La fiesta del poder que niega la realidad

La fiesta del poder que niega la realidad

México no debería estar caminando hacia atrás como nos sucede ahora mismo.

Pero el régimen detenta todo el poder y controla la narrativa de una supuesta transformación que nos ha llevado a siete años sin crecimiento económico y sin expectativas de que eso pueda cambiar.

Festinar la llegada al poder de López Obrador en momentos en que ni la percepción del desempeño económico ni de la gobernanza son los mejores es mandar el mensaje de que el camino no se cambia.

Más allá de las encuestas a modo, están los datos del Inegi que confirman que la economía mexicana apenas creció 0.8% durante el pasado periodo sexenal y que, en este primer año de su extensión, el Producto Interno Bruto tuvo una expansión entre enero-septiembre de este año de 0.4 por ciento.

En la encuesta más reciente de Seguridad Pública Urbana el Inegi reporta que 68% de las mujeres y 56.7% de los hombres manifestaron que era inseguro vivir en su ciudad.

Para los analistas del sector privado que consulta el Banco de México los problemas de gobernanza (problemas de inseguridad pública, falta de Estado de derecho, corrupción, incertidumbre política e impunidad) son, por mucho, los que más pueden entorpecer el crecimiento futuro de la economía.

Con los datos anticipados del comportamiento económico en octubre pasado y su crecimiento cero, no es posible descartar una recesión al cierre de este 2025.

No dar señales de adaptación ante la realidad de una economía estancada anticipa que no hay margen para una mejoría.

Esa es la realidad social, a partir de ahí se puede poner el número que se desee en la aprobación presidencial.

Es muy cómodo para el régimen responsabilizar del estancamiento a la política comercial de Donald Trump.

Sin embargo, las empresas, nacionales o extranjeras, no dejan de señalar los riesgos de la falta de certeza jurídica, de la creciente inseguridad pública y los cuellos de botella en energía e infraestructura provocados por el propio gobierno.

Por supuesto que usar todo el poder presidencial para alimentar la narrativa del “éxito” de la transformación y dejar en claro que no se gobierna para todos con la planeación de la fiesta por los siete años de gobierno de López Obrador genera más adeptos en el pueblo que cualquier dato del Inegi o análisis de expertos o empresarios.

Sin embargo, lo que indican los propios datos oficiales se siente cada vez con más fuerza en carne propia, ante la inseguridad y los bolsillos vacíos hay poco que hacer con los discursos.

No crecer y tener expectativas bajas no es una fatalidad impuesta desde el exterior, es consecuencia directa de siete años de políticas internas que priorizan el control político sobre la estabilidad económica y jurídica.

La verdadera medición de la eficacia de un gobierno es su capacidad para garantizar la seguridad, la certeza jurídica y las condiciones para el desarrollo económico de los ciudadanos y las empresas.

Si la única respuesta a los datos duros de la realidad social es la negación y la fiesta del poder, el mensaje es desolador y México corre el riesgo de sacrificar su futuro en el nombre de una transformación incompleta y fallida.

Eso sí es caminar hacia atrás.

ecampos@eleconomista.mx

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