¿Cómo se comporta la inflación y el salario mínimo en los países de la OCDE?
La discusión sobre el salario mínimo para 2026 comienza en medio de un panorama inflacionario desigual, en el que algunos precios ceden lentamente mientras otros mantienen presiones sobre los hogares.
Este contexto complica el cálculo del aumento en la mayoría de los países de la OCDE, pues, en general, lo empleados insisten en la necesidad de recomponer el poder de compra, mientras que los gremios y empresarios advierten que un ajuste excesivo podría frenar el empleo y encarecer los costos empresariales. Por esto, los gobiernos de la OCDE deberán equilibrar estas tensiones en un año clave para la recuperación económica.
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De hecho, en el panorama internacional, los países de la OCDE muestran trayectorias inflacionarias muy distintas, lo que también se refleja en la capacidad de ajuste de sus salarios mínimos. No obstante, la inflación no es el único dato que evalúan los gobiernos a la hora de establecer el mínimo.
Productividad laboral, empleo y costos empresariales e inflación futura esperada, son otros datos que suelen tener en cuenta los países de la organización. Es por esto que, mientras economías como Turquía siguen enfrentando incrementos de precios de dos dígitos que erosionan rápidamente el ingreso real, otras naciones ya operan con inflaciones moderadas cercanas al promedio global de 4.2 por ciento.
Esta diferencia en los incrementos de los precios de los países OCDE marca contrastes sustanciales en el poder adquisitivo, pues este es un dato fundamental para que los gobiernos estipulen el salario mínimo del próximo año. De hecho, aunque varias economías europeas superan los 1,000 dólares mensuales en salario mínimo, países latinoamericanos como Colombia (379.3 dólares) y Chile (571.4 dólares) continúan rezagados en la comparación, incluso con esfuerzos recientes por mantener el ingreso de los trabajadores alineado con el costo de vida.
Truquía (33.3%), Estonia (5.2%) y Colombia (5.1% octubre) lideran en inflación entre los países de la OCDE y tienen salarios mínimos de 614.18, 1,027.52 Y 379.3 dólares, respectivamente. Para este ejercicio se pasó todos los salarios a dólares con el objetivo de poderlos comparar.
En el otro extremo está Finlandia (0.5%), Suiza (0.2%) y Costa Rica (0.2%). Finlandia y Suiza tienen los salarios mínimos más altos que van entre 2,040 y 4,510 dólares; mientras que Costa Rica está entre los más bajos, pues van desde 517 Y 734 dólares.
Inflación estable en la OCDE
La inflación anual de la OCDE, medida por el IPC, se mantuvo prácticamente estable en septiembre de 2025, ubicándose en 4.2% frente a 4.1% registrado en agosto. El comportamiento no fue uniforme entre los países: en 17 economías el índice avanzó, en siete retrocedió y en las 14 restantes permaneció sin cambios significativos. Solo siete miembros lograron situar la inflación general en niveles iguales o inferiores a 2 por ciento.
En materia energética, la región registró un repunte importante. La inflación del sector subió a 3.1% en septiembre, después de haber marcado apenas 0.8% un mes antes. Aunque las variaciones mensuales se mantuvieron contenidas, el salto interanual respondió principalmente a un efecto base asociado a la fuerte caída de los precios de la energía entre agosto y septiembre de 2024. El aumento fue prácticamente generalizado: 34 países reportaron alzas en los precios energéticos frente al año anterior.
En nueve de ellos, los precios siguieron por debajo de los niveles de 2024, pero la caída fue menos pronunciada que en los meses previos. Solo dos economías registraron estabilidad y otras dos observaron descensos. Tras el fuerte repunte de agosto, la inflación de alimentos se mantuvo en 5%, mientras que la inflación subyacente cedió levemente, pasando de 4.4% a 4.2 por ciento.
¿Cómo se elige el salario mínimo en países OCDE?
Dentro de los países de la OCDE existen distintos mecanismos para fijar el salario mínimo. Algunos lo establecen por ley de manera uniforme, mientras que otros lo dejan en manos de la negociación colectiva.
Estas diferencias reflejan no solo las particularidades institucionales de cada nación, sino también sus culturas laborales y su visión sobre la redistribución del ingreso.
La mayoría de los países OCDE cuentan con un salario mínimo estatutario, es decir, fijado directamente por ley o decreto nacional, entre los países destacados que hacen parte de este grupo se encuentran Alemania, Francia, Colombia, Estados Unidos, España, Turquía, Reino Unido, entre otros más.
En los 30 países con salario mínimo, este se revisa periódicamente, ya sea a través de comisiones técnicas o mediante decisiones del poder ejecutivo. En ambos casos, las actualizaciones tienen en cuenta factores como la inflación, el costo de vida y la evolución de los salarios promedio.
Es por esto que, en este grupo, el salario mínimo es considerado una herramienta central para combatir la desigualdad y preservar el poder adquisitivo.
Dentro de los casos más llamativos es el de Estados Unidos, país dentro del cual el salario mínimo funciona bajo un sistema híbrido entre un piso federal y múltiples pisos estatales que pueden superarlo. El salario mínimo federal, fijado por el Congreso, está actualmente en 7.25 dólares por hora; sin embargo, más de 30 estados y cientos de ciudades han establecido salarios mínimos más altos mediante leyes locales.
Por otro lado, los ocho países restantes no cuentan con un salario mínimo nacional obligatorio si no que en su lugar los sueldos mínimos se negocian por sectores o ramas de actividad entre sindicatos y asociaciones de empleadores. Suecia, por su parte es de los casos más llamativos sin salario mínimo, ya que, basa toda su estructura salarial en negociaciones colectivas sectoriales entre sindicatos y empleados. En este país no existe una cifra establecida por ley; en cambio, cada industria acuerda sus propios sueldos mínimos que luego se vuelven obligatorios para las empresas adscritas.
En la mayoría de estos países, los convenios colectivos tienen una cobertura tan amplia que la mayor parte de los trabajadores queda protegida por algún acuerdo que funciona como un salario mínimo de facto. Es un modelo sustentado en la confianza entre las partes y en un mercado laboral altamente formalizado.
La diferencia entre estos dos modelos es significante ya que, por un lado, los países con salario mínimo estatutario ofrecen una cifra clara y uniforme, aplicable a casi todos los trabajadores, lo que facilita las comparaciones internacionales. Sin embargo, los países dependientes de la negociación colectiva tienen sistemas más descentralizados, con pisos variables según el tipo de trabajo. Este segundo modelo, debido a que requiere una estructura sindical sólida y un marco legal que garantice la obligatoriedad de los acuerdos, es usada en pocos países.
