El biobanco oriGen, una mina de oro genética en México
¿Sabían que en México se está conformando el biobanco genético más grande y representativo de la población latina en el mundo? Pues así es.
Resulta que con el llamado Proyecto oriGen se está creando una vasta base de datos genómicos factibles de integrarse con datos clínico-epidemiológicos y muestras (Biorepositorio) de mexicanos mayores de 18 años -ya llegaron a la cifra de 100,000- que podrán ser sustento para el desarrollo de investigación de impacto para la sociedad mexicana y la salud del país.
Esto no es solo un logro técnico; es una declaración de independencia científica para México hacia el futuro. En un país donde la investigación en salud pública a menudo depende de presupuestos raquíticos y enfoques cortoplacistas, Proyecto oriGen, liderado por el exsubsecretario de Salud, Dr. Pablo Kuri, y el investigador principal Dr. Guillermo Torre Amione -rector de TecSalud-, es una apuesta audaz del Tecnológico de Monterrey de gran visión, que nos coloca como país en una antesala prometedora: desde donde se puede vislumbrar a México como jugador en el terreno de la genómica. Ese sueño ya se había atisbado cuando el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) se fundó en 2004, hace 21 años, pero desde el Gobierno no se encontraron los caminos; se ubicaba como muy costoso y la triste miopía política lo fue acotando.
Ahora, desde el sector privado el tema se retoma, con una visión mucho más dirigida, realista y con tecnología más accesible. El doctor Pablo Kuri nos compartió cómo se hizo la recolección: por casi tres años, equipos de enfermeras y encuestadores tocaron la puerta de casi 400 mil hogares en 19 estados —desde colonias de lujo en Monterrey hasta barrios humildes con piso de tierra en Guadalajara, recolectando datos de voluntarios. Cada uno respondió un cuestionario maratónico de hasta 700 preguntas: ¿qué comes? ¿Fumas? ¿De qué te has enfermado? ¿Cuánto ganas al mes? ¿Dónde vives? La idea fue pintar el “fenotipo” de cada persona: su exterior, hábitos y entorno. Luego, midieron peso, talla, presión arterial y grasa corporal con aparatos de bioimpedancia. Y lo más revolucionario: extrajeron dos tubos de sangre por participante —suero, plasma y células para ADN— que ahora reposan en 19 ultracongeladores a -80°C en el Hospital Zambrano Hellion de Monterrey. Son medio millón de tubitos, listos para revelar secretos genéticos. Los datos duros son impresionantes. El reclutamiento arrancó con un piloto en enero de 2023 en Nuevo León (1,048 personas) y cerró el 12 de agosto de 2025, 4 meses antes de lo previsto.
De esas muestras, se secuenciarán 100 mil exomas —el “manual de instrucciones” de las proteínas que nos definen— y 10 mil genomas completos. ¿El volumen? Petabytes de información, equivalente a decenas de miles de gigabytes. Todo financiado por el Tec de Monterrey (98% del presupuesto, unos 20 millones de dólares), sin un centavo público, con donaciones menores de empresas como GNP Seguros.
El exsubsecretario Kuri describe el potencial con una frase: “Esto es una especie de mina de la verdad. (…) Queremos compartirla para que grupos de investigación exploten la información y contribuyan a conocernos más, desde la ancestría hasta la medicina de precisión”.
Ya hay chispas: análisis preliminares de 1,500 genomas de Nuevo León confirman un gradiente norte-sur en nuestra herencia —más europea en Sonora o Coahuila, indígena predominante en Oaxaca o Yucatán—. Poco africana, pero siempre esa raíz americana en todos.
Para la diabetes, que azota a 14 millones de mexicanos, oriGen buscará genes locales que expliquen por qué somos tan vulnerables, más allá de los estudios citadinos previos. O el colesterol elevado a nivel familiar: “¿Funcionan los mismos fármacos que en europeos? Nuestra hipótesis es que no, porque somos diferentes”, explica Kuri- Morales. Y no para ahí: Alzheimer, cáncer, hipertensión. La realidad es que hoy 97% de la investigación genómica mundial se hace con poblaciones caucásicas. Este estudio contribuye a cerrar esa brecha y es de esperarse que inspire a otros países de ingreso medio a replicar este proyecto mexicano.
Reglas de acceso, antes de que termine 2025
La primera publicación, en el International Journal of Epidemiology, saldrá en los próximos meses, describiendo el proyecto y sus datos no genéticos iniciales. Otra, en Nature Communications, analiza esos 1,400 genomas pioneros. El doctor Kuri prevé un horizonte de 10-15 años para ver impactos en la salud, pero quizá en 2-3 años publicaciones en cascada, como sucedió con el UK Biobank de Gran Bretaña, que pasó de 10 a 700 artículos al año.
Para finales de 2025, las reglas de acceso se publicarán en el sitio del biobanco oriGen: investigadores mexicanos primero, con un comité que apruebe protocolos éticos y un costo operativo (no lucro) para mantenimiento. Las colaboraciones académicas ya están en ebullición: con la Universidad de Texas (donde crearon el oriGen Health Center), el INMEGEN, el Instituto de Obesidad del Tec y pláticas con Oxford University.
Incluso no descartan hacia adelante un oriGen 2. “Estamos analizándolo, con más diversidad rural”, adelanta Kuri, reconociendo la limitante de que hoy sólo se tienen datos de población urbana. La promesa a futuro de proyectos como oriGen es que en una década se estén haciendo políticas públicas basadas en el mapeo de nuestro ADN, y surjan terapias personalizadas que salven vidas.
Agudiza crisis en Incan: fentanilo contaminado y cierre de Calzada de Tlalpan
La crisis interminable en el Instituto Nacional de Cancerología (Incan) va sumando factores que hacen ver venir una tormenta perfecta: un brote infeccioso que rozó la tragedia y una rebelión de su personal que paralizó la Calzada de Tlalpan esta semana. Todo empezó con un lote de fentanilo anestésico importado de Lituania, contaminado con la bacteria Burkholderia contaminans, que se coló en cirugías y infectó, nos reportan, a 30 pacientes. Algunos cayeron en sepsis, con gran riesgo de muerte, pero el equipo médico, a contracorriente, contuvo el caos sin una sola vida perdida —un triunfo silencioso en medio del desorden. Lo raro es que Cofepris no emitió ninguna alerta, dejando en el aire si otros lotes acechan en quirófanos del país. Y mientras, el grito de auxilio escala: médicos y enfermeras de InCan bloquearon ayer 11 de noviembre, la arteria vial de Tlalpan exigiendo insumos básicos —guantes, suturas, medicamentos; reclamando parálisis en salas de cirugía. Ya sabemos que no es un caso aislado; la situación se replica en el resto de institutos nacionales de salud, donde la precariedad llega a grados inconcebibles afectando la dignidad médica. Hoy el InCan, la institución que en otros tiempos fue emblema de la mejor atención del cáncer en México, clama por oxígeno para seguir en pie.
