El frío pega a tu auto más fuerte de lo que piensas, aunque no lo notes: estos son los peligros invisibles

El frío pega a tu auto más fuerte de lo que piensas, aunque no lo notes: estos son los peligros invisibles

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El frío comenzó en la Ciudad de México y no solo influye en la rutina de quienes se trasladan a diario, también impacta los componentes del vehículo que se usa para llegar a cada destino. Aun cuando el motor enciende sin fallas, existen afectaciones que no son visibles al momento del arranque. Pérdida de presión en llantas, baterías con menor respuesta o fluidos que no circulan con la misma fluidez son algunas de las consecuencias documentadas. Conoce qué problemas genera este clima y cómo atenderlos según el sitio especializado en automovilismo Car and Driver.

Menor autonomía en autos eléctricos


Llantas con presión baja por contracción del aire


Batería con menor capacidad de entrega Aceite del motor con mayor densidad por el frío Cristalización de humedad en líneas de combustible Pantallas y sistemas de visualización lentos


Limpiaparabrisas rígidos por baja temperatura Parabrisas congelado desde el interior

El descenso de temperatura altera la química interna de las baterías en vehículos eléctricos, lo que reduce su capacidad para entregar energía a la misma velocidad que en climas templados. Ese cambio no solo impacta la aceleración, también obliga al sistema a consumir carga adicional para mantener la batería en un rango de temperatura que permita su funcionamiento. A ese consumo se suma la demanda generada por la calefacción interna, causando que el rango de uso sea menor al estimado por el conductor, incluso cuando el auto enciende y circula sin fallas aparentes. Solución: Planear recorridos con una reserva de energía mayor a la habitual, considerando que la autonomía publicada no será lineal en días de frío. También se recomienda evitar arranques en pendientes prolongadas con carga baja y priorizar recargas antes de que el nivel alcance rangos críticos que puedan limitar la climatización o el rendimiento. El aire dentro de los neumáticos se contrae cuando la temperatura desciende, generando un decremento en la presión interna. Ese efecto se presenta de forma gradual, lo que provoca que la llanta pierda tensión estructural, aumente el desgaste en la banda de rodamiento y reduzca la superficie de contacto ideal con el pavimento. Esa condición no solo altera el frenado, también incrementa el consumo de combustible o energía, ya que el auto requiere más esfuerzo para desplazarse. Solución: Se aconseja revisar la presión al menos una vez por semana, antes de iniciar recorridos prolongados y siempre en frío, para obtener una lectura sin alteraciones por temperatura de rodaje. El ajuste debe corresponder al valor indicado por el fabricante, evitando compensar la baja presión “a ojo” o exceder los rangos recomendados, ya que ambos escenarios comprometen la estabilidad. El frío incrementa la resistencia interna de las baterías de 12 voltios en autos de combustión, lo que provoca que, aun con carga almacenada, la entrega de energía no sea suficiente para sostener el arranque. Este fenómeno se intensifica en baterías con más de tres años de uso, donde la degradación química ya ha reducido su capacidad de reserva. Incluso cuando el vehículo logra encender, la recuperación de carga del alternador también se vuelve más lenta. Solución: Para sostener la operatividad se requiere conservar terminales limpias, asegurar que los bornes mantengan un ajuste firme y validar la ausencia de corrosión. En regiones con descensos térmicos constantes, se recomienda considerar calentadores externos de batería, diseñados para estabilizar la entrega de corriente durante el arranque. Además, se sugiere la sustitución preventiva en unidades con baterías que superen el umbral de utilidad recomendado. La viscosidad del aceite incrementa cuando la temperatura cae, ralentizando su flujo dentro del circuito de lubricación. En condiciones donde el termómetro se aproxima a valores bajo cero, el aceite pierde capacidad de desplazarse con rapidez hacia los conductos superiores del motor, lo que atrasa la formación de la película lubricante en metales sometidos a