Literatura, libertad y política: Gioconda Belli

Poeta, narradora, memorialista, Gioconda Belli (Managua, 1948) es una de las voces más originales y poderosas de la literatura hispánica. La semana pasada recibió el Premio Carlos Fuentes, otorgado por “su capacidad de renovación de la poesía y por la fuerza de su diálogo entre la sociedad, la historia y la literatura a través de su narrativa”. La escritora nicaragüense-española ha destacado desde sus inicios, en efecto, por una escritura arraigada en el cuerpo, en la memoria personal e histórica y en el entorno natural, social y cultural que da vida a su palabra. Creativa y rebelde, Belli ha sido también protagonista destacada de la lucha por la libertad en su país. Su condición de “des-patriada” da cuenta de la degradación política en Nicaragua, contra la cual no ha dejado de alzar la voz.

Reconocida sobre todo como poeta, oficio en el que se inició y que le valió el premio Reina Sofía de Poesía en 2023, Belli ha dado expresión al cuerpo femenino, a la pasión, al amor por la vida, en una búsqueda constante de libertad creativa. Desde “Sobre la grama” (1974) rompió con los tabúes sociales que censuraban, en las mujeres, referencias a los ciclos o al deseo femeninos, con poemas acerca de la menstruación, el parto o la vejez, y sobre todo con la celebración del ser mujer, sensual y vital, capaz de gozar y de resistir en sociedades machistas y autoritarias. Poeta de cuerpo entero, también escribió poemas políticos, como “Patria libre”, en que exalta el triunfo popular de la revolución sandinista, o “Los portadores de sueños”, texto que pareciera escrito para este siglo XXI tan necesitado de seres que conserven “la memoria del paraíso” y resistan a los “acumuladores de riquezas” y a los destructores del mundo.

Belli destaca también como novelista cuya voz abreva en la historia, en su experiencia personal y en la memoria familiar o social y, desde luego, en la imaginación. Su narrativa da vida a mujeres rebeldes, como la mujer indígena que lucha contra los conquistadores y la joven rebelde que se une a la lucha sandinista (“La mujer habitada”, 1988), o como Juana de Castilla, mal apodada “loca” (“El pergamino de la seducción”, 2005), o proyecta un mundo gobernado por feministas lúcidas y gozosas (“El país de las mujeres”, 2010). En estas y otras novelas, Belli entreteje finamente los claroscuros de la vida de las mujeres, demuestra que una novela puede ser poética, rica en metáforas y evocaciones del paisaje, y que celebrar el erotismo o el amor pasión no excluye reflexionar sobre la condición humana, criticar el machismo o dolerse de la injusticia y de la muerte.

Además de su escritura de ficción, que puede inspirarse en episodios de su propia vida, la escritora ha compartido su experiencia política como protagonista de la revolución sandinista en “El país bajo mi piel. Memorias de amor y guerra” (2001), donde, como indica el subtítulo, entrelaza sus vivencias amorosas y familiares con el relato de su participación en la lucha antisomocista y en los primeros años del gobierno sandinista. Su trayectoria política nos habla de entrega a la causa popular, nos recuerda la guerra emprendida por el gobierno de Reagan contra el sandinismo y la gradual degradación de éste por el autoritarismo y la corrupción. Su novela más reciente, “Un silencio lleno de murmullos” (2024), complementa, desde la ficción, el retrato de una mujer comprometida con la justicia y la libertad cuyos ideales se estrellan contra la construcción de la atroz dictadura que hoy domina Nicaragua.

En su discurso de aceptación del Premio Fuentes, Belli llamó al gobierno mexicano a retomar su tradición solidaria con la libertad, que llevó a romper relaciones diplomáticas con Somoza en 1979. Aunque medios afines al gobierno eludieron este mensaje, el poder de su palabra resuena en la literatura y en la figura de esta gran escritora.

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