Adiós a la globalización

Por decisión de Estados Unidos, el sistema de comercio internacional conocido como globalización ha concluido. Esa nación pudiera padecer el síndrome del odio que suele tenerse al que siempre gana, nadie los quiere. Para buena parte del planeta la animadversión a ese ese país, su gente o gobernantes es algo común; en algunos casos como en México, se nos educa en el odio contra ellos. En efecto, buena parte de la legitimación de los gobiernos o momentos históricos se sustenta en la aversión a EU. En México el “nos quitaron más de la mitad de nuestro territorio” resuena a toda hora en los salones de clase, hay países en los que sus gobiernos se sostienen fomentando literalmente el odio a aquel país como en los casos de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, en Asia están Corea del Norte, China en Europa encontramos a Rusia por ideología y a buena parte de las naciones europeas. Pese a los antecedentes, la expansión cultural y tecnológica, así como la aceptación del dólar han contrarrestado la historia de errores que los ha habido. Actualmente, con relación a EU qué pueden estar pensando las juventudes de Polonia, Lituania, Estonia, Italia o España, es altamente probable que la mayoría acepte más cosas que las que rechace. En el caso de México, estudios recientes muestran como el 76% de la población acepta a los EU Lo anterior claramente se explica porque millones de mexicanos están ligados a la cruda realidad de que allá hay más oportunidades, seguridad y condiciones de vida que aquí en donde, además, se reciben año con año más de 65,000 millones de dólares cifra que supera a los ingresos por turismo y venta del petróleo. Seguramente esa sea la base de la explicación del por qué nuestro gobierno ha insistido en “la cabeza fría, la paciencia y la serenidad”, porque no vaya a ser que al final, una típica e imperativa narrativa latinoamericana de plaza pública contra los imperialistas salga contraproducente.

En eso estamos cuándo en EU gobierna un grupo político que ha puesto con un grito casi desgarrador al mundo entero. El presidente Donald Trump ha querido hacer valer la capacidad de compra de los norteamericanos para establecer nuevas condiciones al comercio exterior y al ámbito cultural. En efecto, como lo ha demostrado, casos como el automotriz en donde un automóvil americano debe pagar 10% de arancel al venderse en Europa y los europeos tan sólo 2.5%, las condiciones no son equivalentes. Tal vez no guste el estilo del presidente, pero esa simple aritmética justifica este ajuste en la arquitectura comercial internacional. En el caso de México el sector automotriz prácticamente está perdido para nosotros pues es lo que más interesa a Trump, partiendo del razonamiento de que le vendemos autos que nos pagan con una buena cantidad de dólares que luego gastamos en comprar autos chinos que súbitamente aparecieron por millones en nuestro territorio en los 6 años del sexenio pasado.

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