Abusos, hijos secretos, viajes de lujo y líos de alcoba: a las viejas monarquías europeas les cuesta esconder sus nuevos escándalos
Cuando la justicia francesa acusó al infante Luis Fernando de Orleans y Borbón de tráfico de drogas, Alfonso XIII movió rápidamente sus hilos para que el escándalo protagonizado por su primo pasara lo más inadvertido posible. Corría el año 1924, la dictadura de Primo de Rivera apenas estaba comenzando, y el rey consiguió silenciar el asunto presionando a la prensa y haciendo desaparecer a su incómodo pariente. Luis Fernando, despojado de sus títulos y condenado al destierro, falleció en París en 1945, sumido en la pobreza y olvidado por el pueblo español. Ochenta años después de la muerte del infante, la Corona ya no tiene tan fácil esconder sus polémicas bajo las alfombras de palacio.
