Menos es Más: La Estrategia del Shrinkflation
En el mundo del consumo, pocas cosas se han comentado tanto —y han causado tanto debate— como la reducción del tamaño de los empaques. Lo que para muchos parece solo una bolsa de papas más flaca, en realidad es toda una jugada de las marcas para sobrevivir en estos tiempos complicados. A esto se le llama shrinkflation, un término que mezcla “shrink” (reducir) con “inflation” (inflación), y que básicamente significa darte menos producto pero cobrando lo mismo. Y aunque suena a truco, detrás hay todo un rompecabezas de costos, regulaciones y estrategias.
En países como México, subir precios es un movimiento delicado. El consumidor cuida cada peso, así que aumentar un producto de $10 a $10.50 o $11 puede bajar mucho las ventas. Por eso, muchas marcas prefieren recortar un poco el contenido para mantener esos precios “mágicos”. Lo hemos visto en papas con menos gramos, galletas con menos piezas o dulces que siguen en el mismo empaque, pero con menos cantidad.
Pero ojo, no todo es culpa de la inflación. En México hay regulaciones que complican todavía más la jugada. Desde 2020, la ley obliga a que los productos con mucha azúcar, grasas o calorías lleven sellos negros en el empaque, advirtiendo al consumidor que son “altos en” algo. Reducir el tamaño de la porción ayuda a veces a que esos sellos no sean necesarios. Si el paquete pesa menos, también tiene menos calorías. Así, la marca no solo mantiene su precio atractivo, sino que se evita la “mala fama” de llevar una etiqueta que para muchos significa “prohibido”.
El tema se pone más complicado cuando hablamos de lo que pueden llevar los niños a la escuela. Aquí también hay reglas: solo se permiten productos con menos calorías y menos ingredientes “indulgentes”. Para las marcas, sacar versiones más chicas puede abrirles la puerta a este mercado. Un snack de 30 gramos quizá no pasa la prueba, pero uno de 15 gramos sí puede venderse en la tiendita escolar. Claro, no es garantía de que cumplan todos los requisitos, pero es una de las formas más comunes de intentarlo.
Ahora bien, reducir el tamaño del empaque no es tan sencillo como parece. No se trata nada más de meter menos producto en la misma bolsa. Hay que rediseñar los empaques, cambiar procesos de producción, ajustar materiales y, muchas veces, generar un nuevo código de barras porque el producto se convierte en algo distinto a nivel inventario y logística. Todo esto cuesta dinero y tiempo. También hay que cambiar las cajas donde se transporta, las tarimas donde se apilan y hasta calcular de nuevo cuánto espacio ocupan en los camiones.
Del lado de las tiendas, un empaque más pequeño es prácticamente un producto nuevo. Se debe dar de alta en el sistema con todas sus características, definir su precio y margen, y reacomodar el planograma de la tienda. Además, hay que actualizar etiquetas, capacitar al personal y pensar cómo explicarle al cliente por qué ahora viene menos producto. Todo esto es un esfuerzo grande tanto para las marcas como para los retailers.
Y luego viene el factor más impredecible: la reacción del consumidor. ¿La gente aceptará pagar lo mismo por menos producto? En muchos casos, la respuesta es no, y se sienten decepcionados o hasta engañados. No hay que olvidar que antes la estrategia era la contraria: “20% más gratis” o “gramaje extra sin costo” eran ganchos de venta muy usados. Hoy vivimos otro momento, donde menos se ha convertido en la nueva normalidad de muchas categorías. O al menos, en la única manera de no subir los precios.
En definitiva, la shrinkflation llegó para quedarse, empujada tanto por la presión económica como por regulaciones cada vez más estrictas. El gran reto para las marcas será lograr que el consumidor sienta que sigue recibiendo valor, aunque sea en un paquete más pequeño. Porque en la batalla del punto de precio, cada gramo cuenta. Y en el mundo del retail, incluso un par de pesos pueden marcar la diferencia entre el éxito… y el olvido.
El gran reto de las marcas es lograr que la gente siga sintiendo que recibe valor, aunque la bolsa sea más pequeña. Porque en la batalla de los precios, cada gramo cuenta. Y en el mundo del retail, un par de pesos pueden hacer toda la diferencia entre vender bien… o quedarse en la bodega.
Esto es Más Allá del Exito. Nos leemos pronto!!

