El interés compuesto: un fundamento para las inversiones y la vida
En una antigua leyenda de origen hindú, se narra la historia de un matemático que ideó un juego de mesa, similar al ajedrez actual, para el entretenimiento de su rey. Fascinado por la creación, el monarca solicitó al matemático que eligiera su recompensa. La petición fue sencilla en apariencia: un grano de trigo por la primera casilla del tablero, el doble por la segunda, y así sucesivamente, duplicando la cantidad hasta completar las 64 casillas.
El rey consideró fácil esta solicitud sin dimensionar el poder inherente al interés compuesto. Al calcular el total de trigo a entregar, la cifra final superó la producción que el reino podría generar en años.
Este ejemplo ilustra la fuerza del interés compuesto, un fenómeno que con frecuencia es subestimado. Aunque en sus etapas iniciales el crecimiento puede parecer gradual, al proyectarse a largo plazo, la multiplicación progresiva resulta en un incremento exponencial.
Este principio se aplica directamente a las inversiones: al invertir un capital inicial y reinvertir las ganancias obtenidas al finalizar un ciclo, el capital base para la siguiente inversión aumenta. Como resultado, y siempre que la tasa de rendimiento se mantenga, la ganancia crece de forma sostenida. Por ende, la reinversión de utilidades no solo preserva el patrimonio, sino que lo potencia, generando un rendimiento superior con cada nueva capitalización.
Un caso práctico de este fenómeno es la inversión en un fondo. Al aprovechar la valorización del fondo y reinvertir el capital inicial junto con la ganancia acumulada, el inversor asegura un punto de partida superior para el siguiente periodo de inversión.
Esta misma estrategia puede extrapolarse a la vida cotidiana y al desarrollo de habilidades. Al iniciar una nueva destreza, el avance inicial —análogo a la “primera casilla del tablero”— puede ser lento. No obstante, al mantener la constancia y la “reinversión” de las mejoras (es decir, construir sobre el conocimiento ya adquirido), el progreso se torna exponencial en el largo plazo, creando un “capital inicial” de habilidad significativamente mayor con cada periodo de dedicación.
En esencia, el interés compuesto es un principio matemático y financiero que se basa en la reinversión de las utilidades generadas en cada periodo. Esto permite que, al disponer de un capital base superior, las ganancias crezcan de manera exponencial. Si bien es fundamental para maximizar los rendimientos de las inversiones, aplicado a la vida diaria, el interés compuesto se convierte en una herramienta para el crecimiento personal, siempre y cuando se tome la decisión de “reinvertir las ganancias” en el desarrollo de aquello en lo que se enfoca el esfuerzo.
*Banquero Patrimonial, Banca Patrimonial y Privada