fricción desde el primer giro del cigüeñal. Solución: Utiliza aceites de menor viscosidad, priorizando formulaciones sintéticas que conservan mejores propiedades de flujo en frío. Cada aplicación debe estar alineada con la especificación del fabricante, consultando el manual del vehículo para confirmar el grado exacto que garantiza circulación eficiente en arranques a baja temperatura. El combustible no se congela en condiciones de clima urbano, pero la humedad acumulada dentro del tanque sí puede hacerlo. Cuando esa condensación se transforma en hielo, puede bloquear el conducto de succión de la bomba, interrumpiendo el suministro hacia el sistema de inyección. No se requiere que el tanque esté vacío para que esto ocurra, solo basta con humedad y una caída significativa de temperatura. Solución: Manten el tanque por encima del 50% de su capacidad, lo que reduce el volumen de aire interno y, en consecuencia, la condensación que genera humedad. Esa medida no elimina el riesgo por completo, pero reduce la probabilidad de obstrucción en climas donde los descensos térmicos son frecuentes. Los paneles que emplean cristales líquidos dependen de la movilidad molecular para cambiar de estado y proyectar información. Con el frío, esa movilidad se ralentiza, provocando retardo en la respuesta táctil, animaciones entrecortadas y transiciones más lentas en interfaces de infoentretenimiento o tableros digitales. Solución: Para restablecer su funcionamiento, se recomienda permitir que la cabina recupere temperatura antes de interactuar con pantallas, acelerando el proceso con el sistema de calefacción. En unidades equipadas con calentador de bloque, el tiempo de recuperación térmica del interior se reduce, beneficiando el comportamiento de los displays. El caucho en las plumas pierde elasticidad cuando el termómetro cae, generando barridos discontinuos, vibración y la posibilidad de fisuras en la goma. Ese endurecimiento reduce la capacidad de desplazar agua, niebla o residuos, afectando la línea de visión del conductor. Solución: Como acción preventiva, se aconseja validar el estado físico de las plumas y sustituirlas antes de que presenten desgaste visible. En zonas con frío recurrente, conviene optar por compuestos diseñados para operar en bajas temperaturas, que minimizan la rigidez estructural al contacto con el cristal frío. Cuando el sistema de desempañado falla o no genera flujo de aire caliente suficiente, la humedad exhalada por los ocupantes se condensa sobre el cristal interno. En condiciones de frío intenso, esa condensación puede congelarse, reduciendo la visibilidad sin que exista hielo externo. Solución: Para prevenirlo, el sistema de calefacción y desempañado debe verificarse antes de cada temporada de frío, confirmando que el flujo de aire llegue sin obstrucciones hacia el parabrisas y mantenga una temperatura estable para evitar la acumulación interna de vaho o hielo.

Anticongelante sin mezcla adecuada Bandas del motor rígidas o agrietadas

El refrigerante del motor deja de cumplir su función cuando se emplea sin dilución o cuando su concentración se aleja del punto óptimo. El uso de anticongelante al 100% eleva el punto de congelación y reduce la transferencia térmica, anulando la protección esperada en el bloque, el radiador y las mangueras del sistema. Solución: Para mantener el sistema protegido, se debe respetar la proporción recomendada entre anticongelante y agua desmineralizada, diseñada para la región climática de operación. La medición del punto de protección puede confirmarse con un refractómetro, y la sustitución total del fluido debe realizarse cada dos años para conservar la capacidad térmica y anticorrosiva. Las bandas, cuando acumulan desgaste, pierden flexibilidad en frío. Esa rigidez genera tensión irregular durante el primer movimiento de poleas que puede derivar en fracturas totales de la banda, especialmente en unidades con kilómetros elevados o mantenimiento postergado. Solución: Realiza una inspección visual y táctil de las bandas para identificar microfisuras, desgaste por rozamiento o endurecimiento. Ante cualquier señal de fatiga, la sustitución es la única ruta para evitar fallas abruptas que inmovilicen el vehículo.

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