México y España

Las relaciones entre España y México se deterioraron en el nivel diplomático desde marzo de 2019, cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) envió una carta a Felipe VI, en el que hacia un llamado a que la corona española pidiera perdón a los pueblos indígenas de nuestro país por los excesos cometidos durante la Conquista. Por supuesto, el asunto no cayó nada bien del otro lado del Atlántico y muchas plumas oficiosas tradujeron la petición como una exigencia para que la corona le pidiera perdón al gobierno de López Obrador. De alguna forma, la carta fue publicada por el diario El País y el Gobierno de Pedro Sánchez rechazó su contenido. 

¿La carta de López Obrador era una provocación? Es muy posible. Si no lo era, la usó para atacar una y otra vez a gobierno y empresas españolas. Encontró un buen caldo de cultivo en el grueso de la población mexicana. En la educación del último siglo se nos enseña que tenemos dos grandes “adversarios” históricos, que nos han impedido alcanzar la “grandeza” que nos corresponde: los gachupines, que destruyeron la “maravillosa sociedad” indígena que había, y los gringos, que nos arrebataron la mitad del territorio. En la mitología de López Obrador era importante exaltar discursivamente la grandeza indígena y revivir el odio a los gachupines. Junto con pegado. Por supuesto, el expresidente se cuidó de no meterse con Estados Unidos porque esa es otra historia que nos podía afectar de muchas maneras. Loco no come lumbre.

Desde mi punto de vista, a pesar de que la carta podía ser una provocación, tenía un fondo genuino que la corona y el gobierno español pudieron manejar de otra manera. Mientras estuvo AMLO en el gobierno, Madrid no hizo ningún intento por romper el estancamiento diplomático. Tenían razón, no hubiera servido de nada.

Pero el gobierno de Claudia parecía otra cosa y creo que España está intentando superar el enredo. Hay varios signos de esto: exposiciones en Madrid sobre el arte de las mujeres indígenas que habitan México; también la entrega de los premios Princesa de Asturias a la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide y al Museo de Antropología e Historia. Por si esto fuera poco, la princesa Leonor manifestó su deseo de visitar el Museo Nacional de Antropología e Historia y el Bosque de Chapultepec, en la Ciudad de México.

Acerca del tema, el diario El País publicó el pasado 27 de octubre un editorial espléndido, que apunta a todo lo anterior: “Aquella carta [la de LO], que fue interpretada en España como una exigencia de disculpas, planteaba algo más amplio: un reconocimiento mutuo del pasado y un gesto compartido hacia los pueblos originarios. La intención no era levantar un muro, sino abrir una conversación pendiente. A López Obrador le fallaron las formas y el tono, pero el reclamo tenía un fondo. El perdón, entendido no como humillación, sino como ejercicio de memoria y empatía, puede ser una herramienta poderosa para sanar heridas históricas. Lo difícil es hacerlo sin que se convierta en un arma política.”

En lo personal no creo en las buenas intenciones de López Obrador, pero insisto que su llamado, como dice el diario, “tenía fondo”. Sigue el editorial: “Reconocer los abusos cometidos, los despojos y las desigualdades que se arrastran desde entonces no debilita a los Estados; los fortalece. Pedir perdón no implica asumir culpas personales, sino mostrar madurez colectiva.” Por supuesto, este llamado razonable y necesario para reconocer lo sucedido debe darse en ambos sentidos: los abusos de todo tipo de los peninsulares, pero también el rico legado de la corona en nuestro país: idioma, instituciones, leyes, etc. Ser parte de un universo muy rico llamado Hispanoamérica o Iberoamérica si se incluye a Brasil y Portugal. ¿España está dispuesta a hacer lo primero? ¿El gobierno mexicano está listo para reconocer lo segundo? ¿Ambos gobiernos y pueblos están listos para encontrarse con una historia común de cinco siglos?

Concluye el editorial: “Reconstruir la relación exige menos orgullo y más escucha, menos énfasis en las culpas y más voluntad de comprensión. Si ambos países entienden que el perdón se ofrece y no se exige, y que mirar atrás no implica retroceder, abrirán la puerta a una reconciliación verdadera: una que no se escriba con rencor, sino con respeto.”

Por desgracia, la respuesta de Claudia Sheinbaum no parece abrir ni una rendija al reencuentro diplomático. La presidenta insistió en que la corona española debe pedir disculpas por los abusos cometidos durante la Conquista. “Todavía seguimos esperando”, dijo la mandataria en su conferencia de prensa diaria. Acerca del interés de la Princesa Leonor de conocer el Museo y el Bosque sólo remató un lacónico: “Bueno, vamos a ver”.

Una respuesta pequeña a un puente tendido.

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