Europa busca ‘in extremis’ una solución política para pagar la factura de la guerra en Ucrania
Las reglas y la legislación no pueden anticipar una buena crisis. Hace 15 años, la Gran Recesión exigía a Europa respuestas que no estaban en la normativa y los alemanes se opusieron a todo una y otra vez hasta que Mario Draghi encontró la manera de convencerles. Los valores y la solidaridad de Europa desaparecieron por el camino, como pudo comprobar Grecia, obligada a hacer recortes brutales. Estaban en juego el euro y una potencial implosión de la UE. La historia no se repite, pero rima: de nuevo Europa se juega su razón de ser en ese juego cruzado entre Rusia, Estados Unidos y China con Ucrania como muñeco de pim-pam-pum. De nuevo hay que encontrar un enjuague para que las reglas y la legislación no bloqueen una decisión política: en este caso, utilizar los activos rusos o urdir otro mecanismo para garantizar la financiación de Ucrania y permitir que se siga defendiendo. Esta vez no es la moneda única lo que peligra: es la seguridad de Europa. Se avecina una cumbre de la UE clave para Ucrania, que es como decir para Europa entera: Ucrania es la pieza fundamental de la defensa continental ante el expansionismo posimperial de Vladímir Putin. Bruselas quiere dar una señal clara a EE UU tras un año templando gaitas y poniendo velas para que el trumpismo no se enfade.
