Las salidas de CEO en multinacionales de consumo apuntan a un reacomodo de estrategias en 2026
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Estrategias más defensivas, inversión más cauta El liderazgo que demandará 2026
El año se inauguró con un relevo que pocos anticipaban: la salida de Ignacio Caride en Walmart de México y Centroamérica. La compañía había estado bajo presión por mayores costos operativos, inversiones en digitalización y una base de consumidores cada vez más sensibles al precio. La llegada de Cristian Barrientos reacomodó el tablero. El ejecutivo, conocido por haber elevado la rentabilidad de la filial chilena, llega con un mandato claro: mejorar márgenes sin sacrificar tracción comercial. En otras compañías, los movimientos respondieron a ciclos completos de gestión. El caso de Alsea, operadora de Starbucks, Domino’s Pizza y Burger King, reveló esa lógica. Armando Torrado, figura clave en momentos críticos del conglomerado, entregó la dirección general a Christian Gurría Dubernard. El cambio coincidió con un entorno de menor consumo en alimentos preparados, pero también con una agenda de ajustes operativos y expansión controlada. Como sintetiza Delgado: “En Alsea, varias veces Torrado llegó a rescatar el barco y luego dejó la dirección general, y no es que no lo consideren capaz; de hecho, ha sido el más capaz en varias ocasiones”. El relevo en Grupo Bimbo llevó la conversación a otra dimensión. La renuncia de Rafael Pamias abrió un proceso que culminó con el nombramiento de Alejandro Rodríguez Bas, un perfil con experiencia en PepsiCo, LALA y Barcel. Su llegada ocurre mientras la empresa busca reforzar innovación, automatización e integración logística, tres palancas que marcarán la ruta de crecimiento en un año donde la presión regulatoria sobre productos con azúcares será mayor. La transición en FEMSA se desarrolló sin sobresaltos, pero ilustra la consolidación de un modelo sucesorio más institucional. José Antonio Fernández Carbajal cedió la estafeta a José Antonio Fernández Garza-Lagüera, un movimiento previsto desde 2024 y que marca un nuevo capítulo para la empresa. El reto inmediato no será menor: enfrentar la caída en ventas de refrescos y bebidas alcohólicas en Oxxo, sumar eficiencia y navegar el impacto del IEPS que elevará el costo de bebidas con azúcares y endulcorantes. En El Palacio de Hierro, la jubilación de Carlos Escribano abrió paso a un giro estratégico orientado a reforzar omnicanalidad y personalización. La llegada de Éléonore de Boysson busca colocar a la empresa en una fase distinta, menos centrada en expansión física y más en la integración entre experiencia digital y tienda, un ajuste necesario en un año donde el consumo premium también mostró señales de moderación. La fotografía del mercado, según el analista bursátil Carlos Hermosillo, obliga a las empresas a operar con defensas arriba. “Esperaría ver estrategias defensivas, buscando defender volúmenes pero antes de ello sostener precios en términos reales; nuevos productos y presentaciones, y promociones cruzadas serán temas típicos en meses próximos”, señala. E insiste en un punto: la inversión seguirá condicionada por la visibilidad regulatoria. “Serán sólo las inversiones estrictamente necesarias”, advierte. En las compañías de bebidas, esa prudencia convive con presiones externas que ya marcaron la agenda de 2026. Con la promoción de Luis Felipe Avellar en Coca-Cola FEMSA y la conducción de Luis Balat en Coca-Cola México, la reformulación para reducir calorías y azúcares se convertirá en una prioridad operativa. Ambos directivos liderearán un ajuste mayor en el portafolio justo en un año en el que la marca será uno de los principales patrocinadores del Mundial. Ese evento global, aunque de impacto temporal, suma expectativas en la industria del gran consumo. Para Delgado, su efecto será acotado, pero estratégico. “El Mundial es un impacto pasajero, pero al fin impacto”, afirma. La visibilidad internacional, el aumento en movilidad y el repunte en consumo inmediato serán estímulos que, aunque no transformen la tendencia de fondo, aliviarán el arranque del año. Lo que sí transformará el terreno de juego es el peso cada vez mayor de los Consejos de Administración en la definición de perfiles directivos. La búsqueda de liderazgos capaces de ejecutar con precisión —más que de apostar por ciclos expansivos— se volvió evidente. En un escenario donde el margen para errores es mínimo, las empresas buscan ejecutivos que comprendan la regulación, el ritmo del consumidor y las expectativas de los inversionistas. El reacomodo de 2025 también dejó entrever un relevo generacional gradual. Perfiles más jóvenes, con visión digital y familiarizados con culturas corporativas más horizontales, asumen responsabilidades mayores en un momento en el que la disciplina operativa se vuelve la brújula principal. Las compañías parecen entrar a una etapa en la que el liderazgo no se mide por tamaño de expansión, sino por la capacidad de sostener márgenes. La narrativa del año no es de crisis, sino de adaptación. Las empresas que dominan el consumo masivo se enfrentaron a un entorno menos favorable: un consumidor cauteloso, un marco regulatorio más estricto y una economía que avanzó sin fuerza. Pero la simultaneidad de los cambios directivos apunta a una intención clara: llegar a 2026 con estructuras más ágiles y liderazgos más preparados. Los especialistas insisten en que el próximo año puede sorprender. Si la implementación de la reforma judicial avanza sin sobresaltos y la renegociación del T-MEC ofrece señales de certidumbre, el capital podría reactivarse. “Las perspectivas para las empresas y sus líderes pueden cambiar mucho el año que viene”, reflexiona Delgado. “Podría terminar siendo un año mejor de lo esperado, estilo 2024, cuando los estimados subían y subían cada mes”.
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