¿Son realmente efectivos los Consejos de Administración?

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Una vez más, sentado en una reunión de consejo, me encuentro en medio de una sesión que parecía rutinaria: informes extensos, presentaciones impecables y una inquietante falta de debate ante decisiones que, como casi siempre, se aprobaron por unanimidad. Nadie lo dijo, pero me lo pregunté en silencio: el consejo funcionaba con una aparente precisión, pero ¿estábamos realmente creando valor? En ese momento confirmé que la efectividad de un consejo no se mide por su orden ni por su armonía, sino por su capacidad para generar conversaciones que impulsen decisiones acertadas, capaces de avanzar la agenda estratégica del negocio y de asegurar su sostenibilidad a largo plazo. Y, fiel a mi estilo, ofrecí retroalimentación constructiva.

¿Cómo elevar la efectividad del consejo?

La escena se repite en muchas salas de consejo: agendas llenas, cumplimiento formal, aparente armonía… y una efectividad que se asume más que se demuestra. Porque tener un Consejo de Administración no es sinónimo de tener gobierno corporativo, aunque muchos se lo creen . La verdadera pregunta no es cuántas veces se reúne, sino cuántas veces transforma y cuánto valor aporta. Muchos consejos se sienten cómodos en el terreno seguro de los estados financieros: revisan números, aprueban presupuestos y celebran utilidades. Pero rara vez se adentran en las conversaciones que verdaderamente definen el destino de una organización: la estrategia, la rendición de cuentas, los riesgos emergentes, la cultura organizacional o la sucesión del liderazgo. En lugar de anticipar el futuro, terminan auditando el pasado. Y ahí radica el mayor riesgo de todos: confundir control con dirección, y cumplimiento con efectividad. Un consejo que solo mira el balance general puede terminar por balancear su propia irrelevancia . La efectividad del consejo de administración se define como la medida en que este cumple cabalmente con sus deberes —establecer la dirección estratégica, supervisar a la alta dirección y garantizar el cumplimiento normativo—, actuando como un equipo colectivo con impacto tangible en el valor y la sostenibilidad de la organización. En definitiva, ya no basta con que exista un consejo: importa que funcione bien. Como observan expertos en gobernanza, «la efectividad del consejo puede marcar la diferencia entre cumplir un requisito formal o convertirse en un activo estratégico competitivo». En tiempos de retos crecientes —disrupciones económicas, transformaciones digitales, riesgos ESG, mayor escrutinio regulatorio, presión de los stakeholders— el papel del consejo adquiere un perfil mucho más estratégico. No es sólo supervisión legal, de cumplimiento o financiera: es asegurarse de que la organización tenga visión, disciplina, cultura y capacidad de ejecución para seguir siendo relevante, competitiva y sostenible. Según un estudio realizado por PwC en colaboración con The Conference Board , solo el 35 % de los ejecutivos califican a sus consejos como “excelentes” o “buenos” en eficacia global ( PwC & The Conference Board, Board Effectiveness: A Survey of the C-Suite , 2025). Esta brecha evidencia que muchas corporaciones operan con un “consejo formal” —existente en el papel, para poder decir que lo tienen—, pero no con un “consejo funcional” que realmente genere valor.

Componentes esenciales de la efectividad del consejo La efectividad de un consejo no depende de un solo factor, sino de la interacción entre el liderazgo, la estructura, la cultura y el propósito. Entre varios factores, resalto:
Liderazgo y composición Un consejo efectivo reúne experiencia relevante, diversidad de perspectivas e independencia real. La figura del Presidente del Consejo es clave para marcar la agenda, fomentar el debate y mantener el equilibrio con la alta dirección. La combinación adecuada de conocimientos estratégicos, financieros, tecnológicos y de capital humano determina la calidad de sus decisiones.
Procesos y dinámica No basta con consejeros competentes: importa cómo trabajan juntos. Los consejos más efectivos operan con información oportuna, agendas estratégicas y reuniones centradas en la deliberación y la toma de decisiones. Los comités deben contar con mandatos claros y un seguimiento riguroso de los acuerdos.
Cultura y relaciones La cultura del consejo es su activo invisible. Un entorno de confianza, respeto y apertura al debate permite cuestionar sin temor y construir acuerdos sólidos. La calidad de la relación entre el Presidente, el CEO y los Consejeros define en gran medida su desempeño colectivo, lo que demuestra una sólida colaboración y trabajo en equipo.
Evaluación y mejora continua La efectividad se mide. Los consejos deben realizar evaluaciones periódicas del pleno, de sus comités y de cada consejero, generando acciones concretas de mejora en los procesos, la composición y la cultura.
Estrategia, riesgos y cultura organizacional El consejo debe ir más allá de la supervisión: su tarea es anticipar, acompañar y asegurar que la estrategia, los riesgos y la cultura estén alineados con la visión y los valores de la empresa. Un consejo que entiende la cultura organizacional como un activo estratégico protege no solo el presente, sino también el futuro del negocio . La pregunta es inevitable: ¿qué distingue a un consejo que cumple, de uno que transforma ? La respuesta está en pasar del discurso a la práctica, mediante acciones concretas que fortalezcan su rol estratégico y de supervisión. Los consejos más efectivos lo logran mediante prácticas simples pero consistentes: evaluarse anualmente, invertir en el desarrollo continuo de sus consejeros y asegurar reuniones bien preparadas, centradas en el debate estratégico y en la toma de decisiones. Fomentan la diversidad de pensamiento, renuevan su composición cuando es necesario y establecen indicadores claros para medir su desempeño.

Finalmente, alinean tres elementos esenciales —estrategia, riesgo y cultura— bajo una misma premisa: el consejo no está para administrar el presente, sino para asegurar el futuro . La efectividad del consejo de administración es hoy un eje fundamental del buen gobierno corporativo, de la creación de valor y de la sostenibilidad. No se trata de cumplir con una lista de deberes, sino de operar como un equipo estratégico, diverso, preparado y comprometido con la mejora continua. Un consejo efectivo no solo gobierna: inspira, desafía y transforma. Y en ese acto, asegura el futuro. _____ Nota del editor: Milton Rosario es cofundador y Socio Director de The OD Consulting Group. Es experto en cultura organizacional, estrategia y desarrollo de liderazgo ejecutivo. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor. Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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