La energía eólica retrocede en México: su participación cae al nivel de 2019
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El retroceso de la energía eólica en México ya no es una percepción del sector: está en los datos. En 2024, la generación eléctrica proveniente del viento representó apenas 5.68% de la producción total del país, su nivel más bajo desde 2019. Tres años antes, en 2021, había alcanzado su punto máximo con 6.52%. Desde entonces, la participación de esta tecnología ha caído de forma constante, empujada por la falta de permisos, la parálisis regulatoria y un discurso que la desplazó de las prioridades energéticas nacionales. El informe anual de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (AMDEE) confirma la tendencia. En 2021, los parques eólicos del país generaron 21 millones 075,805 megawatts-hora, pero para 2024 la cifra cayó a 19 millones 984,407 megawatts-hora, una reducción de 5.17%. El dato marca un quiebre en la expansión de una industria que había duplicado su capacidad instalada entre 2015 y 2020.
Gerardo Pérez Guerra, presidente de la AMDEE, destacó que el crecimiento del sector dependerá de que exista la certidumbre necesaria para reactivar las inversiones. “Dependerá de los avances en infraestructura, financiamiento y políticas públicas que den certeza a largo plazo”, señaló en el documento. Su advertencia resume el dilema: la tecnología está lista, pero el entorno institucional aún no.
Retos para el viento El freno comenzó durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Con la cancelación de las subastas de energía de largo plazo —que en el sexenio previo permitieron licitar más de 50 centrales— y la negativa a emitir nuevos permisos de generación, el sector perdió ritmo y visibilidad. La transición energética, que había sido una meta de política pública, quedó relegada por una estrategia centrada en los combustibles fósiles. Las consecuencias fueron tangibles. Siete centrales eólicas completamente terminadas quedaron sin operar, pese a inversiones por cerca de 800 millones de dólares. Los proyectos no pudieron conectarse a la red por la negativa de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) a modificar permisos y del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) a otorgar interconexiones. Tres de esas plantas continúan fuera de operación, aunque el sector confía en que podrían integrarse pronto. “Están en el proceso de entrar en operación, ha habido un movimiento a raíz de esta nueva administración un poco más activo, pero todavía es un proceso lento el de integrar estos proyectos a la generación actual, pero creemos que van por buen camino los que están 100% listos y esperamos que en este año puedan entrar en operación”, dijo Pérez Guerra el 3 de agosto pasado. El líder empresarial considera que hay señales incipientes de reactivación. “Sí vemos que se va reactivando, pero inicialmente estamos esperando a ver qué sucede principalmente con las nuevas reglas. Los inversionistas estamos aquí, hablando de todas las empresas privadas que estamos en México, continuamos aquí porque creemos al país, le creemos a México a pesar, insisto, de estos seis años de pausa”, afirmó. Además de esos casos, otros 19 proyectos permanecen detenidos en distintas etapas de desarrollo. La AMDEE sostiene que, con condiciones regulatorias estables y una planeación clara del sistema eléctrico, podrían retomarse con rapidez. El contexto político también jugó un papel. Durante la gestión de Manuel Bartlett al frente de la CFE, la empresa estatal impulsó un discurso en el que las energías renovables fueron calificadas como inestables y poco confiables. Esa postura se tradujo en cambios regulatorios que limitaron su despacho, reduciendo la generación proveniente del viento en favor de las plantas fósiles. Arturo Carranza, analista en temas energéticos, considera que esa visión tuvo un costo estratégico. “La visión ideológica de las autoridades en la administración pasada representaron el principal cuello de botella para el impulso de la energía eólica y afectó al sistema eléctrico en su conjunto, porque lo mejor para cualquier sistema es la diversificación de su matriz energética”, explicó. El especialista añade que el freno a la eólica no solo frenó inversiones, sino competitividad. “El hecho de que hayan limitado a la eólica, que a nivel mundial venía siendo más efectiva en términos de costos, afectó la operación y el crecimiento”, apuntó.
¿Nueva oportunidad? Con el cambio de administración, encabezada por Claudia Sheinbaum, el sector espera un nuevo punto de inflexión. La nueva política energética ha comenzado a incorporar nuevamente a las renovables en su planeación, aunque con énfasis en la energía solar, donde los costos de instalación y mantenimiento son menores. El Plan de Expansión de la CFE 2025-2030 incluye siete nuevas centrales eólicas con una capacidad total de 7,228 megawatts y una inversión estimada de 6,796 millones de dólares. Se prevé que entren en operación entre 2027 y 2028, aunque hasta ahora no se han anunciado proyectos concretos ni licitaciones en curso. Para Carranza, la falta de detalles es preocupante. “Se mencionan dentro del plan –pero en los calendarios todavía no hay fechas– así que hay que esperar más claridad con respecto a los proyectos eólicos que vienen incorporados de manera general en el plan de expansión del sistema eléctrico, pero que se entienda que hay que verlo con un sentido de urgencia para que puedan estar en tiempo”, advirtió. La AMDEE, por su parte, insiste en que el sector está dispuesto a colaborar con el gobierno federal en la definición de nuevas reglas. “El sector eólico mantiene plena disposición para colaborar con las autoridades en la construcción de un marco regulatorio eficiente, transparente y predecible”, señala su informe anual. El organismo recalca que las empresas “tienen la capacidad, el conocimiento y los recursos para contribuir significativamente al crecimiento de la capacidad renovable en México”, pero advierte que se requiere “una ruta clara, acompañada de instrumentos que permitan alinear la planeación con la operación del sistema eléctrico”. Mientras tanto, el mapa energético del país muestra un contraste: mientras la generación solar sigue ganando espacio, la eólica cede terreno. El país que hace una década se posicionaba entre los líderes latinoamericanos en aprovechamiento del viento hoy enfrenta una curva descendente. Finalmente, Arturo Carranza señaló que, aunque se trabaja en un nuevo marco legal para el sector, persiste la incertidumbre sobre las condiciones para invertir. “Se empieza a ver un interés en proyectos, pero habrá que ver si alcanza para despertar el apetito del sector”, concluyó.
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