Crónica: A mi me podrán «chingar», pero van a despertar al tigre enfurecido: Carlos Manzo

TIJUANA, NOVIEMBRE 2, 2025.- Aquí yace un hombre sin miedo.

A balazos le apagaron la vida y su alma quedó, estoy seguro, en pie de guerra.

Entrelazado a 16 veladoras en forma de cruz, permanece su alma hoy más que nunca pues hoy es «el día de los muertos» y por eso sé, estoy seguro que no se ha ido… Me atrevo a decir que no se irá nunca de Uruapan.

Un jueves 9 de mayo de 1985 nació un hombre bragado que levantó la esperanza.

Un jueves 9 de mayo de 1985 nació un enamorado de su pueblo, un defensor de la patria.

Fue la voz de los que callaron por miedo, por precaución.

Carlos Alberto Manzo Rodríguez declaró la guerra al discurso podrido de la política.

Carlos Manzo hablaba en serio y eso no se lo perdonó la simulación política.

Manzo creyó!

Se tomó en serio la autoridad.

Rompió el discurso de mentiritas y aplicó esa justicia que tienen los niño cuando limpios de corazón y de alma ven la vida con fe.

Las mentes ennegrecidas por la cotidianidad, lo opaco, lo normalmente torcido, el discurso falso dirán que fue un INGENUO.

Son los mismos que le desean lo peor a México, los que critican sin acción. Sólo por joder o decir algo, muchas veces sin sentido.

Pero quienes ahora creen que decía la verdad y fuera del engaño cotidiano, observamos -me cuento- una verdadera tragedia.

La lectura es la siguiente:

Si quieres eliminar la maldad, la extorsión, el cobro de piso, el narco tráfico te van a matar.

Si dejas pasar a los delincuentes, sin molestarlos. Podrás vivir.

Pero como reza la frase sin autoría:

«Primero muerto que vivir hincado!» Y ese fue el camino que tomó el michoacano: jamás hincarse a los dueños de las armas y hoy en México dueños de la vida de los mexicanos.

A las 20:50 horas de este sábado 1 de noviembre, murió el alcalde. 40 minutos antes, al concluir el encendido de velas en un evento cercano a su familia, niños, la población entera, recibió balazos de un arma 9 milímetros accionada por un sujeto (por cierto abatido en el lugar).

El fiscal Carlos Torres Piña hizo las veces de reportero al informar que en el lugar se encontraron 7 casquillos percutidos.

Del agresor solo se sabe que no traía identificación alguna.

De los cómplices: por lo menos hay dos detenidos, que «probablemente» participaron en el asesinato.

En la fotografía que comparto el rostro de un alcalde que se puso el chaleco de policía, un hombre de sombrero que a sus 40 años de edad, supo lo que muchos alcaldes conocieron (y no hicieron nada, es más se unieron a los criminales del pueblo) que lo más urgente era la seguridad, combatir a los criminales y en eso se enfocó.

Tristeza, Coraje, Impotencia, Miedo, Lágrimas… Deja su partida.

«Un hombre solo no puede cambiar nuestra realidad», Nos grita su cadáver, su nombre queda rodando en la plaza solitaria donde se cayeron los pétalos de cempasúchil, queda el horror del asesinato y la obligación de los vivos de seguir su lucha.

Alguna vez le escuché decir:

Qué viva Uruapan, que viva Michoacán! Eso mismo dijo, fueron sus últimas palabras, al cerrar su discurso en el arranque del festival de las velas. Luego iniciaron los juegos artificiales, el cargaba a su hijo y luego de constatar el arranque de las fiestas, se abrió paso entre las catrinas y los asistentes. Sonaba la llorona en el fondo:

«No sé qué tienen las flores, llorona
Las flores del campo santo
No sé qué tienen las flores, llorona
Las flores del campo santo

«Que cuando las mueve el viento, llorona
Parece que están llorando
Que cuando las mueve el viento, llorona
Parece que están llorando».

El aparato de seguridad abierto, relajado ante una festividad de mucho respeto en el país. Los truenos de los fuegos artificiales se escuchaban espaciados y al voltear al cielo dejaban ver sus lucecitas…

Carlos se tomó foto con la gente, asediado por una nube de unos 20 fotógrafos, videógrafos y celulógrafos que estaban por momentos en vivo. En el centro una catrina gigante. Se escuchaban las risas, la muchedumbre se acostumbró a los estallidos de los juegos artificiales. En uniforme blanco con negro presente elementos de la Guardia Nacional. El alcalde recorría el lugar y se detenía a petición de la gente para la foto.

A cada trueno de los ´cuetes una exclamación de la gente. Un Aaaaaah!

Y entonces, muy similar a lo que le pasó a Luis Donaldo Colosio en Tijuana, la escolta fue burlada por un escurridizo sujeto que tuvo la oportunidad de disparar 7 veces contra la humanidad del alcalde e hirió a un regidor (Víctor Hugo de la Cruz Saucedo, fuera de peligro)…. La gente se cubrió, volteaban hacia donde en el piso ya estaba el alcalde. Ningún escolta se interpuso a los disparos, pero en un segundo un enjambre de policías y guardias se abalanzaron contra el sujeto.

-Ambulancia!!! Gritaron desesperados…

-Mátenlo al pendejo! ¿Quién fue el hijo de su p… m…» Decía otra voz masculina

El alcalde estaba boca abajo, tendido. Guardia Nacional tomando evidencia, el regidor agredido enconchado con la cara al piso. La gente se acercaba, daba dos pasos, se regresaba, volvía a espiar a los cuerpos agredidos. El «solitario sujeto» forcejeaba con sus aprehensores, pero se escucha un disparo y el hombre, de camisa blanca y pantalón oscuro, cae al piso herido de muerte.

Recordé lo que alguna vez dijo en un «en vivo» en las redes sociales:

«A mi me podrán matar, a mi me podrán levantar, a mi me podrán intimidar o amenazar… Pero afuera, hay un pueblo que exige justicia, un pueblo que ya está cansado de las extorsiones de los policías, de los tránsitos, de los homicidios, de que les quiten su vehículo, de que se desvíe el recurso público.. A mi me podrán chingar pero se quedan con un tigre muy enfurecido que es el pueblo de Uruapan»

«Aguas… Aguas porque si nos tocan a nosotros van a tocar a todo el pueblo de Uruapan»

Aquí dejo la referencia:

https://www.facebook.com/share/r/17RUKtMKbj/

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