“Entiendo”: La palabra que sana y fortalece los equipos de alto rendimiento
A lo largo de casi tres décadas dedicadas al desarrollo humano, desde aquel 1996 en que inicié mi carrera en Recursos Humanos, he sido testigo de cómo el mundo del trabajo —y de las relaciones humanas— ha cambiado profundamente.
Entre todos esos cambios, hay uno que me preocupa especialmente: la pérdida gradual de la capacidad de escuchar verdaderamente.
Escuchar no es solo oír. Escuchar implica presencia, atención y empatía. Sin embargo, la digitalización progresiva, la sobreexposición a las pantallas y la inmediatez con la que hoy nos comunicamos han modificado drásticamente nuestra forma de relacionarnos. Las conversaciones profundas han sido reemplazadas por mensajes breves; los silencios reflexivos, por notificaciones constantes.
Y en ese tránsito hacia la rapidez, hemos ido perdiendo la pausa, la mirada y la escucha que conecta.
La neurociencia detrás del “te entiendo”
Mario Alonso Puig, médico y divulgador de la neurobiología del comportamiento, explica algo fascinante: la empatía no es solo un valor emocional, sino un fenómeno biológico.
Cuando alguien se siente escuchado y comprendido, su cerebro libera oxitocina, la conocida “hormona de la confianza”. Esta sustancia actúa directamente sobre la amígdala cerebral, que es la estructura que se activa ante las amenazas o el estrés.
Cuando la oxitocina aparece, la amígdala se calma, el cuerpo deja de defenderse y la mente se abre.
Ese instante es poderoso. No solo mejora la comunicación, sino que genera lo que la neurociencia llama “resonancia emocional”, cuando nuestras neuronas espejo se sincronizan con las del otro, creando una conexión auténtica que trasciende las palabras. En otras palabras, cuando alguien nos dice “te entiendo” y realmente lo siente, el cerebro del otro responde con bienestar, calma y confianza.
Es ahí donde ocurre la sanación emocional y el fortalecimiento del vínculo humano.
Escuchar no es resolver, es acompañar
En mi experiencia, muchos líderes confunden escuchar con tener respuestas. Sin embargo, escuchar con empatía no implica resolver el problema del otro, sino sostener el espacio para que esa persona pueda expresarse sin miedo.
A veces lo único que se necesita no es una solución, sino una presencia. Un “te entiendo” que no juzga, no interrumpe, no corrige.
Solo está ahí.
Y es precisamente esa presencia la que transforma. Porque detrás de cada conversación auténtica, hay un intercambio invisible de confianza, respeto y energía emocional.
Escuchar es, entonces, una forma de liderazgo: liderar desde la empatía es liderar desde el cerebro más humano.
La neurociencia aplicada a los equipos de alto rendimiento
En el contexto organizacional, esta capacidad tiene efectos directos y medibles.
Los equipos de alto rendimiento no se construyen únicamente con objetivos, métricas o incentivos. Se construyen con confianza. Y la confianza, desde la perspectiva neurobiológica, nace del reconocimiento emocional: sentir que el otro me escucha, me valida y me comprende.
Cuando un equipo logra este nivel de conexión, su cerebro colectivo —sí, los equipos también tienen uno— entra en lo que los investigadores llaman un estado de coherencia emocional.
En ese estado, las ondas cerebrales de los miembros se sincronizan, lo que favorece la creatividad, la colaboración y la innovación. Las ideas fluyen, las diferencias se gestionan de manera constructiva y la energía se enfoca en avanzar, no en defenderse.
La palabra “entiendo”, dicha desde la autenticidad, se convierte así en un puente invisible que une a las personas, derriba las barreras del ego y activa una red neuronal compartida que multiplica el rendimiento.
Escuchar transforma culturas
Con los años he aprendido que las organizaciones no cambian solo con procesos o estructuras. Cambian con conversaciones. Esas conversaciones que reconectan a las personas con su propósito, con su valor y con los demás.
Una cultura organizacional verdaderamente sólida se construye desde la empatía y la escucha activa. Y no hay herramienta más poderosa que un líder que sabe decir “te entiendo” con el corazón, porque esa frase abre la puerta a la confianza, y la confianza abre el camino al compromiso.
En un mundo cada vez más ruidoso, escuchar se ha convertido en un acto de liderazgo consciente.
- Escuchar para comprender, no para responder.
- Escuchar para conectar, no para convencer.
- Escuchar para sanar, no para controlar.
Cada “te entiendo” sincero tiene el poder de reparar una relación, reconstruir la confianza y encender el potencial colectivo. Porque cuando las personas se sienten escuchadas, florecen. Y cuando los equipos confían, los resultados trascienden lo imaginable.
“Te entiendo” no es solo una frase. Es una llave biológica, emocional y humana que abre la puerta a lo mejor de nosotros mismos y de los demás.

 
			 
			 
			 
			