.

Verónica Hernández Guadarrama concluye que no habrá igualdad sustantiva mientras las mujeres sigan siendo dependientes económicamente por imposición y no por elección. “Solo cuando las condiciones legales, sociales, políticas y financieras las respalden, las mujeres podrán recuperar, además de su autonomía económica, su voz, su tiempo y sus libertades”, puntualiza.

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