Una noche de misiles en Kiev (y en mi cabeza)
Kiev. La alerta sísmica anuncia el paso de la muerte con la que nos podríamos cruzar en la esquina de nuestra cafetería preferida. Una alerta antiaérea nos anuncia que existe cierta probabilidad de que la muerte impactará con forma de misil en el edificio que se ubica en la manzana de nuestra casa. La onda expansiva romperá los cristales de las recámaras que terminarán por volarnos los sesos.
El azar suele ser generoso, aseguraba Borges, hay que dejarlo actuar.
No siempre es generoso.
Un terremoto es un estornudo geológico. El lanzamiento de misiles es programado por humanos a través de GPS.
A nuestro sistema nervioso poco le importan las diferencias entre un terremoto y un misil.
La madrugada de este martes sonó en dos ocasiones la alerta antiaérea en la capital de Ucrania, Kiev, que es donde me encuentro. El conocimiento mínimo de los protocolos, bajar del cuarto del hotel hacia el refugio en menos de cinco minutos (tiempo promedio que tarda un misil lanzado desde Rusia a Kiev), no es suficiente para adormecer los nervios de un inexperto como yo.
Olvidé el pasaporte en el cuarto. No vale la pena regresar por él. Qué tal si al abrir la puerta de la habitación ocurre lo que imagino que podría ocurrir. Una vez que sonó la alarma los misiles no lograron salir de mi cabeza. Los imaginaba en movimiento dentro de un laberinto.
A diferencia de lo que ocurre con los temblores, la recomendación que me hizo el personal del hotel a mi llegada a Kiev es que, en caso de la activación de alertas, baje a la planta baja a través de un elevador, recorra un pasillo y siga las señaléticas para descender al refugio.
Camas desplegables, cobertores y almohadas son usadas por el escaso número de visitantes que se encuentran hospedados en el hotel. Sus rostros parece que tienen erupciones de miedo y su vestimenta casi siempre es asimétrica (pantalones de pijama combinado con una chamarra del Chelsea) o una playera térmica con pantalones de vestir.
La mayoría de quienes nos encontramos en el refugio observamos las pantallas de los celulares. La aplicación, Alert!, muestra el mapa de Ucrania totalmente en rojo. Rusia disparó misiles. ¿A dónde caerán? Los algoritmos de la aplicación serán nuestros guías. Por su parte, Telegram se encargará de revelarnos el tipo de misil o dron.
La tecnología aporta certidumbre a un escenario incierto.
En mi mente continúan los misiles, creo que si logran salir impactarán contra la torre del hotel.
La aplicación anuncia el final de la alerta. Dos horas después, otra vez, los misiles comienzan a volar sobre el laberinto.
Lejos de Kiev, unos burócratas negocian el supuesto plan de paz de Donald Trump.
El rostro de Marco Rubio parece una aplicación que nos anuncia lo peor.
