Los radicales y sus narrativas

Los radicales y sus narrativas

En febrero de 2024, a unos meses de concluir su sexenio, López Obrador recibió en su despacho privado a Inna Afinogenova, una periodista rusa ligada a la cadena estatal rusa RT y al canal informativo “Canal Red” de Pablo Iglesias, el político radical español y fundador de PODEMOS. Rompiendo su regla de no dar entrevistas personales, durante más de dos horas (https://youtu.be/kGXflU9tTek) y, en ocasiones interactuando con Afinogenova como quinceañero enamorado, el presidente confirmó con sus acciones lo que ya se rumoraba por años en los círculos de poder y mediáticos: durante su gobierno, se le dio la bienvenida a un ecosistema informativo y logístico con financiamiento opaco y agentes de países extranjeros como Rusia, Irán, Cuba y Venezuela, entre otros.

El principal impulsor de esas redes de agentes y “periodistas” fue Jesús Ramírez Cuevas, integrante del ala radical de MORENA y fiel creyente en los postulados anti-Estados Unidos de países como Rusia, Cuba y Venezuela. Además de permitir entrevistas exclusivas a medios desconocidos en México como “Canal Red”, Ramírez operó una red de periodistas posicionados en distintos medios nacionales, la red de medios del Estado Mexicano, lectores de preguntas en la mañanera y, un ecosistema de redes falsas en redes sociales para propagar propaganda y noticias falsas, entre otros.

La propaganda y maquinaria de narrativas era implacable. Atacaba opositores, periodistas, tuiteros, analistas y cualquiera que cuestionara las acciones de la administración de López Obrador. Entrelazado con la maquinaria del partido en el gobierno, posicionó a políticos otrora desconocidos pero afines al porrismo ideológico antes extremista. Además, les daba oxígeno mediático a las ideas inoperantes de López Obrador, engañando al emperador sin ropa.

Esta semana, el New York Times (https://nyti.ms/4JQkHnZ) publicó una investigación donde documentó esas operaciones de influencia rusa en varios países de la región, mediante el uso de plataformas pseudoperiodísticas, amplificación en redes y periodistas locales. La investigación menciona como en México, este patrón se entrelazó con la estructura comunicacional del partido gobernante, especialmente con Ramírez Cuevas, donde la asignación de contratos públicos y recursos de comunicación social ha beneficiado a espacios ideológicamente alineados con el proyecto presidencial.

Se trató del uso sistemático de presupuesto público para fortalecer medios y figuras que sirven como aparatos de legitimación y defensa narrativa del poder, mientras se abre la puerta a agendas foráneas. En este contexto, medios vinculados a la izquierda radical internacional, como Canal Red y otros nodos cercanos a redes venezolanas e iraníes, han conseguido oxígeno financiero y acceso privilegiado.

Paralelamente, la cooperación con redes estatales de Venezuela, Cuba e Irán ha dejado rastros inquietantes en México. Uno de los episodios más recientes involucra un vuelo de una aeronave con vínculos a la Guardia Revolucionaria Iraní que aterrizó en junio de 2022 en Querétaro. El vuelo transportaba a agentes de inteligencia iraní y partió después hacia Venezuela. Además, México ha sido terreno fértil para la inteligencia cubana con las misiones de supuestos médicos cubanos en territorio nacional.

México es hoy un campo de competencia informativa entre potencias. El gobierno ha permitido la inserción de actores externos disfrazados de opinión alternativa o “periodismo contrahegemónico”. Lo que está en juego es la soberanía narrativa y geopolítica del país.

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