Todos los caminos conducen a López Obrador
Con los casos del huachicol fiscal y Segalmex sería suficiente para colocar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador como el más corrupto de la historia. Es imposible desligar al exmandatario de la trama del contrabando con combustibles porque dos de los personajes centrales mencionados en las investigaciones son su hijo Andrés Manuel López Beltrán y su jefe de ayudantes, Daniel Asaf, el funcionario que lo acompañaba a toda hora.
La protección a Ignacio Ovalle en el caso Segalmex es más que sospechosa.
¿Y qué decir de sus presuntos vínculos con el Cártel de Sinaloa? Además de lo mucho que se ha publicado, aún resuenan las palabras de Porfirio Muñoz Ledo:
“Debe entender Andrés Manuel López Obrador que su contubernio o alianza con el narco no es heredable, porque, como lo han hecho siempre en todas partes y en todas las plazas políticas, se entienden con el que va a llegar. Ya no va a necesitar el narco del presidente”, claro, a menos que quien lo suceda esté sometida por voluntad o por presiones.
El veterano político fue preciso cuando aseguró que el presidente de Morena, Mario Delgado, estaba relacionado con el llamado Rey del Huachicol, Sergio Carmona, quien fue asesinado en una peluquería de San Pedro Garza García. A Delgado el expresidente lo dejó a buen resguardo en la Secretaría de Educación.
A estas alturas hay suficientes casos, información, documentos, declaraciones, acusaciones y más que hacen creer que no son falsos los presuntos vínculos del expresidente con el crimen organizado, en particular con el Cártel de Sinaloa y, en tiempos recientes, en la trama del huachicol fiscal.
López Obrador ha sabido cuidar su espalda, como ocurrió cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal; los funcionarios más cercanos fueron exhibidos en videos: René Bejarano, su secretario particular, o Gustavo Ponce, secretario de Finanzas.
En su libro El Rey del Cash, la periodista Elena Chávez, compañera sentimental de César Yáñez —durante muchos años el hombre más cercano a AMLO—, revela que: “A lo largo de los años que viví al lado de César Yáñez, la consigna fue: ‘Si te descubren, te echas la culpa y te quedas callado’”.
En 2017, la Operación Carrusel fue ejecutada por su secretario particular, Alejandro Esquer, quien habría sacado 1.4 millones de pesos que estaban destinados a los damnificados por el sismo. No hubo consecuencias.
Desde principios de 2023, las redes sociales le colgaron el hashtag #Narcopresidente tras las revelaciones de tres medios internacionales —ProPublica, InSight Crime y Deutsche Welle—, en los que se difundió información de agencias norteamericanas que investigaron los vínculos de las campañas de AMLO en 2006 y 2012 con el Cártel de Sinaloa. Los tres medios coinciden en el tema y sostienen que la investigación fue suspendida por orden del expresidente Obama.
Sus familiares más cercanos fueron exhibidos recibiendo dinero o por contratos con el gobierno; incluso el mismo López Obrador aceptó haber recibido el dinero que le entregó el personero David León a sus hermanos Pío y Martín; ambos aparecen en los videos difundidos por Latinus.
Durante todo el gobierno y en el último año, en medios de comunicación, portales y redes sociales, ha circulado abundante información de los contratos, nexos y conflictos de interés de sus tres hijos mayores. Desde la llamada Casa Gris, pasando por los contratos para la compra de medicamentos, balasto y otros que aparecen en la larga lista.
Si dos secretarios particulares, su secretario de Finanzas, su jefe de ayudantes, su “hermano” Adán Augusto, su jefe de oficina, sus hermanos, hijos y parientes aparecen en entregas de dinero ilícito, despojo de donativos, contratos, licitaciones… ¿Se puede creer que Andrés Manuel López Obrador nada sabía de lo anteriormente señalado y mucho más que se ha publicado?
No. Todos los caminos conducen a López Obrador.
Que Claudia Sheinbaum diga y escriba que “Nunca podrán vincular a AMLO con la corrupción”. Solo se llama impunidad.
