Cómo identificar y aprovechar las anomalías de la conducta económica

“Para muchas personas, tener que resolver sus propios problemas de ahorro para la jubilación es como tener que construir sus propios coches.” Richard Thaler, premio Nobel de Economía.

Recientemente se publicó una nueva edición revisada del libro, “The Winner’s Curse: Behavioral Economics Anomalies, Then and Now”, del premio Nobel de Economía Richard H. Thaler en coautoría con Alex O. Imas.

En el libro se analiza la evolución de la economía conductual para comprender lapresencia de lo que denominan “anomalías”; esto es, las conductas reales de las personas y los agentes económicos que se desvían de los supuestos de racionalidad de los modelos.

Desde hace varias décadas, Thaler había mostrado y documentado diversos fenómenos de conducta económica que contradecían la supuesta racionalidad de las decisiones.

Fenómenos como la llamada “maldición del ganador”, el “efecto dotación”, la contabilidad mental, la aversión a la pérdida o el sesgo de presente. En el libro se reconoce que múltiples anomalías clásicas siguen vigentes más allá de experimentos de laboratorio y son verificables en entornos reales, por ejemplo, de mercados financieros o políticas públicas. Los autores concluyen que se requiere una arquitectura de elección, a través de opciones por defaults, marcos de referencia para las decisiones e incentivos que alineen el comportamiento real con los objetivos deseables.

Estas conclusiones pueden aplicarse a temas relevantes para México: en distintos sectores, por ejemplo, hay numerosos procesos de licitación y concesión (como en la energía, las telecomunicaciones o la infraestructura) en los que actúan fuertes presiones competitivas (o irregulares) y la información disponible para los participantes es imperfecta. En estos casos aplica el fenómeno descrito por Thaler como “maldición del ganador”, porque frecuentemente el ganador es quien hizo la estimación más optimista (o no incorporó en sus costos las “dádivas” para resultar ganador), pagando de más y obteniendo un rendimiento menor al esperado. Para evitar esto, es posible establecer mecanismos de subasta que incentiven una valoración más objetiva, por ejemplo, con estimaciones independientes de valor de referencia. Con ello se evitarían algunos casos de recompras o quiebras de concesiones que no valoraron adecuadamente la rentabilidad, por ejemplo, en proyectos de infraestructura.

Los autores sugieren implícitamente que los creadores de políticas públicas deben anticipar que los participantes no siempre formulan sus decisiones con base en expectativas perfectas y racionales.

Una segunda posible aplicación para México se refiere a los retos del sistema de pensiones y el bajo nivel de ahorro voluntario. El libro señala ciertas anomalías del comportamiento que explican por qué las personas no ahorran lo suficiente o toman decisiones subóptimas sobre su jubilación.

En entornos de decisiones previsiblemente irracionales, los modelos de decisión por defecto pueden guiar a decisiones más adecuadas. Por ejemplo, de acuerdo con experiencias en EUA, existen procesos de inscripción por default en un plan de aportación voluntaria moderada (por ejemplo, de 50 a 100 puntos básicos del ingreso) que claramente beneficiarían el ahorro pensionario.

También es sumamente relevante la forma en que presentan las decisiones (y sus implicaciones) considerando la conducta económica real. En vez de presentar un rendimiento esperado, es más efectivo mostrar lo que una persona perdería si no ahorra desde hoy, apelando al fenómeno de aversión a la pérdida. Mensajes como “si hoy no aporta un 1 % extra de su sueldo, está dejando de acumular X pesos para su pensión futura”. También es posible crear, con ayuda de IA, informes anuales personalizados que muestren su pensión esperada sin cambios y cuál sería si aportara un poco más. La evidencia de los experimentos indica que la comparación y la información pueden inducir a tomar mejores decisiones.

Las Afores podrían ofrecer formatos claros que automaticen aportaciones en eventos específicos como aguinaldo o reparto de utilidades, que no se perciben como consumo presente, sino como beneficio para el futuro.

En México, las asimetrías de información, los incentivos débiles y la frecuente falta de claridad institucional hacen difícil la intervención de la política pública, pero se requieren medidas que, desde la comprensión de la conducta económica real de las personas, ayuden a mejorar las condiciones de vida.

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