Danny Rodrik y la prosperidad compartida

Danny Rodrik publicó su nuevo y esperado libro, La prosperidad compartida en el mundo fracturado. Pretende, como es la agenda de investigación de ese autor, analizar de manera crítica la globalización, ahora en evidente crisis, y ofrecer alternativas..

Llama la atención el capítulo final sobre lo que tendría que ser la agenda progresista en los países desarrollados. Se refiere a la pérdida de apoyo de los partidos socialdemócratas o laboristas debido a que no pudieron ofrecer una alternativa al neoliberalismo. Las agendas de políticos como Clinton o Blair (o Zapatero o Schröder) se conformaron con algunos cambios a la agenda neoliberal, para atenuar la mayor desigualdad, pero no mucho más que eso; básicamente apoyaron la agenda neoliberal.

Como, además, su electorado se fue haciendo cada vez más centrista y sofisticado, perdió el apoyo de los sectores populares, que han optado, en parte, por la derecha extrema. Con Biden se dieron, por primera vez, cambios significativos en materia de política industrial, pero tardíos y solamente enfocados a ciertos sectores industriales, no de servicios.

La agenda progresista se movió de posiciones más socialdemócratas o keynesianas a las que privilegiaban más a los mercados, sin mayor intervención. En las nuevas circunstancias, se requiere volver a las ideas originales.

Lo que Rodrik propone es una oferta política que se base en la idea del trabajo de calidad y productivo, con estabilidad laboral, especialmente en sectores de la economía renovable y verde. Una estrategia que vuelva a la idea de consolidar una clase media, de la que participen tantas personas con grados académicos altos como otros que recibieron otro tipo de formación.

Las nuevas tecnologías no deben servir para sustituir trabajadores, sino para otorgarles autonomía y permitirles hacer trabajos más productivos, de mayor valor agregado. Ese debe ser el enfoque de las políticas industriales: innovación, generación, absorción y difusión de la tecnología entre las empresas y la población, pero para que las personas puedan desarrollar trabajos de mayor calidad, en mejores condiciones.

Rodrik señala que, para que esta estrategia funcione a nivel global, se debe apoyar a los países de menor desarrollo para que alcancen las metas climáticas, la de transición energética y la del cambio tecnológico. Enfatiza la necesidad de fortalecer los servicios de alta especialidad sobre la manufactura.

Ahora, para el caso mexicano y otros similares, me parece que es precisamente la innovación y la tecnología, pero con la manufactura, la que puede generar la mayoría de esos trabajos de calidad, también ligados a los servicios. En suma, un trabajo de calidad y una ruta hacia una clase media universal tendrían que ser la base de una agenda progresista para la prosperidad compartida.

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