México vive un rally bursátil 'inesperado' en pleno enfriamiento económico
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En noviembre, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores alcanzó las 64,321.27 unidades, un máximo histórico con el que coronó uno de los mejores años recientes para los activos mexicanos. Incluso con la corrección posterior, que llevó al índice a rondar los 61,638 puntos este jueves, 2025 será recordado como un año excepcional para la renta variable local y, en general, para los activos financieros del país. ¿Qué factores explican el entusiasmo?
El empujón global tasas a la baja y dólar más débil
Las anclas mexicanas son estabilidad, exportaciones y T-MEC
Joaquín Barrera, head de Renta Fija en Sura Investments, asegura que este año ha sido “totalmente destacable para cualquier tipo de activo”, con un entorno en el que el oro, las acciones de América Latina y los índices globales han entregado rentabilidades muy por encima de lo habitual. El contraste es que, en paralelo, la economía mexicana se enfría. El crecimiento ha sido bajo en todo el sexenio pasado, y prácticamente nulo en términos per cápita durante la administración entrante, la inversión total viene de nuevo a la baja y la actividad industrial muestra ya una trayectoria de debilidad que suma más de un año, de acuerdo con Gerardo Esquivel, exsubgobernador del Banco de México. ¿Cómo puede la bolsa vivir un año casi eufórico en un contexto de desaceleración interna, menor inversión y dudas sobre el crecimiento para 2026? Existe un panorama que pareciera contradictorio, pero que los especialistas consideran lleno aún de un “optimismo reservado”. Una parte importante de la explicación viene de fuera. Después de varios años de tasas altas, el banco central de Estados Unidos comenzó un ciclo de recortes que el mercado descuenta como gradual, pero sostenido, hacia 2026. Cada paso en esa dirección mejora las valuaciones de activos de renta variable y reactiva el apetito por bonos de mayor rendimiento. En su presentación, Barrera recordó que, desde finales de 2019, la renta variable estadounidense ha acumulado un rendimiento de alrededor de 130%, pese al choque de la pandemia y a las tensiones geopolíticas. Esa misma ola de liquidez y apetito por riesgo ha alcanzado a América Latina, donde las acciones han subido más de 50% en dólares en lo que va del año. A esto se suma un segundo motor, señalado por Alejandro H. Garza, fundador y director de inversiones de Aztlán Equity Management. En entrevista con Expansión resaltó que prácticamente todos los activos globales se miden en dólares. En ese contexto, explica que la “devaluación del dólar ” en torno a 15% en el año ha impulsado una “revalorización de todos los activos, incluyendo los financieros”, lo que potencia los rendimientos en mercados emergentes. México aparece en ese mapa como un caso especialmente atractivo. No solo por la rentabilidad bursátil. También porque la renta fija local ha entregado retornos de doble dígito en 2025, con uno de los mejores años recientes para los bonos M, según las gráficas de Sura sobre rendimientos históricos. Si el exterior empuja, los fundamentos domésticos ayudan a que ese impulso no se diluya, a pesar de que hay diversos indicadores macroeconómicos en deterioro. Gerardo Esquivel insiste en que, pese al bajo crecimiento, México llega a esta fase con varios amortiguadores. Señala la estabilidad cambiaria e incluso la apreciación del peso, la reducción de la inflación desde máximos de 8.7% hasta niveles cercanos a la meta del Banco de México y el descenso de la tasa de referencia de Banco de México desde 11.25 a 7.25%. También destaca un sistema financiero bien capitalizado y con bajos niveles de riesgo, una tasa de desocupación en mínimos de dos décadas y un aumento sustancial en los salarios formales, acompañados de una disminución importante de la pobreza. En su presentación, Esquivel enfatizó que ahí se encuentra una parte de la respuesta al aparente divorcio entre la Bolsa y el ciclo económico. En sus palabras, a pesar de la percepción pesimista que muestran las encuestas empresariales y los analistas, México ofrece al mundo “indicadores que son atractivos para la inversión”, en especial si se compara con el desempeño de otras economías emergentes. La otra pieza clave es la relación con Estados Unidos . El exsubgobernador de Banxico muestra cómo las exportaciones manufactureras totales están hoy más de 40% por encima de los niveles previos al actual sexenio, y las no automotrices casi 60%. Una parte creciente de esas ventas cruza la frontera bajo el paraguas del T-MEC, lo que da una ventaja arancelaria relevante frente a otros competidores asiáticos. Esquivel sostiene que, por más que se hable de tensiones comerciales, “las fuerzas integradoras que nos llevaron aquí siguen vigentes” y que el futuro de México y el de Estados Unidos están profundamente vinculados. Incluso plantea que la próxima revisión del T-MEC podría derivar en una integración todavía mayor, cercana a una unión aduanera con políticas comunes frente a terceros países. Es decir, para los mercados financieros, esa perspectiva de integración y de estabilidad de largo plazo pesa tanto o más que la desaceleración coyuntural del PIB.
Un mercado estrecho que amplifica los movimientos Un 2026 más selectivo Las Afores mueven cada vez más al mercado Los inversionistas minoristas aún no hacen tanto ruido
El comportamiento sectorial también ayuda a entender el rally. Sura muestra que prácticamente todos los sectores mexicanos han avanzado en el año, aunque con casos muy destacados. El de materiales sobresale por el salto de Peñoles, con un rendimiento superior a 170%, mientras el sector financiero se ve impulsado por emisoras como Gentera y Grupo México, y las telecomunicaciones brillan con el repunte de Megacable. Barrera subrayó que la BMV es un mercado relativamente angosto, con pocas emisoras grandes y líquidas. En ese contexto, empresas ligadas a materias primas, bancos y algunos jugadores de consumo pueden mover al índice completo cuando reciben flujos importantes. Alejandro Garza recordó, además, que el universo del IPC no representa a toda la economía mexicana. En su lectura, la muestra está muy concentrada en “telecomunicaciones, bancos y grandes empresas de retail y consumo”, que han logrado mejorar su eficiencia operativa. Varias de ellas han aplicado recortes de gastos y simplificación administrativa en los últimos años, lo que les permite entregar utilidades razonables incluso cuando el consumo privado pierde fuerza. Esta combinación de un mercado corto, flujos externos abundantes y empresas que han hecho la tarea en costos y eficiencia hace que el índice pueda subir con fuerza aunque el resto de la economía no acompañe en la misma medida. El consenso de los especialistas apunta a que el próximo año seguirá siendo positivo, pero mucho menos espectacular. En su escenario central, Sura proyecta que la renta fija mexicana pueda ofrecer rendimientos en torno a 7 u 8%, mientras que la renta variable se movería en una banda cercana a 10 o 12%, lejos de los saltos de 2025. Barrera advirtió que la verdadera prueba vendrá por el lado fiscal y por la duración del ciclo de bajas de la Fed. Recordó que muchos países aprovecharon las tasas cercanas a cero para endeudarse y que ahora deben pagar esa deuda con tasas más altas. En el caso mexicano, considera que las cuentas públicas siguen relativamente ordenadas, aunque reconoce que el reto fiscal es global y que el margen para errores es reducido. Desde el frente corporativo, Garza señala que “la perspectiva es neutral o negativa” para México y América Latina, y que será necesario ser mucho más selectivo en la construcción de portafolios. Él se inclina por empresas con fuerte exposición a mercados externos, sobre todo a Estados Unidos. Cita el caso de Cemex, que podría ser un beneficiario indirecto del boom de construcción en el vecino del norte. En contraste, pidió cautela con carteras de crédito muy enfocadas en consumo masivo. Mencionó hipotecas, autos y tarjetas de crédito como segmentos donde ya se observan señales de estar en la parte alta del ciclo, con riesgo de un aumento en la cartera vencida.
Los límites y el rumbo económico Los expertos coinciden en que el rally no es infinito. Hay varias fronteras que podrían frenar la fiesta bursátil si se cruzan al mismo tiempo. Un deterioro mayor de la inversión, sobre todo en construcción y manufacturas, podría empezar a reflejarse con más fuerza en las utilidades. Una negociación difícil del T-MEC o un giro más proteccionista en Estados Unidos añadirían volatilidad al tipo de cambio y a los flujos hacia México. Un tropiezo en la trayectoria de la inflación o un freno prematuro del ciclo de recortes de la Fed también cambiarían el cálculo de muchos inversionistas. Garza añade que aunque el rendimiento en dólares de la Bolsa mexicana es alto, buena parte se explica por el dólar débil. Y, aun así, señala que “apenas estamos regresando” a niveles que se veían en la primera mitad de 2024, después de una fuerte corrección en la segunda parte de ese año. En otras palabras, una parte del rally ha sido recuperar terreno perdido. Además del impulso global, también está entrando más dinero a la Bolsa mexicana desde inversionistas grandes. Joaquín Barrera explicó que los recursos que manejan instituciones como fondos de inversión y Afores crecieron con fuerza este año; alrededor de 40% en pesos y más de 50% en dólares. Al mismo tiempo, los fondos de pensiones (Afores) también aumentaron mucho el valor de los recursos que administran, en parte porque el peso se apreció frente al dólar. Según Barrera, esto indica que la mayor parte del dinero que ha impulsado la Bolsa viene de inversionistas institucionales, y que las Afores están jugando un papel importante en ese movimiento. “Estos datos sugieren que los flujos hacia renta variable mexicana provienen principalmente de clientes institucionales, con las Afores posiblemente liderando el movimiento”, explió. Las Afores, de hecho, juegan un papel más decisivo de lo que sugieren los porcentajes tradicionales. Aunque solo alrededor de 7% de su portafolio está en acciones y 3% en FIBRAs, administran más de 400,000 millones de dólares, equivalentes a cerca de 23% del PIB, con proyecciones que podrían llevar ese peso a más de 50% hacia 2040. De acuerdo con GBM Research, estas instituciones “siguen marcando la pauta en el mercado financiero mexicano”, con la capacidad de influir en liquidez, profundidad y financiamiento de largo plazo en prácticamente todos los sectores económicos. El avance del inversionista minorista también es parte del contexto, aunque todavía no mueve precios. Ernst Anton Mortenkotter, VP y director de GBM Research, explica que “no existe una cifra precisa” sobre su peso actual, pero sí una transformación estructural. De hecho, México pasó de 220,000 cuentas de inversión hace 10 años a más de 22 millones hoy. Aunque su participación aún está lejos de los niveles de Estados Unidos (donde representan hasta el 30% de las inversiones en acciones), la expansión del acceso y la educación financiera está creando “una nueva generación de inversionistas que, con el tiempo, tendrá un papel cada vez más relevante en el mercado”.
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